S¨ªmbolos
Resulta extremadamente dif¨ªcil redactar unas l¨ªneas de comentario y opini¨®n sobre la realidad andaluza sin tener la imagen de estos ¨²ltimos d¨ªas. La fuerza de los medios de comunicaci¨®n actuales, donde confluyen al minuto el hecho y la visi¨®n del mismo, unidos a la globalidad y mundializaci¨®n de su difusi¨®n, absorben cualquier otro an¨¢lisis todav¨ªa siete d¨ªas despu¨¦s. Alguna referencia andaluza, sin embargo, pueden conectarse con esa primera p¨¢gina de la actualidad que todos vivimos en este comienzo de siglo.
En relaci¨®n con el futuro d¨¦cimo aniversario de la Expo 92, el alcalde de Sevilla y su Comisario nombrado para la celebraci¨®n han pedido un nuevo ciclo inversor para la ciudad de Sevilla. En este septiembre negro, hundidas las bolsas, en pleno proceso recesivo y, sobre todo, cegados por la imagen plena de significado simb¨®lico como es el derrumbe del principal s¨ªmbolo del poder financiero, las Torres del World Trade Center, el gobierno municipal sevillano recurre a llamamientos que reclaman inversiones en modelos urbanos que, cuanto menos, ya reflejaban sus limitaciones. M¨¢s que pensar en revitalizar nuestra ciudad desde dentro, en dotarla de mayor sentido humano y civil, se nos regala con la petici¨®n de un nuevo man¨¢ de millones. ?Qui¨¦n pondr¨¢ el dinero? ?Qui¨¦n pagar¨¢ la factura? ?Cu¨¢l ser¨¢ la rentabilidad social de esa hipot¨¦tica inversi¨®n millonaria?
Al margen de si es o no el tal Bin Laden, de si el presidente norteamericano ser¨¢ capaz de meternos en una espiral infernal y al margen de la capacidad destructora del nuevo terrorismo, la imagen del desplome de las Torres, prodigio de tecnolog¨ªa y centro de la nueva econom¨ªa, nos obliga a pensar a todos en el valor y durabilidad de muchas de las cosas por las que perdemos el resuello cada d¨ªa. Hay valores en la vida de las ciudades que son los que al final permanecen: la solidaridad, la colaboraci¨®n desinteresada, la ayuda al que est¨¢ en dificultades, la convivencia entre personas que viven y trabajan juntas. Han ca¨ªdo las Torres, pero han quedado los neoyorquinos que son los que han hecho que esa ciudad tenga su personalidad. Al margen de las inversiones y la tecnolog¨ªa.
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