La peor inversi¨®n de la Iglesia
Jos¨¦ Mar¨ªa Castro, el directivo que Camacho contrat¨® para atraer los fondos del Domund, declara hoy en el Congreso
Los 1.553,2 millones que cuatro arzobispados y veinte instituciones religiosas han perdido en Gescartera -al margen de los 1.000 millones salvados por el Arzobispado de Valladolid y la inversi¨®n de cuant¨ªa desconocida tambi¨¦n recuperada por la di¨®cesis de Burgos- llegaron a la agencia de valores por mediaci¨®n de tres altos cargos de la empresa -Javier Valenzuela, Pilar Gim¨¦nez-Reyna y Jos¨¦ Mar¨ªa Castro- y la gesti¨®n de otras tantas vendedoras -Mar¨ªa Antonia T¨¢rtalo, Mar¨ªa Luz Urrea y Elo¨ªsa Aparicio- que contactaron con las ¨®rdenes religiosas en 1991, cuando lograron millonarias inversiones para una empresa denominada Consorcio Nacional del Leasing (CNL).
Uno de los directivos mencionados, Jos¨¦ Mar¨ªa Castro Mart¨ªnez, fue fichado por Antonio Camacho en 1999, por su condici¨®n de ex contable del Domund durante casi dos d¨¦cadas. Camacho pens¨® que la relaci¨®n de Castro con esta entidad misionera que maneja 7.000 millones anuales de presupuesto incrementar¨ªan las inversiones de la Iglesia en su sociedad.
Castro asegura que siempre se neg¨® a vincular al Domund con Gescartera. Dice que acept¨® el puesto directivo que le ofreci¨® Camacho porque llevaba seis meses en paro, y que cuando lleg¨® a la direcci¨®n comercial de la agencia todos los arzobispados implicados y la mayor¨ªa de las congregaciones religiosas llevaban a?os cobrando puntualmente los intereses que Camacho les prometi¨®. Jos¨¦ Mar¨ªa Castro s¨®lo admite su responsabilidad en el desastre de los dos clientes confesionales que ¨¦l aport¨®: la ONG Manos Unidas -que ha perdido 53 millones en esta aventura burs¨¢til- y el Instituto Espa?ol de Misiones Extranjeras, con p¨¦rdidas superiores a los 157 millones. El ex jefe comercial de Gescartera dice que lo lamenta profundamente. '?jal¨¢ hubi¨¦ramos intuido lo que se coc¨ªa a nuestras espaldas. Ni los clientes hubieran perdido el dinero, ni mi familia vivir¨ªa la angustia de intentar recuperar los 300 millones que invirtieron porque yo se lo aconsej¨¦', comenta.
Castro conoci¨® a Antonio Camacho en junio de 1997, a trav¨¦s del delegado de Gescartera en Valladolid, Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa Tejerina, que le pregunt¨® si al Domund le interesar¨ªan los famosos 'dep¨®sitos estructurados', sello de la casa, una mezcla de inversi¨®n fija y variable que rentaba por encima de los intereses del mercado. Castro conoc¨ªa al t¨ªo de Tejerina, Pedro Garc¨ªa del Pozo, un importante constructor de Valladolid, porque coincidieron en la C¨¢mara de la Propiedad Urbana. Garc¨ªa del Pozo era el presidente y Castro el letrado jefe. Desestim¨® la oferta. Dos a?os despu¨¦s, sin el trabajo en las C¨¢maras por haber sido disueltas y sin el empleo del Domund por haberse enfrentado con el director, se convirti¨® en el responsable de la red comercial de Gescartera Insiste en que cuando lleg¨® 'la Iglesia ya estaba dentro'.
El art¨ªfice de las inversiones de los Arzobispados de Valladolid, Burgos, Astorga y Palencia fue Javier Valenzuela, delegado de Gescartera en Castilla y Le¨®n. Valenzuela trab¨® excelentes relaciones con los ec¨®nomos de estas di¨®cesis durante su ¨¦poca como alto cargo en el ¨¢rea de Econom¨ªa de la Junta de Castilla y Le¨®n bajo las presidencias de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, Jes¨²s Posadas y Juan Jos¨¦ Lucas. De ¨¦l depend¨ªan las subvenciones a las instituciones religiosas. Tambi¨¦n fue Valenzuela quien se gan¨® la confianza de numerosas ¨®rdenes religiosas en Castilla y Le¨®n, la comunidad m¨¢s perjudicada en este fraude.
El resto de congregaciones eran clientes de solera de Gim¨¦nez-Reyna, T¨¢rtalo, Urrea y Aparicio, comerciales con muchos a?os de experiencia profesional que contactaron con frailes y monjas a finales de los a?os 80. Los contratos del Consorcio Nacional del Leasing, la empresa que introdujo este sistema financiero en Espa?a, 'se vend¨ªan solos, dados los espectaculares dividendos'. De esa provechosa relaci¨®n profesional qued¨® una fidelidad ni siquiera cuestionada con la quiebra fraudulenta de Gran Tibidabo. El empresario Javier de la Rosa adquiri¨® en 1991 el Consorcio Nacional del Leasing y evapor¨® las inversiones de los religiosos en sus chanchullos posteriores. Las congregaciones siguieron confiando contra viento y marea en las cuatro veteranas vendedoras. Con ellas pas¨® su dinero a Gaesco; de ah¨ª a Bolsa Consulting y finalmente a Gescartera, engullido con escasas posibilidades de recuperaci¨®n en el famoso agujero de los 18.000 millones.
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