La presidencia que empez¨® el martes
Al principio, Bush son¨® como un gobernador ante un desastre natural. Ahora, ha abrazado el papel de l¨ªder
Durante sus ocho primeros meses de presidencia, George W. Bush, ejerci¨® un estilo que la subestimaba, un estilo que en ocasiones era incluso modesto. Esta presidencia termin¨® el pasado martes. De pie, detr¨¢s de su mesa del Despacho Oval, un impresionantemente combativo y emocional Bush clam¨® llevar a la naci¨®n junto a una coalici¨®n aliada a la victoria sobre los terroristas internacionales y aquellos que los apoyan. '?sta es la oportunidad de hacer un favor a las futuras generaciones uni¨¦ndonos y dando caza al terrorismo', dijo un Bush tajante.
Ese momento fue el eje central de la afilada estrategia desarrollada por Bush desde los ataques del pasado martes para enfatizar una Am¨¦rica 'abierta para los negocios' en la que ¨¦l se perfilaba como el comandante en jefe de lo que parece va a ser una larga batalla. Hablando amargamente sobre aquellos que 'odian nuestros valores' y 'odian todo aquello en lo que se basa Am¨¦rica', Bush apartaba a un lado su anterior y dulce pol¨ªtica interior.
'La naci¨®n debe entender que ¨¦se es ahora el objetivo principal de mi Administraci¨®n', dijo. 'Ahora que nos han declarado la guerra, lideraremos al mundo a la victoria'. ?sta era la respuesta a aquellos que anteriormente hab¨ªan criticado sus anteriores apariciones como nerviosas, asustadizas e inadecuadas. En definitiva, las ¨²ltimas palabras y hechos del presidente -incluida una visita al Pent¨¢gono en la noche del mi¨¦rcoles, a un hospital y a un servicio religioso el jueves y un viaje ayer a las ruinas del World Trade Center- son la se?al inequ¨ªvoca de un movimeinto hacia un liderazgo m¨¢s activo y visible.
El martes, Bush sonaba como si todav¨ªa fuera un gobernador respondiendo ante un desastre natural, proclamando al principio que '¨¦ste es un dif¨ªcil momento para Am¨¦rica' y refiri¨¦ndose a los ejecutores como 'esa gente' en una fugaz comparecencia.
Ahora est¨¢ abrazando el m¨¢s profundo de los papeles presidenciales, contemplando una declaraci¨®n de guerra por parte del Congreso, un llamamiento a desarrollar una legislatura conjunta y la constante idea de que la naci¨®n ir¨¢ inevitablemente acompa?ada a partir de ahora por una mayor campa?a militar.
El cambio fue aparente cuando Bush fue solicitado por la prensa para hablar sobre sus plegarias, un asunto del que generalmente disfruta. Sin embargo, mir¨® hacia otro lado y replic¨® con los ojos ba?ados en l¨¢grimas: 'Bueno, lo cierto es que ahora mismo no pienso en m¨ª'. 'Soy un tipo cari?oso pero que en este momento tiene un trabajo que hacer e intenta hacer. ?ste es un terrible momento. Pero este pa¨ªs no descansar¨¢ hasta que nos hayamos salvado a nosotros mismos y a otros de la terrible tragedia que ha sucedido en Am¨¦rica'.
Los americanos se han solidarizado con Bush, respaldando la manera en que su Administraci¨®n ha respondido a los ataques del martes aprob¨¢ndola con un alt¨ªsimo ¨ªndice, seg¨²n un sondeo de la noche del jueves del Washington Post-ABC News. Casi nueve sobre diez americanos -el 86%- dijeron aprobar la gesti¨®n de Bush como presidente, 31 puntos por encima de otra encuesta realizada por la misma fuente el fin de semana anterior. Con estas cifras, Bush se acerca a las obtenidas por su padre -91%- al final de la guerra del Golfo, en 1991.
'Bush necesita mostrar cierta estatura presidencial', dijo Kim Holmes, especialista en pol¨ªtica exterior de la conservadora Heritage Foundation. 'Necesita llegar a la altura de poder convocar a la gente a hacer un gran sacrificio. Esto no es muy diferente a lo que Harry truman tuvo que hacer en su momento'.
Mark McKinnon, quien hizo la campa?a publicitaria de Bush, asegur¨® ayer que lo estaba haciendo 'mucho mejor'. 'Hoy se tiene la sensaci¨®n de estar frente a alguien que es comandante en jefe'.
Bush ha sido criticado por carecer de la elocuencia y presencia de ¨¢nimo que la opini¨®n p¨²blica espera de un l¨ªder. Contin¨²a siendo dubitativo a veces. El jueves, cuando le preguntaron a cerca de su periplo en el Air Force One el d¨ªa de la tragedia, Bush respondi¨® con embarazo: 'Creo que tom¨¦ el..quiero decir...no lo creo, creo que tom¨¦ las acciones necesarias como comandante en jefe'.
'En los primeros ocho meses de su presidencia, Bush no fue del todo ¨¦l mismo', dijo Ed Gillespie, un antiguo colaborador de campa?a de Bush. 'No est¨¢ en la naturaleza del presidente hablar por hablar. Pero tiene un buen instinto y un entendimiento natural de la necesidad que tiene el p¨²blico de verle en estos momentos'. Aquellos que tuvieron miedo de las primeras palabras y actos de Bush dec¨ªan ayer estar mucho m¨¢s tranquilos. 'Su actitud molest¨® a mucha gente en un primer momento. Parec¨ªa que el Gobierno estuviese escondi¨¦ndose', dijo Gary Schmitt, de la l¨ªnea m¨¢s dura del Proyecto para una Nueva Am¨¦rica. 'Ahora, el Gobierno vuelve a tener los pies en su sitio'.
Pero la naci¨®n sigue pregunt¨¢ndose lo mismo: ?puede un presidente que contribuye a la informalidad liderar un pa¨ªs en guerra?
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