La ciudad de la diversi¨®n
Han hecho falta 14 a?os para que el ¨¢rea de nueva centralidad de Renfe Meridiana, que en 1987 fue caracterizada como de 'ejecuci¨®n inmediata', se vaya consolidando con intervenciones como el centro de ocio del grupo Heron, inaugurado ayer, y con la cuidada urbanizaci¨®n de calles y paseos, todo ello junto al gran parque deportivo de Can Drag¨®. La gesti¨®n de toda el ¨¢rea ha sido pol¨¦mica y dificil. Para el solar de la Heron City hubo en 1992 un proyecto de gran centro comercial del grupo franc¨¦s Segece, que fue abandonado. En 2000 se subastaron dos solares m¨¢s, uno de ellos destinado a centro comercial de El Corte Ingl¨¦s, y ahora est¨¢ en proyecto un conjunto de viviendas para j¨®venes. Los vecinos han expresado a menudo sus quejas y discrepancias.
El centro de entretenimiento que se ha inaugurado en Can Drag¨®-Meridiana saca partido de su situaci¨®n estrat¨¦gica, en un punto perif¨¦rico de la ciudad pero que al mismo tiempo es central en la regi¨®n metropolitana, en la entrada a Barcelona y conectado a redes viarias clave, como la A-7, la A-19, la Ronda Litoral y la terminal de autobuses. Por esta situaci¨®n y por su peso, el mayor complejo de ocio en Catalu?a, la llamada 'ciudad de la diversi¨®n', va a ser trascendental en este punto de Nou Barris fronterizo con Sant Andreu.
Los grandes operadores saben que Barcelona es una ciudad exigente, que no acepta cualquier cosa. La masa cr¨ªtica de la ciudad obliga a que los promotores no desembarquen con un producto urbano estereotipado, en este caso un centro de diversi¨®n tematizado. Aunque ello tenga sus tristes excepciones, como el centro comercial de Diagonal Mar, a punto de inaugurarse, que es la transposici¨®n directa de un centro comercial perif¨¦rico norteamericano.
En esta ocasi¨®n, los promotores -el grupo brit¨¢nico Heron, el grupo catal¨¢n Layetana y la distribuidora Cinesa- tuvieron claro que deb¨ªan encargar el proyecto a un arquitecto local que supiera contextualizar un centro de entretenimiento en el imaginario colectivo de la ciudad. Las decisiones b¨¢sicas que han adoptado Juli Capella y su equipo han sido acertadas: intentar la integraci¨®n del gran edificio con el entorno, que sea abierto y tenga accesos al mismo nivel de la calle; rechazar una tematizaci¨®n banal e infantiloide, y recurrir en el proyecto a referencias de la memoria y la geograf¨ªa mediterr¨¢nea de Barcelona; establecer una volumetr¨ªa y unos vac¨ªos que otorguen claridad de funciones e itinerarios a un conjunto caracterizado por la diversidad, y articular el complejo en torno a una gran plaza llena de est¨ªmulos y al gran patio de luz y vegetaci¨®n que nutre los tres niveles subterr¨¢neos.
Estos centros dedicados a la diversi¨®n son hiperespacios: consisten en una especie de juego de mu?ecas rusas en cuyos interiores van apareciendo m¨¢s exteriores e interiores. Para ello Juli Capella y su equipo han previsto una estructura formal que juega sabiamente con los vac¨ªos y los llenos, una combinaci¨®n de positivo-negativo que hace que el visitante vaya pasando alternativamente por distintos espacios excavados: la plaza, el aparcamiento con su pozo de luz y verdor, las pasarelas y terrazas, los vest¨ªbulos y locales.
Dentro de la l¨®gica de este tipo de producto urbano, los autores han optado por una arquitectura eclecticista y narrativa, basada en el collage y montaje de fragmentos, que de todas formas aspira a una coherencia final, a un marco unitario que deje claro el andamiaje sobre el que se articulan las piezas. Se observan multitud de referencias: las escenograf¨ªas del Universal City Walk en Los ?ngeles (1993), de John Jerde; la Art Tower en Mito, Jap¨®n (1990), de Arata Isozaki; el Museo Hirai en Muragame, Jap¨®n (1991-1993), de Alfredo Arribas, que anuncia las formas de la torre del hotel Ibis; los velos henchidos de energ¨ªa de Toyo Ito, o las formas onduladas, aterrazadas, semienterradas y llenas de vegetaci¨®n de Emilio Ambasz o del equipo SITE. Todo ello sobre el background exuberante de la tradici¨®n modernista de Antoni Gaud¨ª y Josep Maria Jujol.
Sin embargo, los a?adidos finales -objetos de tematizaci¨®n, efectos de luces y neones, abuso de signos y r¨®tulos- enmascaran la arquitectura y comportan un resultado abigarrado, como si todo fuera una gigantesca discoteca, un tinglado decorado.
Tras la inauguraci¨®n de este centro de entretenimiento con hotel, cines, cafeter¨ªas, restaurantes, discotecas, boleras y gimnasios, depende de sus gestores y de la ciudadan¨ªa que ¨¦ste sea positivo para la ciudad. Las objeciones planteadas por las asociaciones vecinales son ciertas: reconociendo que hubiera sido mucho mejor un equipamiento p¨²blico y aceptando que por su forma el conjunto es abierto a la ciudad, queda el peligro de que pueda ser, por una parte, un lugar de conflictos y discriminaci¨®n, y por otra, un foco de congesti¨®n de tr¨¢fico privado. De la gesti¨®n del centro, y tambi¨¦n del Ayuntamiento, depende que el espacio se sume a la ciudad sin las actitudes racistas y discriminatorias que se han denunciado en algunos locales del Marem¨¤gnum y que el acceso rodado sea pac¨ªfico. Para ello se debe mantener el acceso peatonal libre y el car¨¢cter c¨ªvico y urbano del interior, y se deben potenciar los servicios de transporte p¨²blico, incluido el servicio nocturno.
Es cierto que estos megacentros para la industria del entretenimiento potencian un modo de vida dirigido al consumo, una cultura superficial, uniforme y seriable; pero tambi¨¦n es cierto que una ciudad inteligente es aquella capaz de conseguir que un centro de ocio juegue a su favor, enriqueci¨¦ndola, aportando espacios para los ciudadanos. De momento se ha conseguido que la arquitectura sea original y espec¨ªfica para Barcelona, y se ha hecho lo posible para ordenar, dignificar y otorgar car¨¢cter urbano a lo que en otro lugar habr¨ªa sido pura arquitectura de consumo, un producto prefabricado, vulgar y autista.
Josep Maria Montaner es arquitecto y catedr¨¢tico de la ETSAB, UPC.
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