Curso, recurso, discurso
Aznar tiene una tendencia natural a la repetici¨®n; se le ve complacido cuando hace algo que ya ha hecho antes, como inaugurar el curso pol¨ªtico comiendo en un monasterio de Burgos y disertando ante sus fieles en un pueblo de Valladolid. No hay que exagerar, pero lo del monasterio (12 a?os ya, como si quisiera establecer una tradici¨®n) resulta algo anacr¨®nico en la sociedad espa?ola actual. Mejor dicho, resultar¨ªa si no fuera porque todav¨ªa se producen esperpentos como el despido de una profesora por casarse con un divorciado. En el pueblo de Valladolid, Aznar tambi¨¦n se repiti¨®: prefiri¨® arremeter contra los socialistas a plantear sus propias propuestas y proyectos para el nuevo curso. Y lo hizo con el mismo discurso de la cohesi¨®n territorial del a?o pasado.
El asunto es importante y merec¨ªa una respuesta menos vista que el sarcasmo socialista sobre el nombre completo del pueblo: Quintanilla de On¨¦simo. Efectivamente, existe alg¨²n riesgo de desestabilizaci¨®n del modelo auton¨®mico, sobre todo por los efectos contagiosos de la crisis vasca, como se vio en la din¨¢mica de la Declaraci¨®n de Barcelona. La resistencia al ventajismo nacionalista es un componente necesario de la respuesta a ese riesgo, pero el otro componente es la iniciativa pol¨ªtica. Este a?o est¨¢ previsto cerrar el traspaso de las competencias en materia sanitaria a las diez comunidades que a¨²n no las tienen. Es un proceso que implica la transferencia de 1,7 billones de pesetas en recursos y de 130.000 empleados p¨²blicos. Tras ese cap¨ªtulo s¨®lo quedar¨¢ pendiente el traspaso de educaci¨®n a esas comunidades para completar el proceso de redistribuci¨®n territorial del poder dise?ado en la Constituci¨®n.
El acuerdo sobre financiaci¨®n auton¨®mica alcanzado antes de las vacaciones es mejor que nada, pero las comunidades siguen sin asumir los riesgos de una posible reducci¨®n recaudatoria, sin lo que no existe verdadera corresponsabilidad fiscal. Y la paralizaci¨®n del debate sobre reforma del Senado colapsa cualquier iniciativa para dar salida constitucional a los problemas que la integraci¨®n europea plantea al Estado descentralizado: mecanismos de conformaci¨®n de la voluntad nacional y f¨®rmulas que garanticen la representaci¨®n de intereses territoriales en los organismos de la Uni¨®n.
Es cierto que la pol¨ªtica de alianzas de los socialistas en algunas comunidades es poco clara, pero denunciarlo no es todav¨ªa una pol¨ªtica auton¨®mica (y de alianzas) propia. Adem¨¢s, iniciar el curso se?alando las debilidades de la oposici¨®n transmite falta de confianza en los propios proyectos. A Zapatero vino a decirle que no basta con proponer pactos de Estado sobre todo, que hay que decir qu¨¦ contenidos se defienden en cada caso: Plan Hidrol¨®gico, inmigraci¨®n, etc. Sorprende que en lugar de felicitarse por una oposici¨®n tan pactista, le irrite. Y la experiencia ha demostrado que Zapatero ten¨ªa raz¨®n en la importancia de un pacto destinado a cerrar a ETA cualquier perspectiva de que un cambio de Gobierno pudiera significar una negociaci¨®n pol¨ªtica.
Pero Zapatero no puede quedarse en el procedimiento. Tiene que pasar a defender su propia alternativa y no s¨®lo que es capaz de hacer una oposici¨®n inteligente. Por lo mismo, ser¨ªa un error que se creyera del todo las encuestas que le otorgan una valoraci¨®n por encima de la de Aznar. Que suscite poco rechazo es un punto de partida favorable, pero esa calificaci¨®n puede depender en parte de que los votantes conservadores le dan buena nota porque le prefieren como jefe de la oposici¨®n; no necesariamente como gobernante.
El curso que ahora se inicia es, por otra parte, el que cuenta de entrada con un entorno econ¨®mico internacional menos favorable desde que Aznar gobierna. Ello pondr¨¢ a prueba su capacidad para gestionar la desaceleraci¨®n. Por ejemplo, para cuadrar los presupuestos sin d¨¦ficit con la prometida rebaja de impuestos, que algunos expertos ya le aconsejan aplazar. Para abordar la nueva fase tal vez ser¨ªa conveniente una remodelaci¨®n del Gobierno, pero el asunto Gescartera limita sus movimientos: adelantarse a cambiar a alguno de los ministros del ¨¢rea econ¨®mica afectados por el esc¨¢ndalo ser¨ªa visto casi como un reconocimiento de culpabilidad; pero si por ese motivo hace una remodelaci¨®n que no les afecte, es posible que los resultados de la comisi¨®n de investigaci¨®n le obliguen a realizar un segundo reajuste. Y el plazo no es muy grande porque en enero se inicia el semestre de presidencia espa?ola de la UE, y no es recomendable cambiar a los ministros cuando est¨¢n presidiendo los correspondientes ¨®rganos sectoriales. ?se podr¨ªa ser un motivo adicional para intentar cerrar el asunto Gescartera cuanto antes, pero si eso significa cerrarlo como sea puede convertirlo en un problema que no afecte ya a algunos ministros, sino a la credibilidad de su presidente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.