P¨¢nico a?adido
El terrorismo crea terror. Es su intenci¨®n, y los inc¨®gnitos atacantes de Nueva York llevan ya una semana de ¨¦xito grandioso. El tema del Pent¨¢gono apenas se menciona, y deber¨ªa inquietar m¨¢s que el centro neur¨¢lgico de la defensa y la guerra del mundo sea vulnerable. Pero la explotaci¨®n del terrorismo y del antiterrorismo se centra en personas como nosotros que podemos morir, como nuestros inocentes compa?eros humanos de las torres.
As¨ª nos incitan a gritar de miedo, pedir venganza y, si vemos un musulm¨¢n, mirarle con desprecio o pegarle. Hay un p¨¢nico a?adido que aumenta la acci¨®n y la reacci¨®n. Se ha utilizado a lo largo de la historia para las guerras. Un tiro a un archiduque y su chica en Sarajevo y estalla Europa. Lo ¨²ltimo que hemos visto ha sido Kosovo: una campa?a de desvalidos huyendo por monta?as nevadas, y hasta los m¨¢s decentes ped¨ªan el bombardeo de los desgraciados habitantes de Serbia. Las guerrillas separatistas albanesas apenas se ve¨ªan en sus destrozos; ahora se las ve m¨¢s porque atacaban Macedonia, y no nos conven¨ªa. La cultura occidental, la civilizaci¨®n occidental, son elaboraciones muy dif¨ªciles y requieren fil¨®sofos y escritores de otra ficci¨®n: finos, muy penetrantes. Ling¨¹istas.
El terror es cierto. La mortandad de Nueva York es cierta, como lo son otras. Estamos preparados para la respuesta. Yo tengo dudas de que el culpable sea Bin Laden (por l¨®gica), pero me alegrar¨ªa mucho de que un Rambo le llevara a los tribunales de Estados Unidos, o de la cultura occidental. No s¨¦ de ¨¦l m¨¢s que lo que me han ido contando sus adversarios y sus v¨ªctimas, y les creo. Si como dicen los diplom¨¢ticos se le pide a los isl¨¢micos a cambio de dejar a Arafat en paz y negociando, y cerrar el asunto de esa zona de Asia, ser¨ªa bueno.
S¨®lo los muertos palestinos desde que empez¨® el terrorismo del hotel Rey David son m¨¢s que los de Nueva York. Lo que no quisiera es que se arrasara Afganist¨¢n y a sus inocentes. Es un pueblo de v¨ªctimas de los suyos, destrozados moral y f¨ªsicamente por los fan¨¢ticos que los dominan y por las guerrillas que los combaten. Desear¨ªa que volvieran los comunistas que gobernaron con otros errores menos duros; incluso una democracia estilo africano. Pero todo el destrozo de ese n¨²cleo isl¨¢mico sangriento en torno al pa¨ªs salvaje me parece que no contrarresta el terror de Nueva York, sino que se multiplica.
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