Suspenso con la espada

La Feria de Algemes¨ª tiene a gala reservar una de sus fechas a la escuela taurina de Valencia. Es algo loable, pues los principiantes no gozan de oportunidades suficientes para demostrar sus aptitudes. Ayer, en la tercera de abono, le toc¨® el turno a la cantera valenciana, a los alumnos de la escuela. Se anunciaron, en teor¨ªa, los cinco m¨¢s aventajados, cuatro toreros y una torera. Y enfrente, un lote de erales del encaste Pedrajas, lo cual sonaba a prueba bastante dura. El examen, desde luego, fue exigente, a pesar de que hubo novillos muy manejables, incluso de excelente comportamiento para la muleta. Estos fueron los lidiados en primero, cuarto y quinto lugar, todos ellos muy aptos para que el alumnado valenciano mostrara sus progresos. Los otros dos erales, segundo y tercero, ya fueron otra cosa. Sobre todo aquel, pues pareci¨® reparado de la vista y desarroll¨® serias complicaciones. El tercero sac¨® casta, demasiada para la escasa t¨¦cnica de Lidia Corrales. En conjunto, la novillada tuvo su exigencia, cuesti¨®n que en estos casos sirve para medir la verdadera capacidad de los chavales que actuaron. Exigentes fueron los pedrajas por juego y, adem¨¢s, tuvieron una intachable presentaci¨®n: impecables de tipo y serios de pitones.

Lo mejor lo puso David Garc¨ªa. Novillero con personalidad, sobre quien ya se dice que han puesto sus ojos muchos taurinos, tiene una forma muy sutil de concebir el toreo. Tiene empaque, arrogancia, est¨¢ definido en la l¨ªnea cl¨¢sica, pero sobre todo impacta su personalidad. Ayer, sin terminar de entender al buen eral que le cupo en suerte, dej¨® detalles de todo lo apuntado. Mas esa buena labor la ech¨® por tierra con la espada pues es su asignatura pendiente.

No s¨®lo David Garc¨ªa suspendi¨® con la espada, sus compa?eros tambi¨¦n arrastran esa disciplina que es la suerte de matar. Tampoco es que malograran grandes faenas, pues la exigencia de los novillos puso en evidencia su falta de recursos. L¨®gica, por otra parte.

Lidia Corrales lo pas¨® mal ante su encastado eral. El Javi aguant¨® tarascadas y coladas a diestro y siniestro. Francisco Romera estuvo entonado pero quiz¨¢s algo fr¨ªo. Y Juan Antonio Aparicio apunt¨® por lo cl¨¢sico pero sin rematar. Y todos suspendieron a la hora de matar.