Sociedades fr¨¢giles
La ret¨®rica apocal¨ªptica es inevitable compa?era de las grandes cat¨¢strofes y su justificaci¨®n consiste en la funci¨®n cat¨¢rtica que la exaltaci¨®n verbal cumple. Eso es lo que est¨¢ sucediendo estos d¨ªas -lucha final, nueva era, bien absoluto contra mal absoluto, justicia infinita, etc¨¦tera- y que no debe hacernos olvidar la vigencia de los datos. Comenzando por la primera evidencia que nos imponen los atentados del d¨ªa 11: nuestra fragilidad colectiva. Abraham Moles fue pionero en advertirlo al presentarnos Las sociedades fr¨¢giles. Su caracter¨ªstica principal es la condici¨®n ant¨®nima de sus par¨¢metros constitutivos: la aceleraci¨®n del desarrollo tecnol¨®gico frente a la resistencia al cambio social, el sectarismo de las creencias frente al escepticismo axiol¨®gico, la dimensi¨®n masiva de los procesos colectivos frente a la reivindicaci¨®n de la diferencia y de la autonom¨ªa de los individuos, la complejidad de lo real frente a la hipersimplificaci¨®n medi¨¢tica, la generalizaci¨®n de la violencia frente a la demanda un¨¢nime de seguridad, el primado de lo simb¨®lico frente a la mercantilizaci¨®n de la realidad. Contradicciones que quiebran la home¨®stasis social hacen que las personas y sus pareceres sean imprevisibles, e instalan la inseguridad en el centro mismo de nuestras vidas.
Las pr¨¢cticas terroristas, sobre todo en su versi¨®n de terrorismo de masa, son el producto, por excelencia, de las sociedades fr¨¢giles, cuya dif¨ªcil exploraci¨®n y su m¨¢s dif¨ªcil manejo excluyen las intervenciones ex¨®genas por el rol decisivo que en ellas tiene el horizonte simb¨®lico. En ese sentido, parece claro que el prop¨®sito principal de los ¨²ltimos atentados no fue matar a mucha gente -para ello hab¨ªa objetivos m¨¢s obvios: grandes concentraciones deportivas, centrales at¨®micas, grandes diques, etc¨¦tera-, sino espectacularizar la agresi¨®n a los dos s¨ªmbolos del poder norteamericano: el econ¨®mico y el militar. De ah¨ª la elecci¨®n del momento y la secuencia temporal del ataque, no simult¨¢nea, sino sucesiva, para asegurar la efectividad del dispositivo medi¨¢tico que diera cuenta de ¨¦l.
Hay que insistir en que el modo m¨¢s eficaz de combatir el terrorismo es desde su interior. De hecho sabemos que no se puede acabar con los terroristas por explosi¨®n, destruy¨¦ndolos en lucha frontal, sino por implosi¨®n, provocando su autoconsunci¨®n. Las acciones terroristas con las que estamos conviviendo desde hace sesenta a?os -primero, en los fascismos y las dictaduras; luego, en la descolonizaci¨®n; despu¨¦s, desde los terrorismos rojo y negro, y, finalmente, las derivadas de los integrismos nacionalistas y religiosos- s¨®lo han cesado cuando los soportes ideol¨®gicos y log¨ªsticos en que se apoyaban han dejado de existir, por haber alcanzado su meta o por haber perdido su raz¨®n de ser doctrinal y social. Eliminar a Osama Bin Laden no es tarea f¨¢cil, como lo prueba el que los Estados Unidos lo est¨¦n intentado, sin ¨¦xito, desde hace tres a?os, a pesar de la libertad absoluta que les dan las covert actions (acciones clandestinas). Por lo dem¨¢s, el ¨¦xito de las intervenciones rel¨¢mpago es muy problem¨¢tico y la larga lista de fracasos cosechados, desde el frustrado rescate en 1979 de los rehenes en el desierto iran¨ª por parte de los comandos Delta, hasta la debacle de los GI en Mogadiscio en 1994, deben servir de advertencia.
La lucha contra el terrorismo pasa, antes que nada, por el desmontaje de sus tramas financieras y la denuncia de su asociaci¨®n con los narcotraficantes, las redes de blanqueo de dinero y los traficantes de armas. Recordemos que quien introdujo a Bin Laden en la CIA y le present¨® a William Casey, entonces su director, fue Adnan Kashogi. Y ese desmontaje, si hay voluntad pol¨ªtica, es posible. Denis Robert y Ernest Backes, en su reciente libro Revelations, describen en detalle el papel de las Clearing Houses de compensaci¨®n de posiciones y de partidas, en particular de divisas, en las operaciones financieras ocultas. Su investigaci¨®n centrada en dos grandes sociedades, Cedel-Clearstream, de Luxemburgo, y Euroclear, de Bruselas, cuyo volumen conjunto de operaciones es casi cien veces superior al presupuesto franc¨¦s, se?ala el camino de acceso, a trav¨¦s de las cuentas no publicadas de ambas centrales de compensaci¨®n, a muchos de los movimientos financieros de los vendedores de terror y de sus compa?eros de viaje. ?Por qu¨¦ no tomamos en serio esta pista?
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