Anticlerical

Una de las obsesiones que durante la transici¨®n pendi¨® sobre las cabezas de los pol¨ªticos de la entonces oposici¨®n democr¨¢tica al franquismo fue evitar por todos los medios el enfrentamiento con la Iglesia cat¨®lica. El recuerdo de los a?os treinta marc¨® a fuego a aquella platajunta. La estela dejada por un Papa llamado Juan XXIII, el Concilio Vaticano y un arzobispo apellidado Taranc¨®n pusieron los contrapuntos desde la parte de la Iglesia. As¨ª se hizo una transici¨®n hist¨®rica y as¨ª pudo hacerse una Constituci¨®n democr¨¢tica. La Iglesia es as¨ª una confesi¨®n mayoritaria entre los espa?oles pero nada m¨¢s.

Otra cosa son los acuerdos entre el Estado y la Iglesia sobre la inclusi¨®n de la materia de Religi¨®n en el sistema educativo. Creo que fue un craso error desde el principio incluir la transmisi¨®n de la moral cristiana como materia docente en las escuelas e institutos. Mayor error fue el sistema laboral previsto para cubrir los puestos de esos 'profesores'. Vaya por delante que, como se ha dicho en otros momentos, es muy necesario el estudio de las religiones como patrimonio de la humanidad. Ser¨ªa de gran utilidad que las generaciones escolares conocieran los principios y aportaciones culturales del cristianismo en todas sus variantes ortodoxas, cat¨®licas, luteranas o calvinistas, del mahometanismo, del juda¨ªsmo e incluso de las creencias budistas y sincr¨¦ticas del Oriente. Frente a la nueva religi¨®n del ¨ªndice Nasdaq, les vendr¨ªa de gran provecho conocer qui¨¦nes fueron aquellos profetas, m¨ªsticos y predicadores que con la palabra y la espada revolucionaron el mundo hace cientos de a?os.

Lo ocurrido con la profesora de religi¨®n de Almer¨ªa est¨¢ expresando la quiebra de un modelo de relaciones entre el Estado y la Iglesia cat¨®lica as¨ª como debilitando la posici¨®n de nuestra democracia constitucional. El Estado laico y pluralista debe recuperar su naturaleza dentro de una de sus instituciones b¨¢sicas como es la escolar, propiciando que la Iglesia cat¨®lica desarrolle su natural proselitismo fuera de ese ¨¢mbito educativo. Y si, como dec¨ªa Carlos Castilla del Pino en su deliciosa carta, decir esto significa ser anticlerical, yo, se?ores obispos, tambi¨¦n soy anticlerical.