El cabo fue general
Los vecinos advierten a CiU de que Llagostera ser¨¢ su frente norte como el Ebro es el del sur
Llagostera amaneci¨® ayer con rabia contenida. Como en una tragedia griega, sus ciudadanos lamentaban el destino que les depara esta extra?a alianza entre el Consell Executiu y el gran monopolio el¨¦ctrico de Catalu?a: Fecsa-Endesa. Por eso nadie se concentr¨®, como anteayer de madrugada, ante el centenar de mossos d'esquadra que defienden contra la legalidad municipal las obras de construcci¨®n de la l¨ªnea de alta tensi¨®n. Todo estaba donde deb¨ªa: la polic¨ªa auton¨®mica junto a Fecsa, los turistas alemanes tomando el aperitivo en el casino y los jubilados conspirando.
En un banco del paseo de Pompeu Fabra, cuatro jubilados -Joan, Vicen?, Fernando y Josep, entre los 70 y los 81 a?os- maldec¨ªan a mediod¨ªa al Gobierno de Jordi Pujol y especialmente a su consejero de Industria, Antoni Subir¨¤. 'Llagostera ser¨¢ la tumba de CiU, su frente norte; en el sur ya tienen lo del delta del Ebro', recordaba Vicen?. 'Subir¨¤ dice muchas mentiras, no hay derecho a lo que est¨¢n haciendo la Generalitat y Fecsa', a?ad¨ªa Fernando. Independientemente del partido de su preferencia, todos cierran filas en torno a su alcalde, Llu¨ªs Postigo, de la coalici¨®n de izquierdas Entesa per Llagostera.
En esta poblaci¨®n del Giron¨¨s, de 6.010 habitantes, con mucha poblaci¨®n joven llegada de la inmigraci¨®n, no hay discusi¨®n sobre el liderazgo de Postigo. Y no hay discusi¨®n sobre otro de los personajes del d¨ªa: el cabo de la polic¨ªa local Joan Linde. Naci¨® en Granada, es hijo de guardia civil y comanda desde hace 18 a?os a la decena de municipales de Llagostera. Ayer, de buena ma?ana, tom¨® su pistola. Un rev¨®lver al servicio de esa separaci¨®n de poderes, los cuales andan confusos y revueltos en Llagostera.
Hombre de temple, como el alcalde, el cabo Linde cruz¨® con dignidad de general las l¨ªneas enemigas de los Mossos d'Esquadra. Eran las cinco de la tarde y se hab¨ªa producido una gran noticia: el Juzgado de lo Contencioso Administrativo de Girona acababa de dar un espaldarazo al Ayuntamiento reconociendo su derecho a derribar los postes de la l¨ªnea de alta tensi¨®n. Los vecinos, al conocer la interlocutoria, se concentraron ante los mossos. Los mandos auton¨®micos, con el jefe de la regi¨®n policial al frente, Joan Miquel Capell, no dejaban de consultar a sus superiores. Los m¨®viles herv¨ªan. Nadie sab¨ªa qu¨¦ hacer. Los mossos se negaron a firmar la notificaci¨®n que el Ayuntamiento les entregaba para paralizar las obras, quiz¨¢ tomando como modelo a esos conductores d¨ªscolos que intentan escabullirse cuando cometen una infracci¨®n. Al fin, despu¨¦s de muchas consultas, el alcalde, el cabo y el equipo de gobierno municipal lograron saber qui¨¦n era el jefe de todo aquello. Era el turno de los picapleitos de Fecsa. Cuatro hombres con corbata, asesores legales de Fecsa, avanzaban por el camino polvoriento. El m¨¢s joven arrastraba una pesada cartera. Los dem¨¢s hablaban por el m¨®vil. Ellos tampoco firmaron.
El tiempo pasaba y la noche comenzaba a caer tras el macizo de Les Gavarres. A las siete de la tarde, Postigo hablaba con el consejero Xavier Pom¨¦s, quien intentaba ganar tiempo: 'Ll¨¢mame dentro de una hora'. 'Si quer¨¦is llamarme dentro de una hora, paralizad las obras; de otra manera os doy cinco minutos', replicaba Postigo. 'Bueno pues cinco minutos, yo no puedo resolverlo todo aunque sea m¨¦dico', respond¨ªa Pom¨¦s.
Todo suced¨ªa seg¨²n el gui¨®n de la tragedia griega: la suerte estaba echada y la Generalitat no estaba dispuesta a paralizar nada. As¨ª que la respuesta fue la esperada. Y fue el momento de Linde: con la pistola perfectamente enfundada, notific¨® que las obras deb¨ªan paralizarse. Los abogados de Fecsa y los mandos de los mossos hicieron su acostumbrado frente com¨²n. 'Continuaremos trabajando' dijeron los picapleitos. 'Nosotros les protegeremos', dijeron los mandos de los mossos. La comitiva municipal abandon¨® el campo de batalla con el orgullo del vencido pero no sometido. Los vecinos les recibieron con aplausos. El cabo Linde fue ayer, a sus ojos, un general.
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