La Espa?a antisemita
Durante muchos a?os, los espa?oles estuvieron convencidos de no ser racistas porque de hecho no ten¨ªan con qui¨¦n serlo. La ¨²nica minor¨ªa ¨¦tnica relevante era la gitana y la opini¨®n p¨²blica no era capaz de ver racismo en el menosprecio y la marginaci¨®n respecto a los gitanos. Del mismo modo, durante siglos parec¨ªa absurdo hablar de antisemitismo en Espa?a, porque era una sociedad sin jud¨ªos. Desde la expulsi¨®n a finales del siglo XV y despu¨¦s de un siglo XVII todav¨ªa marcado por el problema de los conversos y los judaizantes, parec¨ªa que el antisemitismo se hab¨ªa extinguido en Espa?a por falta de materia prima.
Pero el antisemitismo, todav¨ªa m¨¢s que otras formas de racismo, no necesita materia prima. El antisemitismo no necesita jud¨ªos -se ha visto en la Polonia contempor¨¢nea-, porque de hecho no se dirige contra personas concretas sino contra un arquetipo. Ciertamente, a partir del arquetipo afecta a personas concretas, pero es posible -m¨¢s que posible, habitual- que el antisemita no haya conocido a un jud¨ªo en toda su vida. El antisemitismo elabora un arquetipo, asocia la imagen del jud¨ªo con una serie de valores que considera negativos y odia al jud¨ªo concreto en nombre del odio a estos valores con los que lo identifica. Al contrario, es habitual que el antisemita, ante un jud¨ªo concreto que no se ajusta plenamente a su arquetipo, diga aquello de 'no parece jud¨ªo'. Del mismo modo que a un catal¨¢n dicharachero le dicen en Madrid, 'qu¨¦ simp¨¢tico, no pareces catal¨¢n'.
Tradicionalmente, el antisemitismo europeo -y el espa?ol tambi¨¦n- hab¨ªa organizado su arquetipo del jud¨ªo a partir de lo religioso. El jud¨ªo era el traidor, el deicida, el que hab¨ªa tenido a Cristo ante sus narices y no lo hab¨ªa reconocido. Antisemitismo literario de este tipo todav¨ªa puede encontrarse -en el Trobador catal¨¤, Antoni Bori i Fontest¨¤ invitaba: 'anem a matar jueus, aquesta ra?a tra?dora...' en nombre de las carracas del Viernes Santo-, pero ha sido sustituido a lo largo del siglo XX por otro, m¨¢s contempor¨¢neo. Para este antisemitismo m¨¢s reciente, el jud¨ªo es el arquetipo del hombre econ¨®mico, de la mentalidad mercantil, de los valores que nacen de poner lo econ¨®mico en primer plano. El jud¨ªo es el que piensa en t¨¦rminos econ¨®micos, y en este sentido los argumentos del antisemitismo espa?ol y los del anticatalanismo a menudo se han solapado. Y el jud¨ªo es al mismo tiempo el distinto, aquel que puede ser aparentemente confundido con el 'normal', pero en el fondo es otro, tiene una red distinta de solidaridades, pertenece a otro mundo, aunque est¨¦ camuflado en ¨¦ste.
Todos los totalitarismos han alimentado el antisemitismo y se han alimentado de ¨¦l. El nazismo, evidentemente; el estalinismo y baste leer la magn¨ªfica narrativa de Izra?l M¨¦tter; el integrismo isl¨¢mico, forma contempor¨¢nea del totalitarismo con un profundo componente antisemita. No es extra?o. Los totalitarismos no pueden soportar lo distinto -porque su idea es siempre la totalidad uniforme-, y el cemento de esta totalidad es siempre m¨ªstico, heroico, contrario a los valores que se han asociado a la judeidad. Tambi¨¦n el totalitarismo franquista segreg¨® antisemitismo. Curiosamente, la literatura fascista espa?ola distingu¨ªa entre el sefardita, que de hecho era un espa?ol exiliado, fiel a la lengua, rural, antiguo, entra?able, y el jud¨ªo moderno, m¨¢s bien centro-europeo, econ¨®mico, mercantil, interesado. En la literatura falangista, el jud¨ªo es al mismo tiempo el capitalismo y el comunismo, Marx y Rothschil, todo el que tiene que ver con el dinero. Cuando Fox¨¢ proclama su antieconomicismo falangista que dice que Castilla no es cient¨ªfica, habla de los tanques rusos en la guerra espa?ola como 'los tanques de oro jud¨ªo'. Frente a ellos, frente a 'los hombres sin Dios' movidos por el juda¨ªsmo, el 'moro' de las tropas franquistas es un aliado natural, porque al fin y al cabo tambi¨¦n tiene una visi¨®n m¨ªstica y religiosa de la vida, no una visi¨®n econ¨®mica, cient¨ªfica, mesocr¨¢tica, moderna. Es la tesis del Romance de Abdelacid, de Fox¨¢.
A lo largo del siglo, ha habido entre nosotros antisemitismo de derechas y antisemitismo de izquierdas, unidos o aliados en esta concepci¨®n m¨ªstica, antiecon¨®mica, antimesocr¨¢tica, antioccidentalista. No hac¨ªan falta jud¨ªos, aunque a lo largo del siglo han ido llegando. Hac¨ªa falta solamente un arquetipo de lo jud¨ªo -y m¨¢s adelante de lo israel¨ª- para mantener esta guinda del pensamiento totalitario que es el antisemitismo.
No es algo que se tenga que buscar en los textos de Quevedo, en la literatura medieval o barroca. Es algo que ha tenido literatura, en Espa?a, tambi¨¦n a lo largo del siglo XX. Algo que todav¨ªa podemos leer cada d¨ªa, m¨¢s o menos disfrazado, en el siglo XXI.
Vicen? Villatoro es escritor, periodista y diputado por CiU
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