EL ?LTIMO TRAYECTO DE Horacio Dos
Resumen. El almirante Sinegato le cuenta a Horacio lo que sucedi¨® al final de la era Etnol¨®gica: tras los problemas que hubo en la Tierra, los gobiernos decidieron detener el progreso y dar comienzo a la era Feliz. A pesar de todo, se mantuvo un peque?o sistema de vigilancia en diversos centros de control. Precisamente, Horacio se encuentra en uno de ellos, que ha estado vigilando su nave durante todo el viaje.
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Jueves 3 de julio
Todo el d¨ªa de ayer y toda la noche que ahora acaba dedicados a la doble tarea de comprender el alcance de las revelaciones del almirante Sinegato acerca de nuestra misi¨®n y de tomar las disposiciones necesarias para finalizar el cumplimiento de la misma.
Cuando hace poco menos de un a?o las autoridades competentes me convocaron para confiarme esta misi¨®n, s¨®lo se me dijo que deb¨ªa transportar un cierto n¨²mero de delincuentes, mujeres descarriadas y ancianos improvidentes a un lugar cuyas coordenadas, por razones de seguridad, me ser¨ªan facilitadas al t¨¦rmino del viaje. S¨®lo se me indic¨® la ruta a seguir. Asimismo se me notific¨® que la dotaci¨®n de la nave, tanto los mandos como la tripulaci¨®n, estaba compuesta por personas cuyo historial presentaba alg¨²n elemento negativo, por lo cual deb¨ªa supervisar su conducta con discreci¨®n, evaluarla con equidad e informar a las autoridades competentes con exactitud. En este sentido, la misi¨®n constitu¨ªa para ellos una oportunidad de rehabilitaci¨®n, aunque lo ignorasen.
Lo que no me dijeron es que yo tambi¨¦n me encontraba en las mismas condiciones, pues a causa de mi solicitud de jubilaci¨®n anticipada hab¨ªan aflorado algunos asuntos personales y episodios profesionales que yo cre¨ªa a buen recaudo o, a lo sumo, olvidados. Esto ¨²ltimo, sin embargo, ya no tiene la menor importancia, porque ayer tarde el almirante Sinegato me notific¨® que hab¨ªa pasado la prueba a plena satisfacci¨®n del Comit¨¦ de Evaluaci¨®n, al igual que el primer segundo de a bordo, Graf Ruprecht von Hohend?lfer, el segundo segundo de a bordo, M. Gaston-Philippe de la Ville de St. Jean-Fleurie, y el m¨¦dico de a bordo, doctor Arist¨®teles Argyris Agustinopoulos.
Por este motivo, y por orden expresa de las autoridades competentes, las cuatro personas antes mencionadas hemos sido relevadas de la presente misi¨®n y autorizadas a emprender el regreso a la Tierra en el plazo de dos d¨ªas, en una nave regular, pues la que nos ha tra¨ªdo hasta aqu¨ª no ofrece condiciones de navegabilidad y se encuentra en proceso de desguace en los astilleros de la Estaci¨®n Espacial Aranguren, con objeto de ser aprovechadas algunas de sus partes como piezas de repuesto y el resto, como chatarra.
Una vez en la Tierra, a los dos segundos de a bordo se les restituir¨¢ en sus cargos, y al doctor Agustinopoulos, en el ejercicio de su profesi¨®n. En cuanto a m¨ª, se me conceder¨¢ la jubilaci¨®n anticipada con goce de pleno sueldo, una vez deducidos algunos adeudos con sus correspondientes intereses, recargos y costas. ?ste es, pues, el final de mi carrera y el principio de un merecido descanso.
Al o¨ªr estas gratas noticias ayer tarde, de boca del almirante Sinegato, expres¨¦ de inmediato mi agradecimiento al Comit¨¦ de Evaluaci¨®n, reiter¨¦ mi fidelidad a las autoridades competentes y pregunt¨¦, sin ¨¢nimo de inmiscuirme en las decisiones de la superioridad, qui¨¦n me sustituir¨ªa al mando de la misi¨®n y en qu¨¦ nave continuar¨ªan viaje la tripulaci¨®n y el pasaje.
El almirante Sinegato respondi¨® que nadie me reemplazar¨ªa al frente de la misi¨®n, por cuanto, en realidad, el trayecto no ten¨ªa destino alguno, siendo su ¨²nico objetivo aislar a una serie de personas dificultosas por el m¨¦todo habitual en tiempos de crisis econ¨®mica, es decir, enviarlas a dar vueltas por la zona helicoidal en una nave averiada, gobernada por in¨²tiles y desaprensivos. De momento, sin embargo, no hab¨ªa nave disponible, por lo que dichas personas deber¨ªan permanecer en la estaci¨®n espacial hasta tanto dispusieran las autoridades competentes.
Pregunt¨¦ d¨®nde se encontraban dichas personas y me respondi¨® que el primer y segundo segundos de a bordo, as¨ª como el doctor Agustinopoulos, se encontraban en sus respectivos camarotes, preparando el viaje de regreso. En lo concerniente a los miembros de la tripulaci¨®n y del pasaje, no era ya asunto de mi incumbencia, aunque el almirante Sinegato, para tranquilizar mis escr¨²pulos, tuvo a bien informarme de que todos se encontraban sanos, salvos y bajo su protecci¨®n, y que hab¨ªan sido lavados, desinfectados, hidratados, alimentados, curados y encerrados en el calabozo.
Reiterada mi gratitud y mi alborozo, el almirante Sinegato, alegando apremios y compromisos, llam¨® a la camarera, le orden¨® que cargara las consumiciones a la cuenta oficial de gastos y salimos. Antes de abandonar la cafeter¨ªa Bar Quincoces, sin embargo, tuve ocasi¨®n de susurrar al o¨ªdo de la camarera el n¨²mero de mi camarote.
Esta madrugada, cuando ya me hab¨ªa quedado dormido, ha llamado a mi puerta. La he hecho entrar, he cerrado la puerta y la he reprendido por su tardanza.
Se ha excusado diciendo que no hab¨ªa librado hasta pasada la medianoche y que a¨²n despu¨¦s hab¨ªa perdido bastante tiempo en impedir que la siguieran, no tanto por saber ad¨®nde iba, sino por raz¨®n de su palmito, ya que abundaban 'los moscones' en la cafeter¨ªa bar Quincoces, de la cual, dicho sea de paso, ha obtenido una llave.
Aclarado este punto le confieso no haberla reconocido en la cafeter¨ªa hasta que ella misma me mostr¨® la palabra murder escrita al carboncillo en la palma de la mano. Mientras se desprende de la peluca y la cofia y se desmaquilla, la se?orita Cuerda responde que la palabra no est¨¢ escrita al carboncillo, sino grabada al hierro en el presidio donde estuvo encerrada hasta que le fue ofrecida la posibilidad de inscribirse en el proyecto de expatriaci¨®n junto a otras mujeres descarriadas. Nunca pens¨® que dicho proyecto condujera a nada bueno, pero est¨¢ dispuesta a todo, menos a la reclusi¨®n. Por este motivo, al ser conducida al calabozo con el resto del pasaje tan pronto pusimos pie en la estaci¨®n espacial, se las ingeni¨® para evadirse y confundirse con la poblaci¨®n local.
Preguntada de qu¨¦ argucia se vali¨® para que la dejaran salir del calabozo, ha rehusado contestar. Preguntada si la misma argucia servir¨ªa para el resto de los detenidos, ha respondido que lo duda mucho.
Acto seguido, sin embargo, a?ade que de sus contactos personales con el personal carcelario ha deducido que ¨¦ste no ser¨ªa reacio a otras formas de persuasi¨®n y que en esta estaci¨®n espacial, como en cualquier otro lugar del Universo, el dinero abre todas las puertas.
La conversaci¨®n queda interrumpida en este punto tan interesante por unos golpes en la puerta.
Acudo y entran el primer y segundo segundos de a bordo, quienes, tras saludar con excesivo entusiasmo a la se?orita Cuerda, dicen haber realizado las averiguaciones que yo les encomend¨¦ la v¨ªspera cuando coincidimos a la hora de cenar en el refectorio.
Poco despu¨¦s llaman de nuevo y comparece el doctor Agustinopoulos, el cual refiere c¨®mo, siguiendo mis indicaciones, se ha hecho mostrar el laboratorio farmac¨¦utico por el m¨¦dico jefe de la estaci¨®n espacial y c¨®mo, al t¨¦rmino de la visita, tras haberle elogiado largamente las instalaciones y su funcionamiento, el doctor Agustinopoulos ha tratado de inducir a su colega a tomar unas copas en las que previamente hab¨ªa vertido un poderoso somn¨ªfero. Habi¨¦ndose negado el m¨¦dico local a beber en horas de servicio, el doctor Agustinopoulos no ha tenido m¨¢s remedio que partirle la cabeza con un taburete. Ahora el doctor Agustinopoulos dispone de la llave de acceso al citado laboratorio y la garant¨ªa de que no le molestar¨¢ nadie.
Antes de pasar a la fase siguiente de la operaci¨®n, pondero la conveniencia de dejar una nota al almirante Sinegato agradeci¨¦ndole sus atenciones, pero mis compa?eros me disuaden de hacerlo alegando que en estos casos, el tiempo es oro. Cedo a sus argumentos, concluyo la redacci¨®n de este grato Informe, cojo la bolsa de equipaje y salimos todos del camarote para llevar a t¨¦rmino el resto de mi plan.
Continuar¨¢
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