La paradoja de la antiglobalizaci¨®n
El autor, primer ministro belga, explica su visi¨®n acerca de lo sucedido en G¨¦nova y ofrece una propuesta para la celebraci¨®n y reforma de las reuniones del G-8.
A los antiglobalizadores:
Seattle, G?teborg, G¨¦nova... Miles de personas que salen a la calle a expresar su opini¨®n. Un alivio en nuestra ¨¦poca postideol¨®gica. Si no fuera solamente violencia in¨²til, hasta dar¨ªan ganas de aplaudir. La antiglobalizaci¨®n forma una resistencia bienvenida en una ¨¦poca en la que la pol¨ªtica se ha vuelto est¨¦ril, aburrida y t¨¦cnica. Esta resistencia es buena para nuestra democracia. Sin embargo, ?Qu¨¦ es lo que realmente quieren decirnos ustedes, los anti-globalizadores? ?Desean reaccionar con violencia ante cualquier forma de propiedad privada, como el black bloc?, o bien, ?son adeptos al movimiento slow food, un club mundano que edita lujosos folletos en donde siempre se pregona el consumo de alimentos correctos en los mejores restaurantes?
No frenar la globalizaci¨®n, sino rodearla de ¨¦tica: es el desaf¨ªo al que nos enfrentamos
?Qu¨¦ hay repentinamente de malo en la globalizaci¨®n? Hasta hace poco, incluso los intelectuales progresistas alababan el comercio mundial, que va a llevar prosperidad y bienestar a pa¨ªses en los cuales antes s¨®lo hab¨ªa pobreza y recesi¨®n. Y con raz¨®n. La pr¨¢ctica nos muestra que cada porcentaje de apertura extra en la econom¨ªa de un pa¨ªs hace aumentar en un 1% el ingreso per c¨¢pita de su poblaci¨®n. Esto explica la riqueza de los habitantes de Singapur, en agudo contraste con la pobreza en la econom¨ªa cerrada de Myanmar.
Hasta la cumbre de Seattle, la mundializaci¨®n no era un pecado, sino una bendici¨®n para la humanidad. Un enorme contraste con la extrema derecha que segu¨ªa insistiendo acerca de la p¨¦rdida de identidad. Sin embargo, desde entonces, ustedes reniegan de la globalizaci¨®n como una especie de peste bub¨®nica que solamente siembra pobreza y ruinas.
Naturalmente que la globalizaci¨®n, el hecho de sobrepasar las fronteras puede decaer r¨¢pidamente en ego¨ªsmo sin fronteras. Para el occidente rico, el libre comercio es evidente, aunque de preferencia a productos que no afecten su propia econom¨ªa. Nada de az¨²car de pa¨ªses del Tercer Mundo. Nada de textiles o confecciones de ?frica del Norte. All¨ª ustedes, los antiglobalizadores tienen raz¨®n. El comercio mundial anunciado a voces tan altas, por lo general se trata de un tr¨¢fico en un solo sentido: desde el norte rico hacia el sur pobre, y no a la inversa.
Aunque tambi¨¦n veo contradicciones en vuestra manera de pensar. Ustedes est¨¢n en contra de las hamburgueser¨ªas estadounidenses, contra la soja gen¨¦ticamente manipulada por consorcios multinacionales, contra nombres de marcas mundiales que determinan el comportamiento de compra. Para algunos de vosotros, todo debe volver a la peque?a escala. Debemos volver a los mercados locales, a las comunidades locales. ?Pero no cuando se trata de migraci¨®n! Entonces la globalizaci¨®n se convierte en objetivo. Enormes masas de exiliados que deambulan por las fronteras de Europa y Norteam¨¦rica y que se quedan admirando los escaparates de la sociedad de consumo. Millones de ilegales que viven como parias exiliados en las condiciones m¨¢s m¨ªseras esperando poder coger aunque sea unos granitos de la riqueza occidental. ?No es precisamente la falta de libre comercio e inversiones lo que les obliga a huir hacia occidente?
Por otra parte, ustedes tambi¨¦n son partidarios de la tolerancia con respecto a diferentes formas de sociedades y estilos de vida. ?No creen que es gracias a la globalizaci¨®n que actualmente vivimos en una sociedad multicultural y tolerante, que hace posible todo esto? Yo pensaba que eran solamente los conservadores los que ensalzaban el pasado, o la extrema derecha que jura por su propia raza, o fan¨¢ticos religiosos que idolatran la Biblia o el Cor¨¢n, los que sent¨ªan nostalgia de las intolerantes sociedades locales de anta?o.
De esta manera, y aunque no lo experimenten as¨ª, muchos de los antiglobalizadores avanzan peligrosamente en la direcci¨®n de la extrema derecha o populista, con la diferencia de que los primeros est¨¢n en contra de las multinacionales debido al presunto perjuicio que provocan al sur, mientras que la extrema derecha, como Le Pen en Francia, condena a las multinacionales porque desea que la econom¨ªa nacional siga en manos nacionales.
A menudo, ustedes plantean las preguntas correctas. Sin embargo, ?presentan ustedes las respuestas correctas? ?Qui¨¦n puede desmentir las modificaciones clim¨¢ticas y el recalentamiento de la tierra? ?Pero no es menos cierto que la ¨²nica manera de hacer frente a ello es mediante acuerdos globales a escala mundial? ?Qui¨¦n no ve la utilidad del libre comercio mundial para los pa¨ªses pobres? ?Pero esto no exige normas sociales y ecol¨®gicas globales? Veamos por ejemplo la inmoral especulaci¨®n contra las monedas d¨¦biles, como ocurri¨® hace unos a?os con el peso mexicano, o el ringgit en Malaisia. ?No es menos cierto que es gracias a las zonas monetarias m¨¢s grandes, es decir, la globalizaci¨®n, que se puede hacer frente a la especulaci¨®n? Porque especular contra el d¨®lar o el euro, asusta a los especuladores m¨¢s que cualquier impuesto.
Creo que no tiene sentido estar a favor o en contra de la globalizaci¨®n sin esp¨ªritu cr¨ªtico. Sin embargo, la pregunta es m¨¢s bien, ?de qu¨¦ manera todos, inclusive los pobres pueden gozar de los manifiestos beneficios que trae consigo la globalizaci¨®n sin experimentar sus perjuicios? ?Cu¨¢ndo podemos estar seguros de que la globalizaci¨®n no es solamente para unos cuantos privilegiados, sino que tambi¨¦n ofrece beneficios para las grandes masas de pobres en el Tercer Mundo?
Una vez m¨¢s, vuestras preocupaciones como antiglobalizadores son correctas. Aunque para encontrar tambi¨¦n buenas soluciones a vuestras preguntas, no necesitamos menos, sino m¨¢s globalizaci¨®n, como muy bien lo plantea James Tobin. Esta es la paradoja de la antiglobalizaci¨®n.
Adem¨¢s, la globalizaci¨®n [...] puede ser utilizada para bien o para mal. Por consiguiente, lo que realmente necesitamos es un enfoque ¨¦tico mundial tanto para el medio ambiente, las relaciones laborales como para la pol¨ªtica monetaria. En otras palabras, no frenar la globalizaci¨®n, sino rodearla de ¨¦tica, este es el desaf¨ªo al cual nos enfrentamos. Yo le llamar¨ªa globalizaci¨®n ¨¦tica, un tri¨¢ngulo compuesto de libre comercio, conocimientos y democracia. O dicho en otras palabras: comercio, ayuda y prevenci¨®n de conflictos.
La democracia y el respeto a los derechos humanos es la ¨²nica manera durable para evitar violencia y guerras, para crear comercio y bienestar. Sin embargo, la comunidad internacional todav¨ªa no ha sido capaz de imponer una prohibici¨®n a nivel mundial de armas peque?as, o de instalar un tribunal de justicia internacional permanente.
Adem¨¢s, es necesario contar con m¨¢s ayuda del occidente rico. Por otra parte es un esc¨¢ndalo que m¨¢s de 1,2 mil millones de personas todav¨ªa no dispongan de cuidados m¨¦dicos y una s¨®lida educaci¨®n. El comercio solo, no va a sacar del subdesarrollo a los pa¨ªses menos desarrollados. Tambi¨¦n con un aumento del comercio sigue siendo necesaria la cooperaci¨®n al desarrollo para la construcci¨®n de puertos y caminos, para la creaci¨®n de escuelas y hospitales, para desarrollar un sistema jur¨ªdico estable.
Finalmente, seguir liberando el comercio mundial. 700 mil millones de d¨®lares al a?o, catorce veces la cantidad total de ayuda al desarrollo que reciben actualmente: ese ser¨ªa el aumento de los ingresos para los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo en caso de una liberalizaci¨®n total de todos los mercados.
Ya no m¨¢s dumping del super¨¢vit agr¨ªcola occidental en los mercados del Tercer Mundo. Ya no m¨¢s excepciones injustas para pl¨¢tanos, arroz o az¨²car. Unicamente para armas [...]. 'Everything but arms' (cualquier cosa menos armas) debe ser el lema para las siguientes rondas de negociaciones de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio.
M¨¢s libre comercio, m¨¢s democracia y respeto por los derechos humanos, m¨¢s ayuda para el desarrollo. ?Es de esta manera un hecho la globalizaci¨®n ¨¦tica? ?Por supuesto que no! Lo que falta es un arma pol¨ªtica para su imposici¨®n. Una respuesta pol¨ªtica mundial que sea tan poderosa como el mercado globalizado en el que vivimos. El G-8 de pa¨ªses ricos, debe ser reemplazado por un G-8 de las organizaciones de cooperaci¨®n regionales existentes. Un G-8 en el cual el Sur reciba un lugar importante y justo, y que conduzca por buen camino la globalizaci¨®n de la econom¨ªa. En otras palabras, un foro en el cual las importantes organizaciones de cooperaci¨®n continental puedan hablar en igualdad de condiciones: la Uni¨®n Europea, la Uni¨®n Africana, Mercosur, Asean, el Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio NAFTA (North American Free Trade Agreement),...
Este nuevo G-8 puede y debe convertirse en un lugar para realizar acuerdos obligatorios acerca de est¨¢ndares ¨¦ticos globales para condiciones laborales, propiedad intelectual, good governance (buena gesti¨®n). Y al mismo tiempo, desde este nuevo G-8 pueden salir las directivas e impulsos necesarios hacia las grandes instituciones internacionales y foros de negociaciones, como por ejemplo la Organizaci¨®n Mundial del Comercio, el Banco Mundial, Kioto. Un G-8 que ya no est¨¦ dominado exclusivamente por los pa¨ªses ricos, sino del que formen parte todos los integrantes de nuestra comunidad mundial, y en donde tambi¨¦n se pueda dar una respuesta fuerte a los problemas mundiales, como por ejemplo el tr¨¢fico internacional de personas.
De manera embrionaria, hemos visto crecer un proceso de este tipo durante la ronda de negociaciones sobre el protocolo de Kyoto en Bonn, en donde finalmente se logr¨® un adelanto mediante acuerdos entre el grupo Umbrella, la Uni¨®n Europea y el grupo de los pa¨ªses menos desarrollados, contra la potencia m¨¢s grande del mundo, los Estados Unidos de Am¨¦rica.
Naturalmente no tenemos que esperar a la primera reuni¨®n de este nuevo G-8 para iniciar la globalizaci¨®n ¨¦tica. Podemos empezar en nuestro propio patio europeo. ?Por qu¨¦ no podr¨ªamos verificar cada vez el impacto que tendr¨ªan las decisiones que toma la Uni¨®n sobre los m¨¢s d¨¦biles del planeta? ?Aumenta la distancia entre el norte rico y el sur pobre? ?Cu¨¢les son las consecuencias de tal o cual decisi¨®n para los problemas ecol¨®gicos mundiales? ?Y por qu¨¦ no pedir la ayuda de personas inteligentes fuera de la UE?
Puesto que en este aspecto ustedes tienen raz¨®n, incluso cuando tengamos las mejores intenciones, a menudo estamos m¨¢s interesados en los intereses de una compa?¨ªa petrolera multinacional, o de los remolacheros europeos, que de la suerte del pueblo de Ogoni en el delta del N¨ªger, o los escasos ingresos de los trabajadores de las plantaciones de ca?a de az¨²car en Costa Rica.A los antiglobalizadores:
Seattle, G?teborg, G¨¦nova... Miles de personas que salen a la calle a expresar su opini¨®n. Un alivio en nuestra ¨¦poca postideol¨®gica. Si no fuera solamente violencia in¨²til, hasta dar¨ªan ganas de aplaudir. La antiglobalizaci¨®n forma una resistencia bienvenida en una ¨¦poca en la que la pol¨ªtica se ha vuelto est¨¦ril, aburrida y t¨¦cnica. Esta resistencia es buena para nuestra democracia. Sin embargo, ?Qu¨¦ es lo que realmente quieren decirnos ustedes, los anti-globalizadores? ?Desean reaccionar con violencia ante cualquier forma de propiedad privada, como el black bloc?, o bien, ?son adeptos al movimiento slow food, un club mundano que edita lujosos folletos en donde siempre se pregona el consumo de alimentos correctos en los mejores restaurantes?
?Qu¨¦ hay repentinamente de malo en la globalizaci¨®n? Hasta hace poco, incluso los intelectuales progresistas alababan el comercio mundial, que va a llevar prosperidad y bienestar a pa¨ªses en los cuales antes s¨®lo hab¨ªa pobreza y recesi¨®n. Y con raz¨®n. La pr¨¢ctica nos muestra que cada porcentaje de apertura extra en la econom¨ªa de un pa¨ªs hace aumentar en un 1% el ingreso per c¨¢pita de su poblaci¨®n. Esto explica la riqueza de los habitantes de Singapur, en agudo contraste con la pobreza en la econom¨ªa cerrada de Myanmar.
Hasta la cumbre de Seattle, la mundializaci¨®n no era un pecado, sino una bendici¨®n para la humanidad. Un enorme contraste con la extrema derecha que segu¨ªa insistiendo acerca de la p¨¦rdida de identidad. Sin embargo, desde entonces, ustedes reniegan de la globalizaci¨®n como una especie de peste bub¨®nica que solamente siembra pobreza y ruinas.
Naturalmente que la globalizaci¨®n, el hecho de sobrepasar las fronteras puede decaer r¨¢pidamente en ego¨ªsmo sin fronteras. Para el occidente rico, el libre comercio es evidente, aunque de preferencia a productos que no afecten su propia econom¨ªa. Nada de az¨²car de pa¨ªses del Tercer Mundo. Nada de textiles o confecciones de ?frica del Norte. All¨ª ustedes, los antiglobalizadores tienen raz¨®n. El comercio mundial anunciado a voces tan altas, por lo general se trata de un tr¨¢fico en un solo sentido: desde el norte rico hacia el sur pobre, y no a la inversa.
Aunque tambi¨¦n veo contradicciones en vuestra manera de pensar. Ustedes est¨¢n en contra de las hamburgueser¨ªas estadounidenses, contra la soja gen¨¦ticamente manipulada por consorcios multinacionales, contra nombres de marcas mundiales que determinan el comportamiento de compra. Para algunos de vosotros, todo debe volver a la peque?a escala. Debemos volver a los mercados locales, a las comunidades locales. ?Pero no cuando se trata de migraci¨®n! Entonces la globalizaci¨®n se convierte en objetivo. Enormes masas de exiliados que deambulan por las fronteras de Europa y Norteam¨¦rica y que se quedan admirando los escaparates de la sociedad de consumo. Millones de ilegales que viven como parias exiliados en las condiciones m¨¢s m¨ªseras esperando poder coger aunque sea unos granitos de la riqueza occidental. ?No es precisamente la falta de libre comercio e inversiones lo que les obliga a huir hacia occidente?
Por otra parte, ustedes tambi¨¦n son partidarios de la tolerancia con respecto a diferentes formas de sociedades y estilos de vida. ?No creen que es gracias a la globalizaci¨®n que actualmente vivimos en una sociedad multicultural y tolerante, que hace posible todo esto? Yo pensaba que eran solamente los conservadores los que ensalzaban el pasado, o la extrema derecha que jura por su propia raza, o fan¨¢ticos religiosos que idolatran la Biblia o el Cor¨¢n, los que sent¨ªan nostalgia de las intolerantes sociedades locales de anta?o.
De esta manera, y aunque no lo experimenten as¨ª, muchos de los antiglobalizadores avanzan peligrosamente en la direcci¨®n de la extrema derecha o populista, con la diferencia de que los primeros est¨¢n en contra de las multinacionales debido al presunto perjuicio que provocan al sur, mientras que la extrema derecha, como Le Pen en Francia, condena a las multinacionales porque desea que la econom¨ªa nacional siga en manos nacionales.
A menudo, ustedes plantean las preguntas correctas. Sin embargo, ?presentan ustedes las respuestas correctas? ?Qui¨¦n puede desmentir las modificaciones clim¨¢ticas y el recalentamiento de la tierra? ?Pero no es menos cierto que la ¨²nica manera de hacer frente a ello es mediante acuerdos globales a escala mundial? ?Qui¨¦n no ve la utilidad del libre comercio mundial para los pa¨ªses pobres? ?Pero esto no exige normas sociales y ecol¨®gicas globales? Veamos por ejemplo la inmoral especulaci¨®n contra las monedas d¨¦biles, como ocurri¨® hace unos a?os con el peso mexicano, o el ringgit en Malaisia. ?No es menos cierto que es gracias a las zonas monetarias m¨¢s grandes, es decir, la globalizaci¨®n, que se puede hacer frente a la especulaci¨®n? Porque especular contra el d¨®lar o el euro, asusta a los especuladores m¨¢s que cualquier impuesto.
Creo que no tiene sentido estar a favor o en contra de la globalizaci¨®n sin esp¨ªritu cr¨ªtico. Sin embargo, la pregunta es m¨¢s bien, ?de qu¨¦ manera todos, inclusive los pobres pueden gozar de los manifiestos beneficios que trae consigo la globalizaci¨®n sin experimentar sus perjuicios? ?Cu¨¢ndo podemos estar seguros de que la globalizaci¨®n no es solamente para unos cuantos privilegiados, sino que tambi¨¦n ofrece beneficios para las grandes masas de pobres en el Tercer Mundo?
Una vez m¨¢s, vuestras preocupaciones como antiglobalizadores son correctas. Aunque para encontrar tambi¨¦n buenas soluciones a vuestras preguntas, no necesitamos menos, sino m¨¢s globalizaci¨®n, como muy bien lo plantea James Tobin. Esta es la paradoja de la antiglobalizaci¨®n.
Adem¨¢s, la globalizaci¨®n [...] puede ser utilizada para bien o para mal. Por consiguiente, lo que realmente necesitamos es un enfoque ¨¦tico mundial tanto para el medio ambiente, las relaciones laborales como para la pol¨ªtica monetaria. En otras palabras, no frenar la globalizaci¨®n, sino rodearla de ¨¦tica, este es el desaf¨ªo al cual nos enfrentamos. Yo le llamar¨ªa globalizaci¨®n ¨¦tica, un tri¨¢ngulo compuesto de libre comercio, conocimientos y democracia. O dicho en otras palabras: comercio, ayuda y prevenci¨®n de conflictos.
La democracia y el respeto a los derechos humanos es la ¨²nica manera durable para evitar violencia y guerras, para crear comercio y bienestar. Sin embargo, la comunidad internacional todav¨ªa no ha sido capaz de imponer una prohibici¨®n a nivel mundial de armas peque?as, o de instalar un tribunal de justicia internacional permanente.
Adem¨¢s, es necesario contar con m¨¢s ayuda del occidente rico. Por otra parte es un esc¨¢ndalo que m¨¢s de 1,2 mil millones de personas todav¨ªa no dispongan de cuidados m¨¦dicos y una s¨®lida educaci¨®n. El comercio solo, no va a sacar del subdesarrollo a los pa¨ªses menos desarrollados. Tambi¨¦n con un aumento del comercio sigue siendo necesaria la cooperaci¨®n al desarrollo para la construcci¨®n de puertos y caminos, para la creaci¨®n de escuelas y hospitales, para desarrollar un sistema jur¨ªdico estable.
Finalmente, seguir liberando el comercio mundial. 700 mil millones de d¨®lares al a?o, catorce veces la cantidad total de ayuda al desarrollo que reciben actualmente: ese ser¨ªa el aumento de los ingresos para los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo en caso de una liberalizaci¨®n total de todos los mercados.
Ya no m¨¢s dumping del super¨¢vit agr¨ªcola occidental en los mercados del Tercer Mundo. Ya no m¨¢s excepciones injustas para pl¨¢tanos, arroz o az¨²car. Unicamente para armas [...]. 'Everything but arms' (cualquier cosa menos armas) debe ser el lema para las siguientes rondas de negociaciones de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio.
M¨¢s libre comercio, m¨¢s democracia y respeto por los derechos humanos, m¨¢s ayuda para el desarrollo. ?Es de esta manera un hecho la globalizaci¨®n ¨¦tica? ?Por supuesto que no! Lo que falta es un arma pol¨ªtica para su imposici¨®n. Una respuesta pol¨ªtica mundial que sea tan poderosa como el mercado globalizado en el que vivimos. El G-8 de pa¨ªses ricos, debe ser reemplazado por un G-8 de las organizaciones de cooperaci¨®n regionales existentes. Un G-8 en el cual el Sur reciba un lugar importante y justo, y que conduzca por buen camino la globalizaci¨®n de la econom¨ªa. En otras palabras, un foro en el cual las importantes organizaciones de cooperaci¨®n continental puedan hablar en igualdad de condiciones: la Uni¨®n Europea, la Uni¨®n Africana, Mercosur, Asean, el Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio NAFTA (North American Free Trade Agreement),...
Este nuevo G-8 puede y debe convertirse en un lugar para realizar acuerdos obligatorios acerca de est¨¢ndares ¨¦ticos globales para condiciones laborales, propiedad intelectual, good governance (buena gesti¨®n). Y al mismo tiempo, desde este nuevo G-8 pueden salir las directivas e impulsos necesarios hacia las grandes instituciones internacionales y foros de negociaciones, como por ejemplo la Organizaci¨®n Mundial del Comercio, el Banco Mundial, Kioto. Un G-8 que ya no est¨¦ dominado exclusivamente por los pa¨ªses ricos, sino del que formen parte todos los integrantes de nuestra comunidad mundial, y en donde tambi¨¦n se pueda dar una respuesta fuerte a los problemas mundiales, como por ejemplo el tr¨¢fico internacional de personas.
De manera embrionaria, hemos visto crecer un proceso de este tipo durante la ronda de negociaciones sobre el protocolo de Kyoto en Bonn, en donde finalmente se logr¨® un adelanto mediante acuerdos entre el grupo Umbrella, la Uni¨®n Europea y el grupo de los pa¨ªses menos desarrollados, contra la potencia m¨¢s grande del mundo, los Estados Unidos de Am¨¦rica.
Naturalmente no tenemos que esperar a la primera reuni¨®n de este nuevo G-8 para iniciar la globalizaci¨®n ¨¦tica. Podemos empezar en nuestro propio patio europeo. ?Por qu¨¦ no podr¨ªamos verificar cada vez el impacto que tendr¨ªan las decisiones que toma la Uni¨®n sobre los m¨¢s d¨¦biles del planeta? ?Aumenta la distancia entre el norte rico y el sur pobre? ?Cu¨¢les son las consecuencias de tal o cual decisi¨®n para los problemas ecol¨®gicos mundiales? ?Y por qu¨¦ no pedir la ayuda de personas inteligentes fuera de la UE?
Puesto que en este aspecto ustedes tienen raz¨®n, incluso cuando tengamos las mejores intenciones, a menudo estamos m¨¢s interesados en los intereses de una compa?¨ªa petrolera multinacional, o de los remolacheros europeos, que de la suerte del pueblo de Ogoni en el delta del N¨ªger, o los escasos ingresos de los trabajadores de las plantaciones de ca?a de az¨²car en Costa Rica.
Guy Verhofstadt. Primer Ministro de B¨¦lgica y actual presidente de la Uni¨®n Europea.
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