Inventar historias en el Retiro
El festival Titirilandia celebra hoy el ¨²ltimo de sus 32 encuentros con autores de literatura infantil
'Los atardeceres se alargan interminablemente en Madrid, porque Helio, dios del Sol, preside uno de sus edificios'. Esta explicaci¨®n tan poco cient¨ªfica sobre las llamativas puestas del sol de la capital fue uno de los hilos conductores que el escritor Joan Manuel Gisbert (Barcelona, 1949) utiliz¨® ayer para hilvanar historias ante unos doscientos ni?os y ni?as congregados en el parque del Buen Retiro.
La sesi¨®n forma parte del programa Un verano de cuento, que, dentro del festival Titirilandia 2001, termina hoy con la actuaci¨®n del animador cultural Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez de la Flor, uno de los m¨¢s asiduos colaboradores con bibliotecas infantiles.
Como en cualquiera de los 32 encuentros con artistas (escritores, ilustradores, m¨²sicos) que han tenido lugar dentro de este apartado del festival, la sesi¨®n con Gisbert tuvo un car¨¢cter marcadamente l¨²dico. Y, tambi¨¦n como en las otras, el escritor catal¨¢n departi¨® con sus lectores, que media hora antes del inicio de la actividad hac¨ªan cola ante el peque?o anfiteatro del Retiro para solicitar la dedicatoria de sus libros.
Irene, una peque?a de cinco a?os, provoc¨® la sorpresa de Gisbert al presentarse con el libro El misterio de la isla de T?ckland, un relato recomendado para lectores de 12 a?os. '?T¨² lees ese libro?', le pregunt¨® perplejo. 'No, me lo cuenta mi mam¨¢', respondi¨® la peque?a; aunque su hermana Gema Leticia ('as¨ª, los dos nombres') se apresur¨® a puntualizar que ella s¨ª lo est¨¢ leyendo: 'Porque yo leo mucho, tengo el carn¨¦ de biblioteca desde los tres a?os'.
Tanto Gisbert como la coordinadora de los encuentros, la experta en literatura infantil Pilar Solana, aprovechan la an¨¦cdota para se?alar satisfechos que, 'a pesar de todo, el milagro de la lectura sigue siendo posible'. No es, sin embargo, el ¨²nico milagro visible en esta calurosa tarde de verano, cuando, a pesar de los rigores clim¨¢ticos, se re¨²nen ni?os y adultos para escuchar historias originales, unas inventadas por el autor de turno y otras construidas a vuela pluma, con la participaci¨®n de los peque?os espectadores.
La de ayer fue una historia que part¨ªa del Palacio de Cristal del Retiro ('el m¨¢s bello edificio de esta ciudad', en palabras de Gisbert). Un relato sobre el ovillo de la vida y la tentaci¨®n de tirar del hilo antes de tiempo para desentra?ar los secretos de una biograf¨ªa. Al terminar de o¨ªrlo, Irene, de 10 a?os, comentaba a su madre: 'Creo que ese cuento ense?a a no ser impaciente. Es mejor vivir las cosas poco a poco, sin conocer el final' .
Tampoco nadie conoc¨ªa el final de las peripecias de una mariposa perdida que Gisbert se sac¨® de la manga para que los presentes construyeran una historia colectiva. La mariposa deambul¨® en busca de flores por el Jard¨ªn Bot¨¢nico -a lo que Gisbert replicaba: 'No, all¨ª no, que todas las flores son cient¨ªficas y no quieren recibir mariposas'-, por la Casa de Campo -'all¨ª se encontr¨® con unas se?oritas... bueno, mejor no lo decimos, que hay ni?os'-, por el Campo de las Naciones... Hasta poder posarse sobre una humilde rosa cortada.
Al final, Gisbert, que hab¨ªa se?alado al comienzo de la actividad el car¨¢cter 'estimulante y dif¨ªcil' de relatar cuentos ante un p¨²blico de tan corta edad (hab¨ªa muchos cochecitos de beb¨¦), recibi¨® las bendiciones del p¨²blico con sus aplausos, y, m¨¢s personalmente, las de la peque?a Mar¨ªa Clara, que le espet¨®: 'Sigue creando libros'.
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