El rostro pac¨ªfico del islam
La doctrina de Mahoma y la tradici¨®n musulmana ense?an a no matar y desacreditan todo tipo de violencia
Existen 1.200 millones de musulmanes en el mundo y el islam es la religi¨®n que se extiende a m¨¢s velocidad. Si la cruel matanza que presenciamos el 11 de septiembre fuera un rasgo t¨ªpico de esta fe y el islam inspirase y justificase verdaderamente tal violencia, esa expansi¨®n y la presencia creciente de musulmanes en Europa y Estados Unidos ser¨ªa una perspectiva aterradora. Por fortuna, no es as¨ª.
La propia palabra islam, que significa 'sumisi¨®n', est¨¢ relacionada con el ¨¢rabe salam (paz). Cuando el profeta Mahoma entreg¨® a los ¨¢rabes los textos de inspiraci¨®n divina conocidos como Cor¨¢n, a principios del siglo VII despu¨¦s de Cristo, gran parte de su misi¨®n consisti¨® precisamente en acabar con matanzas como las que hemos visto en Nueva York y Washington. La Arabia preisl¨¢mica estaba inmersa en un c¨ªrculo vicioso de guerras en las que las tribus luchaban sin cesar unas contra otras y viv¨ªan dedicadas a la venganza y la contravenganza. El propio Mahoma sobrevivi¨® a varios intentos de asesinato; la primera comunidad musulmana escap¨® por poco al exterminio en la poderosa ciudad de La Meca. El profeta tuvo que librar una guerra sangrienta para sobrevivir, pero, en cuanto consider¨® a salvo a su gente, dedic¨® sus esfuerzos a construir una coalici¨®n pac¨ªfica de tribus y alcanz¨® la victoria mediante una ingeniosa y mod¨¦lica campa?a de no violencia. Como el Cor¨¢n 'fue revelado' en un contexto de guerra generalizada, hay varios fragmentos que abordan c¨®mo llevar a cabo una lucha armada. En la pen¨ªnsula Ar¨¢biga, la guerra era una cosa desesperada. No se contaba con que un caudillo perdonara la vida a nadie despu¨¦s de una batalla; algunos mandamientos cor¨¢nicos parecen compartir ese esp¨ªritu. Dios ordena a los musulmanes '?matar dondequiera que los halles!' (4:89). A los extremistas como Osama Bin Laden les gusta citar vers¨ªculos, pero lo hacen de forma selectiva. No incluyen las exhortaciones a la paz que suelen seguir, en casi todos los casos, a esos pasajes m¨¢s virulentos: 'Por tanto, si te dejan vivir, y no te declaran la guerra, y te ofrecen la paz, Dios no te permite que les hagas da?o' (4:90).
Es decir, en el Cor¨¢n, la ¨²nica guerra permitida es la que se libra en defensa propia. Los musulmanes no pueden iniciar las hostilidades (2:190). La guerra es siempre mala, pero a veces hay que luchar para evitar una persecuci¨®n como la que los habitantes de La Meca efectuaron contra los musulmanes (2:191, 2:217) o proteger unos valores decentes (4:75, 22:40). El Cor¨¢n cita la Tor¨¢, el conjunto de las escrituras jud¨ªas, que permite la venganza ojo por ojo y diente por diente, pero, al igual que los Evangelios, el Cor¨¢n sugiere que es una virtud renunciar a la venganza (5:45).
El islam no es adicto a la guerra y la yihad no es uno de sus 'pilares', una de sus pr¨¢cticas esenciales. El significado fundamental de la palabra yihad no es 'guerra santa', sino 'lucha'. Se refiere al duro esfuerzo necesario para llevar la voluntad de Dios a la pr¨¢ctica en todos los ¨¢mbitos: personal, social y pol¨ªtico. Seg¨²n una tradici¨®n muy importante y muy citada, Mahoma dijo a quienes le acompa?aban al regresar a casa despu¨¦s de una batalla: 'Volvemos de la peque?a yihad a la m¨¢s grande', la tarea mucho m¨¢s urgente y trascendental de extirpar el mal de la sociedad y nuestro propio coraz¨®n.
El islam no se impuso por la espada. El Cor¨¢n insiste: '?No debe existir coacci¨®n en cuestiones de fe!' (2:256). A los musulmanes se les exhorta constantemente a que respeten a jud¨ªos y cristianos, los 'pueblos del Libro', que adoran al mismo Dios (29:46). En unas palabras que citaba Mahoma en uno de sus ¨²ltimos sermones, Dios les dice a todos los seres humanos: '?Oh, pueblo! Te hemos formado en naciones y tribus para que pod¨¢is conoceros' (49:13).
?De d¨®nde proceden las bombas suicidas, el secuestro y la matanza de civiles inocentes? El Cor¨¢n no respalda esos asesinatos, ni mucho menos; violan varios de sus preceptos m¨¢s sagrados. Ahora bien, a lo largo del siglo XX, en todas las grandes religiones brot¨® esa faceta militante de devoci¨®n que suele denominarse fundamentalismo como forma de rebeli¨®n contra la modernidad. Todos los movimientos fundamentalistas que he estudiado en el juda¨ªsmo, el cristianismo y el islam est¨¢n convencidos de que la sociedad laica y liberal est¨¢ empe?ada en eliminar la religi¨®n. Como creen que est¨¢n luchando por su supervivencia, los fundamentalistas se sienten justificados, muchas veces, para ignorar los principios m¨¢s compasivos de su fe. Sin embargo, lo que hacen es distorsionar la tradici¨®n.
Ser¨ªa un error creer que Bin Laden es un aut¨¦ntico representante del islam como considerar a James Kopp, presunto asesino de un m¨¦dico que practicaba abortos en Buffalo (Nueva York), un cristiano t¨ªpico, o a Baruch Goldstein, que dispar¨® contra 29 fieles en la mezquita de Hebr¨®n en 1994 y muri¨® en el atentado, un m¨¢rtir de Israel.
Karen Armstrong ha escrito varios libros sobre religi¨®n, incluido Islam: a short history (Islam: una breve historia). ? Time.
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