El chinch¨®n de la Diada
Mesa redonda de los protagonistas del primer Onze de Setembre legal
En los sof¨¢s oficiales de la residencia del gobernador, en Abadesa Olzet, y entre copas de espa?ol¨ªsimo chinch¨®n se fragu¨® hace 25 a?os el acuerdo para legalizar la concentraci¨®n en la plaza de Catalunya de Sant Boi. As¨ª lo recordaba el pasado jueves el que en 1976 era m¨¢xima autoridad provincial y policial de Barcelona: Salvador S¨¢nchez Ter¨¢n. No fue nada f¨¢cil el pacto entre aquellos que desde el poder alternaban la apertura del franquismo con la mano dura y quienes representaban a los que todav¨ªa llenaban las c¨¢rceles, aquellos para quienes en la historia de este pa¨ªs y de este siglo hay un agujero negro de 40 a?os. As¨ª las cosas, lo que para unos era chinch¨®n dulce para otros deb¨ªa de ser definitivamente seco. El pasado jueves, ambas sensibilidades compartieron civilizada mesa en el Museo de Historia de Catalu?a. A un lado, Rodolfo Mart¨ªn Villa (ministro de Gobernaci¨®n en 1976) y Salvador S¨¢nchez Ter¨¢n (gobernador civil de Barcelona) y, en otro, el que aquel Onze de Setembre fue portavoz de la Assemblea de Catalunya, Jordi Carbonell, tan insobornable como cuando fue torturado por negarse a declarar en castellano.
Carbonell: 'Lo ¨²nico que pact¨¦ con S¨¢nchez Ter¨¢n fue no insultar ni al Ej¨¦rcito ni al Rey'
S¨¢nchez Ter¨¢n explicaba lo inc¨®modo de la celebraci¨®n de aquel Onze de Setembre en libertad: era un mal momento para el Gobierno de Adolfo Su¨¢rez y, por si fuera poco, la manifestaci¨®n se convocaba el d¨ªa siguiente de la aprobaci¨®n de la Ley de Reforma Pol¨ªtica que para unos abr¨ªa el franquismo y para otros lo perpetuaba. 'Hab¨ªa que autorizarla fuera de Barcelona', aseguraba un S¨¢nchez Ter¨¢n que recordaba el eco de la manifestaciones multitudinarias del 1 y el 8 de febrero de aquel mismo a?o. 'Las condiciones eran que Tarradellas no pod¨ªa ser el centro de la jornada, que no se pod¨ªa llamar nacional y que deb¨ªa haber una garant¨ªa absoluta de orden', agreg¨® el ex gobernador civil. Con este gui¨®n y en los sof¨¢s de su residencia, la cuarta noche de copas S¨¢nchez Ter¨¢n lleg¨® a un acuerdo con una comisi¨®n en la que se mezclaban churras y merinas, pues a los nombres de opositores reputados como Pere Portabella, Josep Benet, Miquel Sellar¨¨s o el doctor Colomines, se sumaban los de Jorge Trias Sagnier o Manuel Almod¨®var, entonces en la nebulosa del asociacionismo tardofranquista.
Con todo, se lleg¨® a un acuerdo. Los oradores de aquel Onze de Setembre en Sant Boi ser¨ªan Octavi Saltor, entonces en un partido -Lliga Catalana- que no participaba de las plataformas de la oposici¨®n democr¨¢tica mayoritaria; Miquel Roca, en nombre del Consell de Forces Pol¨ªtiques de Catalunya, y Jordi Carbonell, en representaci¨®n de la Assemblea de Catalunya. 'Recuerdo que en la entrevista que tuvimos en el Gobierno Civil usted me dijo que en mi discurso dijera 'Espa?a', en lugar de 'Estado espa?ol', y yo me negu¨¦; lo ¨²nico que pact¨¦ con usted es que no insultar¨ªa ni al Ej¨¦rcito ni al Rey, y la verdad es que no ten¨ªa previsto hacerlo pues no era mi estilo ni soy tan insensato', recuerda Carbonell. 'Yo le dije que para m¨ª Espa?a no era una realidad, a pesar de mi aprecio por los dem¨¢s pueblos del Estado y mi reconocimiento a los nuevos catalanes, pues mientras estuve detenido en los calabozos de la Jefatura Superior de Polic¨ªa, en la Via Laietana, pude sentir el afecto, el aliento y la solidaridad de militantes presos de Comisiones Obreras que no hablaban una palabra de catal¨¢n', aseguraba el hombre que aquel Onze de Setembre habl¨® en nombre de la Assemblea de Catalunya.
En esa negociaci¨®n en la que 'con los comunistas no se pod¨ªa hablar', S¨¢nchez Ter¨¢n estaba obsesionado -confesaba anteayer- con que los partidos de extrema izquierda quisieran romper el acto y 'provocar altercados violentos'. Carbonell tem¨ªa, en cambio, que la reputada violencia policial campara por sus fueros. 'Recuerdo cuando se celebr¨® la manifestaci¨®n el 1 de febrero de aquel 1976, con qu¨¦ brutalidad reprimi¨® la polic¨ªa a los manifestantes pac¨ªficos, c¨®mo dio testimonio la prensa internacional', se?alaba el ahora dirigente de Esquerra Republicana.
Con todo, la primera Diada en libertad se celebr¨®, como apunt¨® anteayer Rodolfo Mart¨ªn Villa, gracias a que 'la pol¨ªtica no es una ciencia exacta y tampoco lo fue en la transici¨®n, lo que nos ha permitido llegar donde estamos'. El ex ministro le record¨® a un nacionalmente insatisfecho Carbonell que gracias a esa Constituci¨®n, cuyo t¨ªtulo octavo no gusta al republicano, 'hemos podido entendernos un poco m¨¢s'.
Con un p¨²blico de opiniones divididas, entre el que se encontraba Antoni Guti¨¦rrez -en 1976 secretario general del ilegal PSUC-, el convergente Joaquim Molins, el nacionalista Miquel Sellar¨¨s y el inclasificable Llu¨ªs Maria Xirinachs, las intervenciones de cada orador se aplaud¨ªan por ¨¢reas. Son las ventajas de la democracia que tuvo uno de sus puntos de arranque aquel Onze de Setembre de 1976. Como record¨® la consejera de Ense?anza, Carme Laura Gil, aquella Diada fue 'una explosi¨®n de color para un pa¨ªs de pocos vencedores y muchos vencidos, en el que imperaba el clamoroso silencio del miedo'. De eso y de las copas de chinch¨®n hace ya 25 a?os.
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