Bases espa?olas
Estados Unidos ha iniciado ya el despliegue militar de la llamada Operaci¨®n Justicia Infinita. Como ya ocurri¨® en la crisis del Golfo, las bases de utilizaci¨®n conjunta de Rota y Mor¨®n desempe?ar¨¢n un papel importante en el transporte y aprovisionamiento de las tropas norteamericanas. El Gobierno de Aznar ha dado un apoyo 'sin limitaciones' al aliado norteamericano. Es una decisi¨®n congruente con el acuerdo adoptado por el Consejo Atl¨¢ntico en las horas siguientes al ataque terrorista contra Estados Unidos. De momento no implica a¨²n que Espa?a vaya a participar directamente en las operaciones militares, pero supone un riesgo que debe ser asumido.
Tras a?os de padecer los embates de ETA y de otros grupos terroristas, Espa?a tiene algo m¨¢s que una especial sensibilidad ante esa lacra. Durante a?os ha buscado la mayor colaboraci¨®n internacional para combatirlo. Y, en este caso, los servicios secretos espa?oles -con un Cesid dirigido ahora por Jorge Dezcallar, un diplom¨¢tico experto en el mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n- deben tener un especial conocimiento de las redes de terrorismo isl¨¢mico que se puedan haber tejido en Espa?a. En esta guerra del espionaje, Espa?a tiene mucho que aportar y tambi¨¦n bastante que ganar en su propio combate.
Esta posici¨®n solidaria cuenta con un amplio apoyo de los ciudadanos, aunque no haya tenido reflejo num¨¦rico en la manifestaci¨®n de ayer en Madrid, y de los partidos pol¨ªticos. S¨®lo Izquierda Unida ha marcado unas diferencias que no justifican la diatriba con la que Aznar replic¨® el martes a Llamazares. Pero esto no significa que el Gobierno tenga carta blanca para asumir cualquier compromiso de mayor calado militar sin pasar por el Parlamento. Resulta llamativo que, ante una crisis de alcance mundial, el presidente del Gobierno haya limitado sus comparecencias p¨²blicas a una sesi¨®n ordinaria de preguntas en el Congreso, un par de apariciones desde Lituania y Estambul y una entrevista a un canal privado de televisi¨®n.
La crisis llega a Espa?a en un momento especialmente dif¨ªcil. El deterioro de las relaciones con Marruecos resta a nuestro pa¨ªs capacidad de interlocuci¨®n con el mundo ¨¢rabe y viene a alimentar una xenofobia contra la inmigraci¨®n musulmana que hay que combatir con todos los medios posibles. Madrid y Rabat deben hacer esfuerzos suplementarios para superar sus rencillas bilaterales y cooperar en lo que es una movilizaci¨®n general contra el terrorismo.
La pr¨®xima presidencia espa?ola del Consejo de la UE se ver¨¢ sin duda condicionada por la crisis generada por los atentados, lo que requerir¨¢ pericia diplom¨¢tica. Ser¨¢ una buena ocasi¨®n para dar nuevo impulso al proceso de cooperaci¨®n euromediterr¨¢nea que se lanz¨® en Barcelona en 1995 y ha deca¨ªdo luego.
Ser¨¢ tambi¨¦n la oportunidad para concentrar los esfuerzos en algo que Espa?a viene persiguiendo al menos desde 1995: crear un espacio de seguridad comunitario, al tiempo que en la UE desaparecen las fronteras internas. En su reuni¨®n extraordinaria de ayer en Bruselas, los ministros de Justicia e Interior acordaron una bater¨ªa de medidas para la lucha contra el terrorismo, como proponer un acuerdo entre Europol y las agencias de espionaje y polic¨ªa de Estados Unidos, o crear una red de intercambio sobre visados, o para luchar contra la opacidad de los para¨ªsos fiscales. Los Quince se han comprometido a intentar alcanzar en diciembre un acuerdo pol¨ªtico sobre la orden europea de busca y captura. Pero hay reticencias. S¨®lo seis de los Quince tienen en su ordenamiento legislativo el concepto de 'terrorismo', y no ser¨¢ f¨¢cil aceptar la propuesta del comisario Vitorino de una definici¨®n com¨²n. Demasiado lento. A la presidencia espa?ola le corresponder¨¢ apretar el acelerador.
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