Claves sobre una tragedia
Las recientes masacres de Washington y Nueva York, provocadas, presumiblemente, por el terrorismo islamista encarnado, en esta ocasi¨®n, por Osama Bin Laden, nos han despertado de un sue?o demasiado apacible y confiado de golpe y tr¨¢gicamente.
Desde el 11 de septiembre se ha aventurado todo tipo de especulaciones y an¨¢lisis sobre las causas, las consecuencias y los responsables de este abyecto crimen. La sensatez nos obliga a hacer una reflexi¨®n fr¨ªa y desapasionada de este brutal atentado.
1. Islam e islamismo no son la misma cosa. El Islam es una de las religiones monote¨ªstas m¨¢s importantes de la humanidad, cuyos fieles no deben ser, en absoluto, confundidos con terroristas -hay que tener cuidado con la aplicaci¨®n de las tesis maximalistas del profesor Huntington, autor del libro El choque de las civilizaciones-, y centrar nuestra atenci¨®n exclusivamente en los responsables del terrorismo islamista. El islamismo, por el contrario, es una distorsi¨®n deliberada fan¨¢tica y violenta del Islam, y es por ello una de las formas m¨¢s virulentas de totalitarismo.
2. El radicalismo religioso no es, por s¨ª solo, suficiente para que unos j¨®venes se cieguen por el odio y acepten matar a miles de inocentes por medio de su propio suicidio. Esta espeluznante realidad s¨®lo es posible a trav¨¦s de la manipulaci¨®n malintencionada, cruel y sanguinaria de las mentes de los seguidores de las tendencias m¨¢s radicales del Islam.
3. Desde hace algunos a?os, las democracias occidentales discuten sobre la existencia o no de un movimiento islamista internacional unificado que pueda suponer un grave riesgo para la libertad y la democracia. Los terribles acontecimientos del 11 de septiembre han zanjado brutalmente esta controversia. Sin embargo, si es cierto que todos los intentos de crear una internacional islamista con un mando ¨²nico y bajo una coordinaci¨®n eficaz han fracasado en apariencia, no es menos cierto que algunos grupos han sellado alianzas estrat¨¦gicas como muy probablemente ha ocurrido en esta ocasi¨®n, y otros, sin someterse a la disciplina de un solo director de orquesta, tienen objetivos id¨¦nticos que pretenden alcanzar por medio de m¨¦todos similares, a saber: el acoso continuo y violento de los que consideran sus peores enemigos y opresores 'causantes de su decadencia'; es decir, Occidente.
4. La organizaci¨®n de Osama Bin Laden, Q'uaida, es la m¨¢s temida de las organizaciones radicales isl¨¢micas que sirven de instrumento de acci¨®n al fanatismo, as¨ª como de v¨ªnculo y veh¨ªculo de comunicaci¨®n y coordinaci¨®n con otras organizaciones igualmente peligrosas y sanguinarias como Gama'a Islamiya y la Jihad Isl¨¢mica, ambas de Egipto.
5. La precisi¨®n, adiestramiento, planificaci¨®n y ejecuci¨®n sincronizada de los brutales atentados del 11 de septiembre indican una sofisticaci¨®n que sugiere el concurso de uno o m¨¢s Estados en connivencia, complicidad o apoyo de esta operaci¨®n.
Se han producido algunas especulaciones en torno al destino final del quinto avi¨®n. No faltan voces que especulan sobre el posible apocal¨ªptico desenlace; sin embargo, lo ¨²nico seguro es que la voluntad era la de provocar la m¨¢xima destrucci¨®n y desolaci¨®n.
6. El islamismo nunca ha buscado la paz; quienes afirman que estos atentados se deben a la existencia de conflictos recurrentemente irresueltos, s¨®lo est¨¢n concediendo ventajas argumentales a quienes justifican lo injustificable; es decir, a los propios terroristas. El islamismo radical ha golpeado en multitud de ocasiones en los momentos m¨¢s exitosos y felices del Proceso de Paz, buscando no s¨®lo notoriedad y terror, sino, sobre todo, desestabilizar y descarrilar la incipiente esperanza de una soluci¨®n pac¨ªfica a un problema tan enquistado como el de Oriente Pr¨®ximo. S¨®lo en aguas revueltas, plagadas de odio, de conflicto e inestabilidad, el islamismo es capaz de nadar a gusto y a sus anchas.
7. El temor a una espiral de violencia terrorista no debe violar la voluntad leg¨ªtimamente defensiva de las democracias atacadas, puesto que, de lo contrario, s¨®lo estaremos alimentando, durante mucho m¨¢s tiempo, la llama de la barbarie. Dicho esto, es evidente que la prudencia, la mesura y la proporci¨®n deben presidir la reacci¨®n frente a los atentados del lunes pasado. Reacci¨®n leg¨ªtima, s¨ª; venganza ciega, no. Todo parece indicar que la actitud tomada por el Gobierno de los Estados Unidos est¨¢ siendo ponderada y prudente en unos momentos especialmente dif¨ªciles, en los que muchos, incluso entre los m¨¢s moderados, exigen una reacci¨®n presidida m¨¢s por la revancha irracional que por la sosegada acci¨®n defensiva.
8. Casi nadie ha hablado en Espa?a de uno de los personajes m¨¢s importantes en el mundo isl¨¢mico, uno de los hombres m¨¢s influyentes y con mayor visi¨®n estrat¨¦gica: Hassan Al-Tourabi. Se trata de un brillante intelectual, historiador y respetado estratega en todo el mundo isl¨¢mico. Tourabi defendi¨® en entrevistas en televisi¨®n la persona, ideolog¨ªa y acciones de Osama Bin Laden, justo despu¨¦s de producirse los terribles atentados contra las embajadas estadounidenses en Dar es Salam (Tanzania) y Nairobi (Kenia) el 7 de agosto de 1998, en los que se produjeron 257 v¨ªctimas y m¨¢s de 4.000 heridos. Hassan Al-Tourabi es el gran ide¨®logo de la Escuela Unificadora del Islam. Ha intentado superar la fractura hist¨®rica entre chi¨ªes y sunn¨ªes, y de haber tenido ¨¦xito habr¨ªa supuesto la primera reversi¨®n de un gran cisma religioso en la historia de la humanidad. A pesar de ser uno de los personajes m¨¢s influyentes en el islamismo radical, nadie ha podido acusarle de instigar el terrorismo, ni tan siquiera de hacer apolog¨ªa de la violencia; su inteligencia y prudencia lo han evitado hasta ahora. Sin embargo, sus escritos y discursos habr¨¢n de ser minuciosamente revisados de hoy en adelante para evitar que pueda seguir siendo el cerebro 'as¨¦ptico' del islamismo.
9. Hay que evitar a toda costa un brote antiisl¨¢mico o anti¨¢rabe-isl¨¢mico. No se puede hacer pagar a una inmensa mayor¨ªa de creyentes moderados y sinceros por los excesos incalificables de una minor¨ªa que no supera, hoy por hoy, el 15% de los musulmanes. Sin embargo, es preciso tener cuidado con la preocupante capacidad expansiva que tienen las ideas radicales entre los moderados. Por ello, las buenas relaciones, la comprensi¨®n, el di¨¢logo y la mano tendida son fundamentales para acotar y reducir los espacios de crecimiento del islamismo. La tarea no es f¨¢cil, y el empe?o no garantiza el ¨¦xito.
10. Por ¨²ltimo, la firmeza que debemos mostrar y ejercer ha de ser, en todo caso, democr¨¢tica, leg¨ªtima y respetuosa de los principios sagrados que inspiran nuestras democracias: la libertad, el pluralismo, la tolerancia y la garant¨ªa inequ¨ªvoca de los derechos y libertades de todos, incluso los de aquellos que pretenden destruirnos. Esta actitud no es incompatible con la m¨¢xima firmeza y determinaci¨®n para prevenir y castigar los horrendos cr¨ªmenes como los que toda la humanidad acaba de sufrir en la persona de los habitantes de Washington y Nueva York
El futuro que se abre ante nosotros es incierto e inquietante, y por eso mismo es esencial que guardemos la serenidad y el buen juicio. El envite requiere cada ¨¢pice de nuestro esfuerzo, ingenio e inteligencia.
Gustavo de Ar¨ªstegui es diplom¨¢tico y diputado del PP por Guip¨²zcoa.
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