La caravana entra en un cuartel
La Vuelta acab¨® en terreno militar y con los militares no se juega. Al Ej¨¦rcito del Aire, titular del monte pelado de Aitana, s¨®lo le falt¨® pedir la documentaci¨®n a los corredores de uno en uno, seg¨²n iban escalando, para completar su magn¨ªfica demostraci¨®n de control. Nadie se pod¨ªa mover sin permiso en la zona de meta. Soldados con subfusiles controlaban las instalaciones entre periodistas apresurados, organizadores nerviosos y ciclistas cambi¨¢ndose a ropa seca en medio del vocer¨ªo. Espectacular y ca¨®tico. La Vuelta, que impone su ley y su orden all¨¢ por donde rueda, tuvo que ceder su poder y ponerse a las ¨®rdenes de un comandante.
?scar Sevilla no se enter¨® de nada de eso. Bastante ten¨ªa con ordenar su cabeza nada m¨¢s llegar a la meta exhausto. Ya no es un joven con cara de ni?o sonriente y bien peinado. La monta?a, el dolor, el amarillo le han envejecido. Intenta sonre¨ªr tras la etapa y apenas puede. Sufrir¨¢ para ganar la Vuelta. Sufrir¨¢ en su terreno, en la monta?a. Sufri¨® ayer, y no por culpa de otro escalador, que ser¨ªa lo suyo, sino de un rodador. 'Lo he pasado muy mal', confes¨® el joven ligero de Ossa de Montiel. 'Casero me ha dejado clavado. Por suerte, por detr¨¢s ven¨ªan los banestos tirando de Mercado y me han salvado', explic¨® Sevilla, que sigue de l¨ªder, estirando al m¨¢ximo los segundos. Todav¨ªa le quedan 25. 'No s¨¦ si ser¨¢n suficientes. Me vendr¨¢ muy bien el d¨ªa de descanso para preparar la ¨²ltima semana'.
Sevilla no lleg¨® a pensar en que pod¨ªa perder la Vuelta. 'Cuando sufres, no piensas en nada, s¨®lo en dar el m¨¢ximo y perder lo m¨ªnimo'. Pero ahora piensa en los d¨ªas que llegan. En el s¨¢bado pr¨®ximo y la doble subida a Abantos, el ¨²ltimo d¨ªa de monta?a. En la Demanda sufri¨® una crisis ante Beloki, ayer ante Casero. Ha corrido el Tour y todos los que han llegado de Francia han reventado. 'Pero no pienso en eso. Si en Abantos no puedo m¨¢s, no pasa nada. Bastante he hecho'.
A ?ngel Casero se le ha afilado el rostro y el cuerpo. Casero sonr¨ªe con una toalla sec¨¢ndole el cuello. 'C¨®mo he estado entre escaladores, ?eh?', dice, y s¨®lo le falta gui?ar un ojo de alegr¨ªa. Ve la Vuelta a su alcance, cada d¨ªa m¨¢s cerca. No necesita siquiera vestir de l¨ªder, sabe que s¨®lo necesitar¨¢ conseguir el amarillo el ¨²ltimo d¨ªa, en la contrarreloj, como hizo hace siete a?os para ganar el Tour del Porvenir, la ¨²nica gran victoria de su palmar¨¦s.
De naturaleza poco agresivo, necesit¨® de un doble impulso y un gran o¨ªdo para lanzarse a conquistar Aitana. 'Vi que el Chava iba mal porque le pidi¨® a Santi Blanco que levantara el pie y supe que Sevilla no iba bien porque le dijo que parara a Pipe G¨®mez. As¨ª que puse a tirar a David Plaza, que hizo el desgaste, y, cuando o¨ª a un espectador gritar 'at¨¢cale', ataqu¨¦. Como le tengo comida la moral a Sevilla, me sali¨® bien'.
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