?Ad¨®nde vas, Colombia?
?ngela del Castillo fue liberada en Colombia hace unas semanas tras un mes de secuestro a cargo de un grup¨²sculo guerrillero local. Colombia es un hermos¨ªsimo pa¨ªs, m¨¢s de dos veces el tama?o de Espa?a, un rico vergel monta?oso y fluvial. Del oro al petr¨®leo, pasando por el caf¨¦. Cuarenta millones de habitantes que disfrutar¨ªan de un nivel de vida m¨¢s que digno si pudiera llegar a formalizarse un contrato social y pol¨ªtico razonable entre las varias partes en conflicto desde hace d¨¦cadas. Terratenientes que imposibilitan la modernizaci¨®n del sistema productivo; guerrillas num¨¦ricamente muy importantes y fuertemente armadas que surgieron ante la ceguera pol¨ªtica de quienes desde el poder pol¨ªtico y econ¨®mico bloquearon el progreso de la justicia social; grupos paramilitares de extrema derecha; un Gobierno, el del presidente Pastrana, que hace tres a?os fue aupado -electoralmente, pero con gran abstencionismo- al poder pol¨ªtico formal con la esperanza, por parte de muchos de los que se molestaron en votar, de que lograr¨ªa la pacificaci¨®n del pa¨ªs. Pero hay que mencionar otro important¨ªsimo actor en presencia, los narcotraficantes, que se han hecho de oro y simult¨¢neamente han enriquecido a varios de los sujetos del conflicto.
He visitado tan prometedor aunque atribulado pa¨ªs formando parte de una misi¨®n del Parlamento Europeo que ten¨ªa dos principales objetivos. Por un lado, trasladar a dos de las partes citadas (Gobierno y guerrilla) la activa posici¨®n de la Uni¨®n Europea a favor de un compromiso pol¨ªtico y, por otro, interesarnos y pedir la liberaci¨®n de los diversos secuestrados, colombianos y europeos. La de estos ¨²ltimos, como complemento a la constante labor de las embajadas de Espa?a, Alemania e Italia.
Y es que el secuestro constituye una siniestra industria en Colombia. De entrada, casi el 60% de los que se llevan a cabo en todo el mundo tiene lugar en este pa¨ªs latinoamericano: 3.000 personas al a?o. ?Qui¨¦nes son los autores y qui¨¦nes las v¨ªctimas? Un ejemplo: durante mayo de 2001 fueron secuestradas 270 personas, 34 de ellas mujeres. Las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), la guerrilla m¨¢s importante, se hizo cargo de 77 personas; el Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN), segunda organizaci¨®n en importancia, rapt¨® a 74; y las llamadas fuerzas de autodefensa (AUC), paramilitares, privaron de libertad a otras 25. Aparte, las numerosas muertes causadas por todos ellos. ?stos son datos extra¨ªdos de una fuente peculiar, nada menos que del denominado Bolet¨ªn Informativo del Secuestro en Colombia, publicado por el Ministerio de Defensa, cuya mera existencia es por s¨ª misma indicativa de la magnitud del problema.
En resumen, Colombia es en la actualidad un pa¨ªs sumamente violento en el que, dicho sea de paso, la mayor¨ªa de las muertes no son causadas por la guerra, sino por otras diversas causas sociales. La violencia urbana es acusada en Bogot¨¢, pero es inimaginablemente apabullante en Medell¨ªn. Por si fuera poco, las FARC (que acusan al Gobierno de haber estancado el proceso de paz -en realidad, el Gobierno es tributario de diversas circunstancias y actores internos que no le confieren total libertad de iniciativa-), que han venido combatiendo sobre todo en zonas rurales, amenazan ahora con llevar la guerra a las ciudades.
No es pues extra?o que, por una u otra circunstancia, la colombiana sea una sociedad desquiciada, ah¨ªta de su actual situaci¨®n. Tampoco que todo aquel que puede ponga pies en polvorosa, en especial tantos intelectuales amenazados de muerte o de secuestro por unos o por otros (v¨¦ase La inteligencia de Colombia busca asilo en Espa?a (EL PA?S, 24 de junio de 2001).
Entre los que se quedan, que l¨®gicamente son la mayor¨ªa, las actitudes var¨ªan. Por supuesto, la vida 'normal', incluida la diversi¨®n nocturna, contin¨²a (aunque en muchos de los locales al caso los clientes son registrados). Y ello mientras el diario El Tiempo (22 de junio de 2001) titula a toda p¨¢gina y en primera: 'Bogotanos matan menos, si bien, insisto, en Medell¨ªn matan mucho m¨¢s'. El Tiempo es 'optimista', porque en el primer trimestre de este a?o determinadas muertes afortunadamente han disminuido.
Hay quien se lo toma con excelente sentido del humor, como el periodista Lisandro Duque Naranjo, que relata su reacci¨®n ante lo que define 'no un atraco sino una venta a mano armada'. Mientras esperaba en un sem¨¢foro con la ventanilla bajada, se le acerca uno de los innumerables ojeadores de ocasi¨®n con la intenci¨®n de venderle algo. 'Padrecito, c¨®mpreme esto', le dice arrim¨¢ndole la punta de un cuchillo a la cara 'para que viera que ten¨ªa un filo de calidad'. Lisandro Duque confiesa que ante cualquier oferta pide rebaja, pero ese d¨ªa pag¨® sin rechistar. Aqu¨¦lla fue 'una compra en defensa propia' ('El vendedor de cuchillos', El Espectador, 24-6-01).
Hay periodistas que dejan el pa¨ªs y hay quienes permanecen y constatan la violencia cotidiana (o quienes ante ella, como Duque, se valen de la iron¨ªa como v¨¢lvula de escape). Los hay que son asesinados 'por sicarios' en varias partes del pa¨ªs. Por ejemplo, el 5 y 6 de julio el jefe de informativos de Radio Caracol, en Florencia (suroeste de Colombia), y otro en plantilla en la radio local de Fresno (oeste). Ello eleva a 110 el n¨²mero de periodistas asesinados desde 1989.
Claro que es la violencia b¨¦lica de las diversas partes la que contin¨²a atrayendo m¨¢s la atenci¨®n nacional e internacionalmente. Violencia ante la que se suscitan asimismo singulares reacciones; por ejemplo, la del departamento del Cauca, cuya parte norte est¨¢ atemorizada por las incursiones de los paramilitares. All¨ª, 12 alcaldes han formado un frente com¨²n desde el cual pedir¨¢n al Gobierno central autonom¨ªa para negociar en su regi¨®n con la guerrilla y las autodefensas. Es lo que le faltaba por o¨ªr a un amplio sector de la opini¨®n p¨²blica, harta de lo que consideran concesiones del Gobierno a los tambi¨¦n llamados rebeldes. Concesi¨®n en el doble sentido, pues el presidente Pastrana otorg¨® hace un a?o a las FARC el control civil y militar de una zona de 42.000 kil¨®metros cuadrados (equivalente a Extremadura o a Suiza) en el sur del pa¨ªs (Cagu¨¢n) como muestra de buena voluntad negociadora. El ELN demanda una decisi¨®n similar en el norte. Una acci¨®n como la de los alcaldes del Cauca puede ser interpretada como un nuevo agravio contra la unidad del Estado.
El caso es que a Pastrana le queda un a?o de mandato y la esperanza inicial de que podr¨ªa acabar con la guerra se ha diluido en gran medida. Est¨¢ por ver si el presidente ha optado por una acci¨®n contundente, no negociadora, es decir, la creciente intervenci¨®n de soldados norteamericanos (ya los hay; v¨¦ase La guerra secreta de Estados Unidos, EL PA?S, 8-7-01) con el supuesto y confiado prop¨®sito de liquidar militarmente a las guerrillas. Es la baza conocida como Plan Colombia, desacreditada nada menos que por Henry Kissinger, quien -temiendo que Estados Unidos acabe en Colombia como en Vietnam- escribe que, 'desgraciadamente, el ¨¦nfasis casi exclusivo de una soluci¨®n militar del Plan Colombia pr¨¢cticamente invita al fracaso (...). Los cultivadores de drogas, en su mayor¨ªa peque?os y pobres agricultores, deben tener amplia oportunidad para emprender cultivos alternativos' (v¨¦ase su libro Does America need a Foreign Policy?, Simon & Schuster, 2001).
Claro que, a la postre, y en el supuesto de que se diera una intervenci¨®n norteamericana masiva, la vietnamizaci¨®n de Colombia depender¨ªa del grado de apoyo de la poblaci¨®n a la guerrilla, que -sostienen muchos- se ha reducido a niveles peque?os, lo que no era el caso del pa¨ªs asi¨¢tico. Tal vez, una clave indicativa del actual grado de simpat¨ªa popular por los insurgentes est¨¦ constituida por las declaraciones de ?ngela del Castillo tras su liberaci¨®n, quien afirmaba que no guardaba rencor a quienes la vigilaban porque, despu¨¦s de todo, estaban tan secuestrados como ella.
Emilio Men¨¦ndez del Valle es eurodiputado socialista.
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