'Me libr¨¦ por ser puntual'
Espa?oles supervivientes del atentado relatan la angustia que vivieron en medio de la confusi¨®n
Esteban G¨®mez y Javier Villasante se pasaron todo el mi¨¦rcoles recorriendo hospitales. El esposo estadounidense de una mutua amiga espa?ola (cuyos nombres no revelan por consideraci¨®n) no aparece. Trabajaba en el piso n¨²mero 105 de la torre sur. 'Hemos ido de hospital en hospital, con un dossier con fotos', dice G¨®mez, 'pero ha sido una b¨²squeda infructuosa. Hemos ido a un centro donde recogen datos de las v¨ªctimas, incluido el historial dental. Ha sido muy duro... Los hospitales no estaban muy ocupados, lo que es un signo negativo'.
Se trata de uno de los cerca de 1.000 empleados desaparecidos de la firma Cantor-Fitzgerald, que ten¨ªa tres plantas en una de las Torres Gemelas. 'No saben nada de nadie', dice G¨®mez. 'Estamos esperando un milagro'.
Jos¨¦ Ram¨®n Jim¨¦nez, del bufete de abogados Cuatrecasas, se peg¨® el mayor susto de su vida. El primer impacto le sorprendi¨® en el edificio n¨²mero 7 del World Trade Center. Dicho edificio se desplom¨® el martes por la noche. Jochi, como lo llaman en la oficina, estaba, con bastante presencia de ¨¢nimo, trabajando el jueves de vuelta en la sede de Cuatrecasas.
'Podr¨ªa haber muerto si, en vez de salir a la hora de casa, salgo 10 minutos m¨¢s tarde', cuenta. 'Me libr¨¦ por puntual'.
Jim¨¦nez fue evacuado despu¨¦s del primer impacto que provoc¨® una gran cantidad de escombros en la entrada del complejo de edificios por la que ¨¦l acababa de pasar minutos antes para dirigirse a su despacho. 'Salimos por las escaleras de emergencia del piso 39? al lobby del World Trade Center, y gracias a Dios que ¨ªbamos tranquilos, porque, si llega a haber p¨¢nico, se hubieran producido v¨ªctimas. Tardamos media hora en llegar abajo. Llegu¨¦ machacado. Los que hab¨ªan estado en 93, fueron los primeros que cogieron sus cosas y se marcharon'.
Una vez en la calle, vio caer entre 15 y 20 personas de la Torre Sur. 'Hasta entonces me parec¨ªa estar viviendo una pel¨ªcula. Pero cuando veo caer o tirarse a la gente, cambia bastante la concepci¨®n. Esa gente elige entre morir quemada o tirarse'. Minutos m¨¢s tarde se derrumbaron las dos Torres Gemelas.
'Me dio la impresi¨®n de que la polic¨ªa no se lo esperaba' relata. 'Todos los coches policiales y las ambulancias estaban debajo de las torres cuando se desplomaron... Te sientes como en una pel¨ªcula: una nube de cristal, hierro y polvo va avanzando a c¨¢mara lenta... No s¨¦ c¨®mo tardaron tanto, porque hab¨ªa muchos colegios alrededor, en llamas'.
Todo esto se desarroll¨® entre las 8.40 y las 12.00 (hora local), cuando finalmente evacuaron a todo el mundo de las sucesivas zonas acordonadas, cada vez m¨¢s alejadas del epicentro conforme se suced¨ªan los desplomes. En una reflexi¨®n posterior, lo que m¨¢s ha impresionado a Jim¨¦nez es lo poco preparados que est¨¢n los norteamericanos para aceptar una acci¨®n terrorista. 'La reacci¨®n inmediata de las empresas y organizaciones es prestar ayuda psicol¨®gica. Pero les dices: 'Yo vivo en un pa¨ªs en que la agenda no la puede marcar el terrorismo, y si pasa algo, sigues con tu vida'. Los espa?oles, no es que estemos endurecidos, pero sabemos lidiar mejor con estas situaciones, independientemente de la magnitud del atentado... Claro que est¨¢s afectado: he estado a punto de morir. Pero no voy a derrumbarme por estos malnacidos'.
Otra espa?ola, una mujer mayor inv¨¢lida, se qued¨® atrapada en el piso 27? de un edificio situado en el ¨¢rea afectada por los derrumbes, sin ascensor ni electricidad, cuenta el tambi¨¦n espa?ol Miguel Porr¨²a. 'Fue sacada del piso el mi¨¦rcoles por los equipos de rescate, y est¨¢ en bastante buen estado', cont¨®. Porr¨²a no desea identificarla por no molestar a la familia.
La sucursal del Banco Atl¨¢ntico, situada en el n¨²mero 88 de Pine Street, en el distrito financiero, es, aparentemente, la ¨²nica empresa espa?ola relativamente cercana al desastre, aunque no directamente afectada. Como era de esperar, nadie contestaba el tel¨¦fono el jueves.
Entretanto, en el Consulado General de Espa?a en el n¨²mero 150 de la calle 58, no dan abasto. 'Muchos turistas ten¨ªan que haber vuelto o viajado a otras ciudades, y se han visto atrapados, porque ninguna nave se ha movido', dice el c¨®nsul general Emilio Cassinello. 'Estamos ayudando a buscar hotel a algunos. Otros cuentan que se quedaron sin pasaportes ni billetes, o tienen problemas de comunicaci¨®n con sus familiares'.
Para Jos¨¦ Ram¨®n Jim¨¦nez, 'ahora empieza el problema, porque se est¨¢n dando cuenta de la magnitud de los ataques'. 'Es la primera vez en su vida que ven el cielo del espacio a¨¦reo vac¨ªo de aviones comerciales y lleno de cazas, o que ven camiones de la Guardia Nacional por sus calles. Ahora empezar¨¢n a entender lo que pasa en Irlanda, Israel o Espa?a... Tambi¨¦n se empiezan a ver las consecuencias econ¨®micas. Los abogados vivimos de las empresas que trabajan, y no las hay. La econom¨ªa de Nueva York se ha parado'.
Para el c¨®nsul Emilio Cassinello, que lleva tres a?os aqu¨ª, 'Nueva York es una ciudad admirable, de una energ¨ªa colosal. Sus habitantes han demostrado un comportamiento excelente, ha habido una serenidad fant¨¢stica. He visto el ¨¦xodo masivo de la ciudadan¨ªa a petici¨®n del alcalde para facilitar las tareas de rescate. No ha habido desmesura, no se han perdido los nervios. Lo deliberado da una idea del temple, de la aleaci¨®n met¨¢lica que tiene el pueblo neoyorquino, que, a pesar de ser tan mixto, late con el mismo pulso'.
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