La vida de George Cukor, el maestro de la alta comedia
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El primer pensamiento que cruza por la cabeza de un cin¨¦filo cuando oye el nombre de George Cukor es el de director de mujeres. Es m¨¢s, el neoyorquino, miembro de una familia de inmigrantes h¨²ngaros jud¨ªos, dirigi¨® Mujeres, un curioso filme repleto de estrellas femeninas de Hollywood... y absolutamente ning¨²n personaje masculino. Cukor (Nueva York, 1899-Los ?ngeles, 1983) fue uno de esos grandes creadores, un cineasta dotado para los papeles femeninos, un hombre repleto de talento. Y un homosexual que durante d¨¦cadas fue la reina de Hollywood.
El t¨®pico dec¨ªa que si el director ten¨ªa tan buena mano con las actrices era sencillamente por sus gustos sexuales. Mentira. Era por su capacidad de ahondar en sus repartos y sacar lo mejor de cada uno de sus int¨¦rpretes. Adem¨¢s de un gran sentido del humor. ?Pruebas? Historias de Filadelfia,My fair lady,Mujercitas (la versi¨®n con Katharine Hepburn), Margarita Gautier,Vivir para gozar,Luz que agoniza,Nacida ayer,Ha nacido una estrella,Viajes con mi t¨ªa,Ricas y famosas... Y ¨¦ste es s¨®lo un peque?o listado de algunos de sus mejores trabajos, m¨¢s de cincuenta filmes llenos de detalles inolvidables.
El director vuelve a estar de actualidad por la publicaci¨®n de T
Terror a la soledad
Como dec¨ªa Jean-Luc Godard, si Cukor no hubiera sido director de cine habr¨ªa sido un gran agente de prensa. Proveniente del teatro neoyorquino -un ambiente en el que disfrut¨® tanto por sus gustos sexuales como por su terror a estar solo y su amor a las interpretaciones-, Cukor arrib¨® a Hollywood proveniente de Broadway en 1929, no muy convencido de a qu¨¦ iba all¨ª. Pronto aprendi¨® a tener un buen sentido del ritmo. Y tambi¨¦n a defenderse en la jungla hollywoodiense: sus luchas con Ernst Lubitsch por su acreditaci¨®n como director en Una hora contigo. En tres a?os se convirti¨® en un director de prestigio y en un autor que consideraba estimulante el arte cinematogr¨¢fico y el mundo de Hollywood.
El resto es m¨¢s conocido por los aficionados: su amistad con Spencer Tracy y Katharine Hepburn; sus fiestas en la mansi¨®n que posey¨® durante medio siglo en Los ?ngeles; su ¨²nico Oscar al mejor director, por My fair lady, tras otras cuatro candidaturas; su despido del rodaje de Lo que el viento se llev¨® por problemas de salarios e intereses de sus productoras; su fama como director de mujeres (fue un astuto eslogan publicitario de la Metro Goldwyn Mayer), que Cukor acab¨® de aceptar con declaraciones como: 'Es una tonter¨ªa admitir que me gusta m¨¢s dirigir mujeres que hombres, pero tengo razones fundamentales que lo respaldan. Nada es m¨¢s rid¨ªculo que un hombre guapo que sube al escenario s¨®lo porque es guapo. En cambio, una mujer hermosa tiene que pisar las tablas, tenga o no un enorme talento. Por eso puedo pasarle por alto la estupidez a una mujer con una facilidad mucho mayor que a un hombre' (declaraciones a The Kansas city star)...
Y su homosexualidad, un tema en el que el libro de McGilligan indaga profusamente. Cukor nunca se escondi¨®, pero tampoco hizo alarde de ello: no quer¨ªa parecer un director poco viril como para que no le encargaran un western o filmes de tipos duros. Aunque eso no quit¨® para que Cukor tuviera infinidad de amantes a lo largo de su vida. Una vida de la que McGilligan ha podido contar muchas cosas (y eso que s¨®lo se entrevist¨® con Cukor una vez, cuando era periodista) gracias al amor del director por la correspondencia epistolar: miles y miles de cartas que han sustituido como referencia la falta de anteriores biograf¨ªas.
Babelia
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