Tocando fondo
Las informaciones m¨¢s recientes sobre el esc¨¢ndalo financiero de Gescartera est¨¢n contribuyendo a aclarar de forma sustancial el entramado pol¨ªtico e institucional que colabor¨® en tan monumental estafa. La aparici¨®n de un diario de la presidenta de la agencia de valores, Pilar Gim¨¦nez-Reyna, dibuja una mara?a de relaciones inconvenientes en 1999 con el entonces director general de Tributos y despu¨¦s secretario de Estado de Hacienda, Enrique Gim¨¦nez-Reyna, y la consejera y actual presidenta de la Comisi¨®n Nacional del Mercado de Valores, Pilar Valiente.
Una norma elemental de prudencia exige que las comprometedoras anotaciones del diario sean ratificadas o corregidas por investigaciones posteriores. Pero la primera impresi¨®n que se obtiene de su lectura es que Enrique Gim¨¦nez-Reyna, director general de Tributos en 1999, actu¨® como un consejero activo de su hermana Pilar en los momentos dif¨ªciles de Gescartera, cuando sorte¨® con muchas dificultades un amago de intervenci¨®n a cuenta de la desaparici¨®n de los fondos invertidos en la sociedad por el arzobispado de Valladolid, y que el comportamiento profesional e institucional de Pilar Valiente fue impropio de un servidor p¨²blico. De ser ciertas las anotaciones, actu¨® como confidente de Gescartera, avisando 'r¨¢pidamente' de una reuni¨®n del consejo de la CNMV y contribuy¨® diligentemente a obstaculizar la investigaci¨®n en Gescartera. Corresponda a Pilar Valiente o a Enrique Gim¨¦nez-Reyna, la consigna imperativa recogida en el diario de 'no dar nombres de cheques al portador, no somos la Agencia Tributaria' revela la escandalosa confusi¨®n entre deberes p¨²blicos y negocios privados orquestada en torno a la CNMV y al Gobierno en la gestaci¨®n de este caso.
Son razones que aconsejar¨ªan la dimisi¨®n de Pilar Valiente como presidenta de la CNMV o su destituci¨®n por el Ministerio de Econom¨ªa. No s¨®lo por las sombras que se desprenden de la ins¨®lita autorizaci¨®n para convertir Gescartera en agencia de valores a pesar de los antecedentes de sus socios y consejeros y por la sospecha que emerge de las anotaciones reveladoras de Pilar Gim¨¦nez-Reyna. Tambi¨¦n por el desprestigio que desde el caso Gescartera contamina a la Comisi¨®n Nacional del Mercado de Valores. El organismo encargado de velar por la seguridad de inversores y accionistas tiene que estar fuera de sospecha siempre, pero muy particularmente en tiempos de zozobra como los que viven hoy los mercados. Es la actividad supervisora de la CNMV la que se est¨¢ poniendo en cuesti¨®n, y con ella, su credibilidad ante los inversores.
Hasta ahora son las investigaciones judiciales sobre el esc¨¢ndalo las que progresan a buen ritmo. Pero no se puede decir lo mismo de las administrativas y de la que lleva a cabo la comisi¨®n parlamentaria encargada de dilucidar las responsabilidades pol¨ªticas que pudieran derivarse del asunto. A pesar de las promesas presidenciales de llegar hasta el final -'caiga quien caiga'-, lo cierto es que los diputados del PP y el Gobierno han reeditado la costumbre de retrasar u ocultar la informaci¨®n p¨²blica e institucional relevante a la oposici¨®n, como ya hicieron en la investigaci¨®n sobre el fraude del lino.
Veinticuatro horas antes de la comparecencia del principal acusado, Antonio Camacho, la oposici¨®n apenas contaba con otra documentaci¨®n que una denuncia sobre la falsificaci¨®n de un tamp¨®n de Cajamadrid -a partir de la cual se descubri¨® el fraude-; la relaci¨®n de actividades notariales de Luis Ramallo, ex vicepresidente de la CNMV, despu¨¦s de dejar el cargo, y otros expedientes menores sobre el papel de la Organizaci¨®n Nacional de Ciegos Espa?oles (ONCE). No parece que sea la manera m¨¢s eficaz de cumplir con el compromiso presidencial de llevar la investigaci¨®n hasta sus ¨²ltimas consecuencias.
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