La 'rentr¨¦e' se muerde la cola
M¨¢s de 1.000 nuevos t¨ªtulos, de los que 575 son novelas, abren la temporada literaria francesa
La rentr¨¦e literaria francesa est¨¢ constituyendo estos d¨ªas un acontecimiento bastante virtual, por lo visto m¨¢s econ¨®mico que literario propiamente dicho, pues son las editoriales quienes est¨¢n haciendo su negocio, no la literatura francesa en s¨ª. Se ha tratado m¨¢s de una recontraentrada que de una reentrada propiamente dicha, que no parece hacer otra cosa que morderse la cola una vez m¨¢s para seguir retroaliment¨¢ndose sin parar, mientras las editoriales hacen no tanto su agosto (est¨¢n cerradas) sino su septiembre (quiz¨¢ negro), sin advertir que la Bolsa no hace sino bajar sin parar, como si vivieran en las nubes.
De hecho, los medios de comunicaci¨®n ya han designado al triunfador sin ni siquiera esperar a las encuestas, ni a las listas de libros m¨¢s vendidos ni al dictamen del p¨²blico de verdad, pues ya no hay m¨¢s verdades que las virtuales; desgraciadamente, el vencedor es el mismo de hace un par de a?os, Michel Houellebecq (Plataforma, Flammarion), que ya se ha convertido en un experto en la materia, y a quien ya conocemos bastante por aqu¨ª, gracias a sus dos novelas anteriores (Ampliaci¨®n del campo de batalla y Las part¨ªculas elementales), al relato Lanzarote y a los ensayos de El mundo como supermercado, todo ello en Anagrama. Ni siquiera Michel Braudeau (La interpretaci¨®n de los monos, Stock), ni Christophe Donner -ambos con el apoyo de Le Monde-, ni Fran?ois Bon, ni Philippe Besson, ni Laure Adler -con el de France Culture-, ni Jean D'Ormesson con el de la Academia, ni Am¨¦lie Nothomb, que le pisar¨¢ los talones en el favor del p¨²blico, ni la pr¨®xima resurrecci¨®n de Robbe-Grillet (en octubre) podr¨¢n hacerle sombra, ya lo ver¨¢n. Nada, no se puede competir contra con su turismo sexual y su antisemitismo isl¨¢mico.
Pues para redondear la faena, Houellebecq parece estar opositando al puesto que ha dejado vacante Salman Rushdie march¨¢ndose a Estados Unidos aprovechando una nueva mujer y que el actual l¨ªder iran¨ª, ya m¨¢s moderado, ha dicho que no pagar¨¢ la fatwah dictada por el difunto Jomeini, en una huida-emigraci¨®n, que bien que se lo est¨¢n haciendo pagar all¨ª con lo mal que han recibido Furia, donde las dan las toman. Como primer esc¨¢ndalo, Houellebecq ha sustituido el erotismo light ex 68 por el del turismo sexual de hoy, preferentemente asi¨¢tico, que no parece menos ligero, es m¨¢s barato y compromete menos; para completarlo, su personaje protagonista -que se le parece tanto- ve morir a su novia en un atentado isl¨¢mico y maldice del Islam a calz¨®n quitado, con lo que le han empezado a llover cr¨ªticas y procesos, que tampoco son mala publicidad.
Le Nouvel Observateur ('todo turismo es en s¨ª mismo corrupci¨®n') y un vacilante Le Monde des Livres ('es una novela de amor') han salido en su defensa mientras Le Magazine Litt¨¦raire le ha puesto a caer de un burro ('polvoriento' le ha llamado en veinte l¨ªneas su redactor-jefe, lo que parece m¨¢s exacto en espa?ol que en franc¨¦s). Marianne tambi¨¦n se le ha mostrado adverso, se?alando que se trata de una rentr¨¦e regresiva, dominada por el sexo y las historias familiares, y no deja t¨ªtere con cabeza, salvo quiz¨¢ Braudeau, que para eso es periodista. Abundan t¨ªtulos como Puta, Pornocracia, Slip, La carne del pecado y as¨ª sucesivamente, pero todo el mundo parece contento. M¨¢s de mil nuevos t¨ªtulos han saltado en diez d¨ªas sobre las librer¨ªas, que ya no saben d¨®nde meterlos, de los que 575 son novelas y m¨¢s de 300 francesas.
Autobiograf¨ªa
Mientras, para concluir, el primer Premio Sade, organizado por el modista Pierre Cardin tras haber comprado el castillo de Lacoste (como ya dije en otra cr¨®nica anterior), ha ido a parar a la Vida sexual de Catherine M., escrita por su propia protagonista, la animadora y cr¨ªtica de arte Catherine Millet, que fue el m¨¢ximo ¨¦xito de ventas de la temporada pasada y cuyo esc¨¢ndalo se basa en que no se presenta como una novela, sino como autobiograf¨ªa, como lo son, aunque no lo digan, casi todas las dem¨¢s en buena medida. Esta rentr¨¦e empieza como termin¨® la anterior, como -nunca mejor dicho- la pescadilla que se muerde la cola. 'Demasiado ombliguismo', se dice en Marianne, pero ?qu¨¦ hacer con tanto dinero encima de la mesa, salvo intentar recuperarlo sea como sea? Pero si no es por la lengua, ni la patria, ni la literatura, ni la cultura, ni por el conocimiento, ni por el placer (que no sea virtual, lo que antes llamaban masturbaci¨®n), ustedes dir¨¢n por qu¨¦, yo ya lo s¨¦.
Babelia
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