Enfriamiento global en la 'nueva econom¨ªa'
Desde finales de la d¨¦cada de los setenta, durante la segunda crisis del petr¨®leo, no hab¨ªa ocurrido algo parecido: los tres grandes bloques econ¨®micos (Estados Unidos, Europa, Jap¨®n) se encuentran en una coyuntura econ¨®mica de enfriamiento simult¨¢neo. Enfriamiento global, se dice hoy. La riqueza conjunta de estos tres bloques es muy superior a la del resto del mundo, aunque su poblaci¨®n sea claramente inferior. Los conceptos que se utilizaban entonces para describir la situaci¨®n (estanflaci¨®n: estancamiento con inflaci¨®n) son diferentes de los de ahora (crisis de la nueva econom¨ªa: etapa que hac¨ªa compatible el fuerte crecimiento con el equilibrio macroecon¨®mico, baja inflaci¨®n, pleno empleo, cuentas p¨²blicas equilibradas), pero en buena parte significan lo mismo.
Durante el verano, los medios de comunicaci¨®n han emborrachado a los ciudadanos con datos econ¨®micos muy contradictorios. Un d¨ªa se dec¨ªa que Alemania, la locomotora europea, estaba parada; al siguiente, que los inversores alemanes, pese a todo, eran optimistas. Otro, que la productividad en Estados Unidos segu¨ªa siendo alta; y m¨¢s all¨¢, que la econom¨ªa americana estaba al borde de la recesi¨®n, no obstante lo cual los analistas (bastante deteriorados, por otra parte, en su credibilidad) manten¨ªan el aliento: lo peor ha pasado. Un d¨ªa nos despert¨¢bamos crepitando porque Argentina hab¨ªa conseguido el apoyo del Fondo Monetario Internacional y evitaba la quiebra del pa¨ªs..., debido a lo cual, y pasados los primeros momentos, las bolsas bajaban por en¨¦sima vez y los sindicatos y piqueteros se manifestaban en contra de las condiciones impuestas por el FMI y aprobadas por el Gobierno de De la R¨²a (d¨¦ficit cero, como en Europa o Estados Unidos). The Economist habla en su portada de recesi¨®n, pero el presidente de Cisco Systems, una de las empresas paradigm¨¢ticas de la nueva econom¨ªa, declara que se ve la luz del final del t¨²nel.
Se trata, pues, de encontrar el vector dominante entre todas esas noticias para conocer el camino que recorremos. ?Sufre la econom¨ªa un frenazo mundial, liderada por Estados Unidos (que ha pasado en poco m¨¢s de un a?o de crecer al 5% a un m¨ªsero 0,2% en el segundo trimestre del a?o), y va hacia la recesi¨®n, o estamos saliendo ya del crecimiento cero y esta crisis ha sido s¨®lo un peque?o par¨¦ntesis en el esplendor de la ¨²ltima d¨¦cada? Es la duda de Clemenceau cuando dec¨ªa solemnemente: 'Poincar¨¦ lo sabe todo y no entiende nada; Briand no sabe nada y lo entiende todo'. ?Qui¨¦nes somos: Poincar¨¦ o Briand?
Si expurgamos esas cifras, nos daremos cuenta de que la mayor parte de las de naturaleza positiva (excepto la baja de los tipos de inter¨¦s de la Reserva Federal o del Banco Central Europeo, aunque tambi¨¦n ¨¦stas son contradictorias, pues las bajadas se pod¨ªan haber producido antes o con mayor intensidad) se pueden calificar de psicol¨®gicas (el humor de los consumidores o de los empresarios) o virtuales (los precios no suben mucho), mientras que las negativas tienen mucho m¨¢s que ver con la vida cotidiana de los ciudadanos: caen los m¨¢rgenes de muchas empresas, otras advierten que van a obtener en el futuro inmediato menos beneficios de los previstos (profit warning), otras m¨¢s anuncian que se convertir¨¢n en sociedades sin f¨¢bricas (la francesa Alcatel, lo cual es otra paradoja) y, sobre todo, se anuncia una cascada de despidos masivos en las empresas m¨¢s representativas de nuestro tiempo, las tecnol¨®gicas y las de telecomunicaciones. Las razones sociales de estas empresas son las m¨¢s se?eras: Lucent, Motorola, Nortel, NTT, Fujitsu, Alcatel, Ericsson, ABB, Cisco, Intel, IBM, Nokia, Philips, British Telecom, France T¨¦l¨¦com, Sonera, Cap Gemini, Hitachi, Toshiba, Opel, etc¨¦tera, etc¨¦tera.
Si la nueva econom¨ªa es aquella que, basada en la revoluci¨®n tecnol¨®gica y en la sociedad del conocimiento, se caracteriza por el fuerte y constante crecimiento, acompa?ada del equilibrio macroecon¨®mico, ?qu¨¦ queda de ella? Veamos: la afirmaci¨®n de que los ciclos econ¨®micos hab¨ªan muerto ha quedado desmentida. La de que la inversi¨®n en tecnolog¨ªas de la informaci¨®n era a prueba de recesiones, tambi¨¦n. El hecho de que los beneficios empresariales seguir¨ªan aumentando con rapidez en los pr¨®ximos a?os es un mito. La situaci¨®n de la Bolsa, y dentro de ella la de las compa?¨ªas relacionadas con las nuevas tecnolog¨ªas y las comunicaciones, ya se conoce exhaustivamente y se habla, creo que exageradamente, del derrumbre del capitalismo popular. Por ¨²ltimo, hay una gran discusi¨®n sobre si la inversi¨®n en tecnolog¨ªas de la informaci¨®n hace aumentar de forma lineal la productividad, o si los crecimientos de ¨¦sta en los ¨²ltimos tiempos ten¨ªan m¨¢s que ver con galopar en la parte alta del ciclo. No hay una respuesta contundente, excepto la de interrogarnos acerca de si tambi¨¦n existen los ciclos de productividad.
Todo ello nos lleva ya a algunas conclusiones: la primera, que la recuperaci¨®n no se va a producir en este segundo semestre del a?o. Es m¨¢s, las perspectivas de los organismos internacionales tienden, conforme se actualizan, a la baja. La segunda, que, al contrario de lo que predicaban los postulados de la nueva econom¨ªa, la coyuntura se est¨¢ sosteniendo -en lo que se sostiene- en base al consumo de los ciudadanos y no de la inversi¨®n, que est¨¢ en ca¨ªda libre (la producci¨®n industrial del G-7, en los ¨²ltimos meses, es decreciente). Por ¨²ltimo, que el efecto contagio de las crisis es muy fuerte y afecta a los pa¨ªses emergentes, carentes de entradas de capital (en las situaciones comprometidas se refugian en la calidad), y no digamos al Tercer Mundo y a los pa¨ªses m¨¢s pobres. Del mismo modo que la globalizaci¨®n contagia algunos de sus efectos positivos, act¨²a como un virus que propaga las infecciones econ¨®micas a todo el planeta.
Una vez que se determine cu¨¢l es ese vector dominante, la pregunta es si las pol¨ªticas econ¨®micas van a estimular a partir de ahora el crecimiento o el rigor econ¨®mico. En Europa, los principales pa¨ªses van a tener a finales del a?o en curso
un d¨¦ficit p¨²blico superior al previsto (y en algunos casos, superior al del a?o 2000), lo que pone en cuesti¨®n el pacto de estabilidad y los criterios de convergencia del Tratado de Maastrich (Espa?a es el Quijote y tiene programado, mientras no lo rectifiquen los pr¨®ximos Presupuestos, una situaci¨®n de super¨¢vit del 0,2% del PIB). Estados Unidos, por su parte, va a pasar del super¨¢vit p¨²blico que dej¨® Clinton al d¨¦ficit de Bush, pese a lo cual el presidente ha iniciado la devoluci¨®n de impuestos que prometi¨® en la campa?a electoral. Para financiar los gastos militares, seguramente va a tener que echar mano del super¨¢vit de la Seguridad Social. ?Volveremos al keynesianismo de derechas que tanto gustaba a Ronald Reagan? Jap¨®n, inmerso en la cuarta recesi¨®n en una d¨¦cada, se debate entre aplicar las reformas siempre aplazadas (fiscal, financiera, laboral) con las que Koizumi se hizo con el Gobierno -lo que a corto plazo puede llevar a m¨¢s paro, deflaci¨®n y recesi¨®n- o implantar el en¨¦simo plan keynesiano de expansi¨®n de la demanda.
?stas son las respuestas que se est¨¢n dando. ?Cu¨¢nto tiempo m¨¢s va a durar el empuje del consumo si los ciudadanos padecen el final del efecto riqueza y sufren fuertes p¨¦rdidas en las bolsas de valores, y si contin¨²an las brutales reducciones de empleo colectivas en las empresas? Si los ciudadanos y las familias dejan de consumir, caer¨¢ la demanda interna, se reducir¨¢n a¨²n m¨¢s los beneficios empresariales y crecer¨¢ el paro. No hay muchas razones para el optimismo.
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