Los test de 'vacas locas' apenas superan la mitad del ritmo previsto por Agricultura

El plan del Gobierno para erradicar el mal de las vacas locas de la ganader¨ªa espa?ola no se est¨¢ cumpliendo. El Ministerio de Agricultura se propuso analizar 540.000 reses a lo largo de 2001, a un ritmo de 45.000 test mensuales. Esa cifra no se ha alcanzado en ning¨²n momento. El n¨²mero de pruebas fue particularmente bajo durante los meses en que fue posible vender los animales de riesgo a la Administraci¨®n para que los destruyera sin an¨¢lisis. Aunque se han detectado 63 vacas locas durante 2001, a las que se han de sumar las dos del a?o pasado, el n¨²mero real es una inc¨®gnita.

Hasta el 30 de junio fue posible, gracias a la permisividad de la UE, vender a la intervenci¨®n p¨²blica las reses que, por su edad u otra circunstancia, presentaran un mayor riesgo de padecer la encefalopat¨ªa espongiforme bovina. Esas reses fueron destruidas sin analizar. ?sta es la raz¨®n m¨¢s probable de que la tasa de aparici¨®n de positivos (en total se han registrado 65 vacas locas), que se situaba a principios de a?o en torno a los cinco o seis casos semanales, sufriera una repentina y dr¨¢stica reducci¨®n a partir de marzo (v¨¦ase gr¨¢fico).

Pasado el 30 de junio, cuando expir¨® la opci¨®n de destruir las reses sin analizar, el n¨²mero de positivos repunt¨®, como era previsible, pero nunca recuper¨® los ritmos de principios de a?o.

'Yo predije que a partir de julio volver¨ªan a darse m¨¢s de cinco o seis reses positivas a la semana, y no ha sido as¨ª', reconoce el director del Laboratorio Nacional de Referencia sobre este asunto, Juan Jos¨¦ Badiola. 'No s¨¦ a qu¨¦ se debe esto. Es posible que la destrucci¨®n de reses sospechosas hasta el 30 de junio fuera extraordinariamente efectiva. Tambi¨¦n puede que se est¨¦n sacrificando muy pocas vacas mayores de dos a?os, que son las que tienen la enfermedad desarrollada'.

Por el momento es imposible decidir si alguna de esas dos hip¨®tesis se aproxima a la verdad, debido a la deficiencia de los datos del Ministerio de Agricultura. Por un lado, las reses entregadas a la intervenci¨®n (sin an¨¢lisis) no se computaron de acuerdo a su edad. Ni siquiera se han computado como n¨²mero de cabezas, sino como toneladas de carne. En estas condiciones no hay forma de arriesgar una estimaci¨®n, ni siquiera aproximada, de la cifra de vacas en edad de riesgo que se colaron por esta v¨ªa.

Estad¨ªsticas opacas

Por otro lado, las cifras facilitadas por las comunidades aut¨®nomas no hacen constar, en general, la edad de las vacas analizadas. Es posible que se est¨¦n sacrificando menos animales adultos de lo habitual, pero las estad¨ªsticas oficiales son opacas al respecto. En ausencia de n¨²meros fiables, la impresi¨®n general de Badiola es que los test en los mataderos -que son los que garantizan que los animales enfermos no entran en la cadena alimentaria- est¨¢n funcionando correctamente. 'Tengo m¨¢s dudas sobre algunos de los animales muertos en las explotaciones', admite este experto.

Cuando una vaca muere en la granja, los ganaderos est¨¢n obligados a notificarlo, y el animal debe ser analizado. Estas pruebas son particularmente importantes para la fiabilidad de las estad¨ªsticas generales.

Pero, como las reses muertas en la explotaci¨®n est¨¢n parcialmente cubiertas por un seguro, el cad¨¢ver no se puede retirar para su an¨¢lisis hasta que no lo examine un perito, y esto no siempre ocurre con la rapidez necesaria. Unos d¨ªas de retraso son suficientes, particularmente en verano, para que la putrefacci¨®n sirva como una excusa perfecta para eludir el an¨¢lisis.

Badiola admite que se han dado casos de este tipo, aunque no cree que su n¨²mero sea suficiente para explicar el bajo n¨²mero de positivos a partir del 30 de junio.

En cualquier caso, no hay ninguna explicaci¨®n cient¨ªficamente satisfactoria para la reducci¨®n del n¨²mero de positivos, en particular desde que la ley impide eludir el test. Las harinas c¨¢rnicas ilegales se han estado utilizando hasta el a?o 2000, seg¨²n reconocen los informes de Agricultura, y la lenta evoluci¨®n de esta enfermedad -junto a la experiencia brit¨¢nica- implica que Espa?a deber¨ªa estar a¨²n en la fase ascendente de la epidemia.