M¨¢s que un error
Considera el autor que, al entrar en el Gobierno, IU pierde autonom¨ªa y queda en una posici¨®n subordinada al PNV y EA
No es un simple error; es algo m¨¢s que un error. Y no por el hecho en s¨ª de la participaci¨®n en el Gobierno ni porque una fuerza de izquierda no pueda, por principio, formar parte de ning¨²n gobierno junto con otras fuerzas pol¨ªticas a no ser que se cumpla integramente su propio programa. Precisamente ¨¦sta es una discusi¨®n que se ha planteado en m¨¢s de una ocasi¨®n en IU y en la que, frente al discurso de la ret¨®rica antiinstitucional, algunos hemos defendido siempre que una fuerza de izquierda tiene que tener vocaci¨®n de gobierno: 'un partido de lucha y de gobierno', siguiendo el eslogan popularizado por los comunistas italianos cuando el PCI, antes de su suicidio pol¨ªtico, era un referente de la izquierda. Pero la cuesti¨®n no es estar en el gobierno; lo que hay que dilucidar es en qu¨¦ gobierno y en qu¨¦ condiciones. Desde esta perspectiva, a algunos nos resulta muy dificil encontrar alguna raz¨®n que justifique la integraci¨®n de IU, en las condiciones en que lo hace, en el Gobierno nacionalista de centro-derecha PNV-EA.
'Desde la adhesi¨®n a Lizarra, IU ha estado alineada permanentemente con las formaciones nacionalistas'
En realidad, la incorporaci¨®n de IU al Gobierno PNV-EA, cuyo programa ya hab¨ªa sido aprobado previamente en julio pasado, no puede decirse que sea una gran novedad. Durante toda la anterior legislatura, y en particular desde la adhesi¨®n al Acuerdo de Lizarra, IU ha estado alineada permanentemente con las formaciones nacionalistas, muy especialmente en todas aquellas cuestiones relacionadas con la pacificaci¨®n y el autogobierno, que son las que han polarizado con mayor intensidad la vida pol¨ªtica vasca. En esta linea, la formalizaci¨®n del reciente Acuerdo de Gobierno y su integraci¨®n en el mismo no es sino la culminaci¨®n del proceso de convergencia nacionalista experimentado por IU-EB durante este ¨²ltimo periodo, a partir de Lizarra.
Pero si la integraci¨®n en el Gobierno es la manifestaci¨®n l¨®gica de la deriva seguida por IU-EB ultimamente, hay que decir tambi¨¦n que supone la m¨¢s completa ruptura con la trayectoria anterior de IU desde su nacimiento, y antes con la del Partido Comunista. Con esta decisi¨®n, IU se situa en otra onda, abandonando su propio espacio pol¨ªtico para instalarse en otro distinto que le es ajeno por completo, como es el del nacionalismo soberanista de centro-derecha, en los t¨¦rminos en que queda formulado en el programa de gobierno aprobado previamente por el PNV-EA. Y no se trata de un mero acuerdo puntual o coyuntural, que nunca debe ser descartado, sino de la adhesi¨®n a un acuerdo de gobierno que necesariamente implica la reubicaci¨®n pol¨ªtica de IU en un espacio distinto al que ha venido ocupando habitualmente hasta la actualidad.
Es preciso tener en cuenta, as¨ª mismo, las condiciones en que se entra en el Gobierno y la correlaci¨®n de fuerzas en ¨¦l, que en este caso se traducen en tres esca?os parlamentarios sobre los 33 de que dispone PNV-EA; es decir, una aportaci¨®n que, aparte de sus reducidas dimensiones en t¨¦rminos cuantitativos (menos de la d¨¦cima parte), no le proporciona al PNV-EA ni la mayor¨ªa relativa sobre sus rivales (PP y PSE), que ya la tiene, ni la mayor¨ªa absoluta en la C¨¢mara. En estas condiciones, la capacidad real de IU-EB para condicionar la pol¨ªtica del Gobierno es nula; porque si de verdad se quiere cambiar su orientaci¨®n pol¨ªtica, la posibilidad de incidir en las decisiones del ejecutivo, sobre todo en los temas clave, no es una cuesti¨®n de habilidad negociadora ni de 'cintura pol¨ªtica', sino de correlaci¨®n de fuerzas; y en este sentido, la posici¨®n que ocupa IU-EB en el Gobierno y en el Parlamento no puede ser m¨¢s debil.
Conviene recordar, adem¨¢s, que en contra de lo que se ha venido publicitando desde algunos sectores afines a la coalici¨®n gubernamental, la posici¨®n de IU-EB no se ha visto fortalecida en t¨¦rminos de representaci¨®n electoral tras el 13-M. Si bien es cierto que ha obtenido un esca?o parlamentario m¨¢s y que ha aumentado ligeramente el n¨²mero de votos -todas las formaciones pol¨ªticas que concurr¨ªan a las elecciones, salvo EH, han aumentado el n¨²mero de votos, y en mayor porcentaje que IU-EB, debido al sorprendente incremento de la participaci¨®n electoral- no es menos cierto que el porcentaje de representaci¨®n electoral, que es lo que realmente cuenta, no solo no ha aumentado sino que se ha mantenido a la baja, incluso reduciendose ligeramente (del 5,6% en 1998 al 5,5% en 2001; cifras que contrastan en todo caso con el 9,2% de 1994). De acuerdo con estos datos, no puede sostenerse que IU-EB haya visto fortalecida su posici¨®n y su peso pol¨ªtico tras el 13-M, ni en relaci¨®n con sus nuevos socios de gobierno ni en terminos globales por lo que se refiere a la cuota de representatividad obtenida.
Pero m¨¢s all¨¢ de los datos de la aritm¨¦tica electoral, lo realmente importante es la orientaci¨®n pol¨ªtica a seguir partiendo de la situaci¨®n en que se encuentra IU en la actualidad, en mi opini¨®n bastante d¨¦bil tanto en el plano pol¨ªtico como organizativo. En este sentido, no parece que lo m¨¢s adecuado para recuperar el espacio sociol¨®gico perdido y para consolidar pol¨ªtica y organizativamente a IU-EB como una opci¨®n alternativa desde la izquierda sea su integraci¨®n, en una posici¨®n subordinada, en el Gobierno PNV-EA. Un Gobierno sobre el que puede discutirse todo lo que se quiera sobre su caracterizaci¨®n pero que, desde luego, no es expresi¨®n de la izquierda plural (ni tampoco del pluralismo pol¨ªtico de la sociedad vasca); en estas condiciones, lo m¨¢s previsible es el desdibujamiento, mayor aun del ya existente, de IU como fuerza de izquierda.
Consideraciones similares son de aplicaci¨®n al papel que pod¨ªa, y deb¨ªa, haber jugado IU-EB, desde una posici¨®n aut¨®noma, para contribuir a suturar la fractura entre las fuerzas democr¨¢ticas, nacionalistas y no nacionalistas. Es evidente que si de verdad se quiere jugar un papel integrador y mediador en este terreno, siempre ser¨¢ m¨¢s factible hacerlo desde una posici¨®n independiente que estando integrado en un Gobierno que es precisamente la expresi¨®n de uno de los bloques enfrentados y donde las decisiones adoptadas, como en todos los gobiernos, vinculan colegiadamente a sus miembros.
Por el contrario, permanecer en la oposici¨®n manteniendo la independencia pol¨ªtica -no es inevitable en la oposici¨®n quedar vinculado por las decisiones pol¨ªticas de otros grupos, a diferencia de lo que ocurre en el Gobierno- permite tener una libertad de movimientos de la que no se dispone en ning¨²n caso estando integrado en el ejecutivo; y menos a¨²n en la situaci¨®n de subordinaci¨®n en que se est¨¢ dada la correlaci¨®n de fuerzas existente.
A todo lo dicho habr¨ªa que a?adir otro factor que, por razones de espacio, no es posible tratar debidamente en estas l¨ªneas. Se trata de las repercusiones de una decisi¨®n de este tipo para el proyecto federal de IU, que puede adelantarse no van a ser nada favorables.
Ha sido una pena. Para quienes procedentes de la tradici¨®n comunista hemos apostado, junto con otras corrientes de la izquierda, por IU como un proyecto unitario e independiente de la izquierda transformadora, esta decisi¨®n, que culmina el giro experimentado por IU-EB durante el ¨²ltimo periodo, es algo m¨¢s que un error. De todas formas, el tiempo, probablemente a plazo m¨¢s corto que largo, dir¨¢ la ¨²ltima palabra.
En cualquier caso, la necesidad de una opci¨®n de izquierda como la representada hasta ahora por Izquierda Unida sigue teniendo, al menos para algunos entre los que me cuento, vigencia y actualidad. Por tanto, habr¨¢ que volver a recomponerla de nuevo. Lo triste es que, si no cambian las cosas, no ser¨¢ posible hacerlo desde IU.No es un simple error; es algo m¨¢s que un error. Y no por el hecho en s¨ª de la participaci¨®n en el Gobierno ni porque una fuerza de izquierda no pueda, por principio, formar parte de ning¨²n gobierno junto con otras fuerzas pol¨ªticas a no ser que se cumpla integramente su propio programa. Precisamente ¨¦sta es una discusi¨®n que se ha planteado en m¨¢s de una ocasi¨®n en IU y en la que, frente al discurso de la ret¨®rica antiinstitucional, algunos hemos defendido siempre que una fuerza de izquierda tiene que tener vocaci¨®n de gobierno: 'un partido de lucha y de gobierno', siguiendo el eslogan popularizado por los comunistas italianos cuando el PCI, antes de su suicidio pol¨ªtico, era un referente de la izquierda. Pero la cuesti¨®n no es estar en el gobierno; lo que hay que dilucidar es en qu¨¦ gobierno y en qu¨¦ condiciones. Desde esta perspectiva, a algunos nos resulta muy dificil encontrar alguna raz¨®n que justifique la integraci¨®n de IU, en las condiciones en que lo hace, en el Gobierno nacionalista de centro-derecha PNV-EA.
En realidad, la incorporaci¨®n de IU al Gobierno PNV-EA, cuyo programa ya hab¨ªa sido aprobado previamente en julio pasado, no puede decirse que sea una gran novedad. Durante toda la anterior legislatura, y en particular desde la adhesi¨®n al Acuerdo de Lizarra, IU ha estado alineada permanentemente con las formaciones nacionalistas, muy especialmente en todas aquellas cuestiones relacionadas con la pacificaci¨®n y el autogobierno, que son las que han polarizado con mayor intensidad la vida pol¨ªtica vasca. En esta linea, la formalizaci¨®n del reciente Acuerdo de Gobierno y su integraci¨®n en el mismo no es sino la culminaci¨®n del proceso de convergencia nacionalista experimentado por IU-EB durante este ¨²ltimo periodo, a partir de Lizarra.
Pero si la integraci¨®n en el Gobierno es la manifestaci¨®n l¨®gica de la deriva seguida por IU-EB ultimamente, hay que decir tambi¨¦n que supone la m¨¢s completa ruptura con la trayectoria anterior de IU desde su nacimiento, y antes con la del Partido Comunista. Con esta decisi¨®n, IU se situa en otra onda, abandonando su propio espacio pol¨ªtico para instalarse en otro distinto que le es ajeno por completo, como es el del nacionalismo soberanista de centro-derecha, en los t¨¦rminos en que queda formulado en el programa de gobierno aprobado previamente por el PNV-EA. Y no se trata de un mero acuerdo puntual o coyuntural, que nunca debe ser descartado, sino de la adhesi¨®n a un acuerdo de gobierno que necesariamente implica la reubicaci¨®n pol¨ªtica de IU en un espacio distinto al que ha venido ocupando habitualmente hasta la actualidad.
Es preciso tener en cuenta, as¨ª mismo, las condiciones en que se entra en el Gobierno y la correlaci¨®n de fuerzas en ¨¦l, que en este caso se traducen en tres esca?os parlamentarios sobre los 33 de que dispone PNV-EA; es decir, una aportaci¨®n que, aparte de sus reducidas dimensiones en t¨¦rminos cuantitativos (menos de la d¨¦cima parte), no le proporciona al PNV-EA ni la mayor¨ªa relativa sobre sus rivales (PP y PSE), que ya la tiene, ni la mayor¨ªa absoluta en la C¨¢mara. En estas condiciones, la capacidad real de IU-EB para condicionar la pol¨ªtica del Gobierno es nula; porque si de verdad se quiere cambiar su orientaci¨®n pol¨ªtica, la posibilidad de incidir en las decisiones del ejecutivo, sobre todo en los temas clave, no es una cuesti¨®n de habilidad negociadora ni de 'cintura pol¨ªtica', sino de correlaci¨®n de fuerzas; y en este sentido, la posici¨®n que ocupa IU-EB en el Gobierno y en el Parlamento no puede ser m¨¢s debil.
Conviene recordar, adem¨¢s, que en contra de lo que se ha venido publicitando desde algunos sectores afines a la coalici¨®n gubernamental, la posici¨®n de IU-EB no se ha visto fortalecida en t¨¦rminos de representaci¨®n electoral tras el 13-M. Si bien es cierto que ha obtenido un esca?o parlamentario m¨¢s y que ha aumentado ligeramente el n¨²mero de votos -todas las formaciones pol¨ªticas que concurr¨ªan a las elecciones, salvo EH, han aumentado el n¨²mero de votos, y en mayor porcentaje que IU-EB, debido al sorprendente incremento de la participaci¨®n electoral- no es menos cierto que el porcentaje de representaci¨®n electoral, que es lo que realmente cuenta, no solo no ha aumentado sino que se ha mantenido a la baja, incluso reduciendose ligeramente (del 5,6% en 1998 al 5,5% en 2001; cifras que contrastan en todo caso con el 9,2% de 1994). De acuerdo con estos datos, no puede sostenerse que IU-EB haya visto fortalecida su posici¨®n y su peso pol¨ªtico tras el 13-M, ni en relaci¨®n con sus nuevos socios de gobierno ni en terminos globales por lo que se refiere a la cuota de representatividad obtenida.
Pero m¨¢s all¨¢ de los datos de la aritm¨¦tica electoral, lo realmente importante es la orientaci¨®n pol¨ªtica a seguir partiendo de la situaci¨®n en que se encuentra IU en la actualidad, en mi opini¨®n bastante d¨¦bil tanto en el plano pol¨ªtico como organizativo. En este sentido, no parece que lo m¨¢s adecuado para recuperar el espacio sociol¨®gico perdido y para consolidar pol¨ªtica y organizativamente a IU-EB como una opci¨®n alternativa desde la izquierda sea su integraci¨®n, en una posici¨®n subordinada, en el Gobierno PNV-EA. Un Gobierno sobre el que puede discutirse todo lo que se quiera sobre su caracterizaci¨®n pero que, desde luego, no es expresi¨®n de la izquierda plural (ni tampoco del pluralismo pol¨ªtico de la sociedad vasca); en estas condiciones, lo m¨¢s previsible es el desdibujamiento, mayor aun del ya existente, de IU como fuerza de izquierda.
Consideraciones similares son de aplicaci¨®n al papel que pod¨ªa, y deb¨ªa, haber jugado IU-EB, desde una posici¨®n aut¨®noma, para contribuir a suturar la fractura entre las fuerzas democr¨¢ticas, nacionalistas y no nacionalistas. Es evidente que si de verdad se quiere jugar un papel integrador y mediador en este terreno, siempre ser¨¢ m¨¢s factible hacerlo desde una posici¨®n independiente que estando integrado en un Gobierno que es precisamente la expresi¨®n de uno de los bloques enfrentados y donde las decisiones adoptadas, como en todos los gobiernos, vinculan colegiadamente a sus miembros.
Por el contrario, permanecer en la oposici¨®n manteniendo la independencia pol¨ªtica -no es inevitable en la oposici¨®n quedar vinculado por las decisiones pol¨ªticas de otros grupos, a diferencia de lo que ocurre en el Gobierno- permite tener una libertad de movimientos de la que no se dispone en ning¨²n caso estando integrado en el ejecutivo; y menos a¨²n en la situaci¨®n de subordinaci¨®n en que se est¨¢ dada la correlaci¨®n de fuerzas existente.
A todo lo dicho habr¨ªa que a?adir otro factor que, por razones de espacio, no es posible tratar debidamente en estas l¨ªneas. Se trata de las repercusiones de una decisi¨®n de este tipo para el proyecto federal de IU, que puede adelantarse no van a ser nada favorables.
Ha sido una pena. Para quienes procedentes de la tradici¨®n comunista hemos apostado, junto con otras corrientes de la izquierda, por IU como un proyecto unitario e independiente de la izquierda transformadora, esta decisi¨®n, que culmina el giro experimentado por IU-EB durante el ¨²ltimo periodo, es algo m¨¢s que un error. De todas formas, el tiempo, probablemente a plazo m¨¢s corto que largo, dir¨¢ la ¨²ltima palabra.
En cualquier caso, la necesidad de una opci¨®n de izquierda como la representada hasta ahora por Izquierda Unida sigue teniendo, al menos para algunos entre los que me cuento, vigencia y actualidad. Por tanto, habr¨¢ que volver a recomponerla de nuevo. Lo triste es que, si no cambian las cosas, no ser¨¢ posible hacerlo desde IU.
Andoni P¨¦rez Ayala es profesor de Derecho Constitucional de la UPV-EHU y ha sido miembro del Consejo Pol¨ªtico Federal de IU desde 1989 hasta noviembre 2000.
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