El Atl¨¦tico da una lecci¨®n pr¨¢ctica
El conjunto madrile?o se aprovecha de los errores del Eibar para olvidarse de sus fantasmas
Antes de comenzar el partido, el Eibar degustaba el lujo de igualarse con el Atl¨¦tico en un cierto nivel de pedigr¨ª. Si el equipo madrile?o ha cambiado su fisonom¨ªa, el vasco no le ha ido a la zaga: 16 caras nuevas dan lustre a cualquiera. Hab¨ªa un peque?o matiz, sin embargo, que desluc¨ªa el traje: entre un conjunto y otro hay una diferencia de m¨¢s de 8.000 millones de pesetas de presupuesto. Menudencias cuando el ¨¢rbitro pita el inicio, abismos cuando empieza a rodar el bal¨®n.
Puede que la primera lecci¨®n de Luis Aragon¨¦s a su Atl¨¦tico haya sido inculcarle paciencia, algo as¨ª como la fe en las virtudes, a sabiendas de que los cuadros m¨¢s apurados, m¨¢s escasos, acaban cometiendo fallos muy aprovechables en los partidos espesos a poco que se ande con los ojos abiertos y sabi¨¦ndose el oficio. En tal caso, los goles caen como fruta madura.
Una goleada en campo contrario explica inmediatamente una soberan¨ªa, algo as¨ª como un paseo militar, por m¨¢s que en medio est¨¦ el Eibar, que siempre obliga al rival a hacer un soberano esfuerzo y le hace sufrir una asfixia s¨®lo superable por los acostumbrados tanto a disfrutar, por su calidad, como a sufrir, por convencimiento.
El Atl¨¦tico tiene algo de eso: fe y obras. El Eibar, la mitad de eso: s¨®lo fe. Por eso el equipo rojiblanco se adue?o del bal¨®n sin mayor esfuerzo -se lo regalaba el contrario con frecuencia- y fue macerando sus oportunidades.
Hubo un d¨ªa en el que Benito Floro dio una lecci¨®n magistral sobre la importancia del saque de banda . Nadie le hizo caso. Y, al parecer, menos que nadie el Eibar. En un rect¨¢ngulo estrecho, Cabrejo, se fue de la jugada cuando sacaba el Atl¨¦tico. Consecuencia: un gol de Diego Alonso. El segundo tanto tuvo m¨¢s que ver con los asuntos personales. Lo malo de los terrenos peque?os es que se oye todo. Y a Almunia, el portero cedido por el Celta, se le escuch¨® el do de pecho emitido pidiendo sitio para atrapar el bal¨®n en un libre indirecto de Stankovic. El problema fue que dio la nota y Alonso la recogi¨® como quien echa a la papelera un papel arrugado en la acera.
Dos a cero y sin arrugarse el traje. Al Eibar le faltan m¨¢s de dos planchazos para combinar un grupo reestructurado hasta el ¨²ltimo d¨ªa. As¨ª que al cuarto de hora se sab¨ªa qui¨¦n no iba a ganar. A la media hora se sab¨ªa qui¨¦n iba ganar. Al descanso se fue el Atl¨¦tico con dos goles, por dos fallos, y a los dos minutos de reiniciado el lance, el tercer error del Eibar dio otro remate a Stankovic.
Superioridad subterr¨¢nea
Hay partidos que se definen por la superioridad subterr¨¢nea, ¨¦sa que el jugador asimila antes que el p¨²blico, porque no ve el bal¨®n y, cuando lo ve, le dura poco. Si al Eibar le sobra el delantero centro es que el rival juega mejor. Si la presencia de Fernando Torres o Stankovic es may¨²scula en calidad y velocidad es que el rival es menor. Los dos jugaban a una velocidad superior al resto y no por asuntos de inicio de temporada sino por condici¨®n propia. Por si acaso, estaba Diego Alonso en la versi¨®n m¨¢s tradicional del delantero centro: con la ca?a, la cabeza o lo que se precie, para recoger lo que la marea proporciona.
El Eibar es un equipo por hacer. Ziarreta, lleno de noveles y merioritorios de la Primera Divisi¨®n (por primera vez en su vida), opt¨® por los primeros y el experimento result¨® un tanto descorazonador. El delantero Sukia jug¨® la pasada temporada en el Beasain (2? B). Y se nota: suele llegar tarde. Garitano (ex del Ourense) tiene una velocidad menos que la categor¨ªa. As¨ª que la pelota se la llev¨® el Atl¨¦tico como si la hubiera tra¨ªdo desde Madrid. Otra velocidad, otra concepci¨®n, otro ajuste. As¨ª que hasta la defensa vivi¨® a gusto, sin agobios, sin complicaciones.
Cabr¨¢ en el haber del Eibar un remate al travesa?o de Jauregi en un saque de esquina o una oportunidad malgastada por Aldeondo con Burgos casi batido. Le valdr¨¢ para el recuerdo, para indagar en la sospecha de que era la bestia negra del Atl¨¦tico en Segunda, aunque ayer lo dej¨® de ser. El equipo de Luis ni siquiera necesit¨® deshacerse en elogios con el f¨²tbol para solventar un tr¨¢mite marcado por el inmediato pasado y te?ido por el miedo al fracaso, a sus fantasmas.
Eibar ya no no es su infiernno particular (el a?o pasado le sac¨® cuatro de seis puntos en juego). Todo un cargamento de autoestima a estas alturas de Liga.
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