Patriotas
Todav¨ªa no he perdido la esperanza de que el m¨²ltiple atentado terrorista de la semana pasada haya sido una ingeniosa broma de mal gusto promovida por uno de esos guionistas de Hollywood que, ante la falta de imaginaci¨®n, se ha empe?ado en emular al gran Orson Welles con una macabra segunda parte de La guerra de los mundos. Los efectos especiales est¨¢n al alcance de cualquiera y confundir al respetable es una vieja pr¨¢ctica que no nos debe pillar desprevenidos. Pero suponiendo que el desplome de las torres gemelas de Nueva York y la cat¨¢strofe del Pent¨¢gono sea tan cierta como la indiferencia mostrada por EE UU hacia los derechos fundamentales de los pa¨ªses sin recursos, tendr¨¦ que pensar que la cosa es muy seria y que estamos ante un momento hist¨®rico en el que la potencia hegem¨®nica de Am¨¦rica tiene la gran oportunidad de demostrar al mundo la sensatez y la inteligencia que los hechos le han negado. Creo que nadie con un m¨ªnimo de entra?as puede aprobar una barbarie terrorista de tama?a magnitud, pero me duele profundamente que el mero hecho de haberse producido en territorio norteamericano nos implique y nos convierta a todos en carne y objeto de la amenaza universal. Miren ustedes, el terrorismo en una lacra que llevamos soportando largas d¨¦cadas en nuestro pa¨ªs y el problema, que yo sepa, ha conmovido bien poco a la CIA y a los Estados aliados. Puede que nuestras v¨ªctimas, por el mero hecho de vivir en este lado del mundo, tengan menos derechos que un ciudadano neoyorkino o un polic¨ªa de la calle 42. Pero qu¨¦ me dicen del miedo, de la represalia anunciada por esa naci¨®n de nuevos ricos que supedita su patriotismo a las fluctuaciones del ¨ªndice Dow Jones y que mira con el ojo de la soberbia al resto de mortales. En tales circunstancias, el patriotismo americano me parece, ahora m¨¢s que nunca, una ofensa y una insolidaria falta de respeto. La venganza que prometen, si no se ampara en una estrategia sensible que mitigue a largo plazo el hambre, la pobreza y esa frustraci¨®n que genera kamikazes y fan¨¢ticos, ser¨¢ tan barriobajera e in¨²til como una patada en el culo de un b¨²falo, tan innecesaria como un cataclismo que nos borre a todos de la escena.
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