Tigres de papel
El viernes, Ibarretxe consider¨® 'incre¨ªble' que haya quienes se nieguen a reconocer la existencia de un 'problema pol¨ªtico' en el Pa¨ªs Vasco. El domingo, en una campa, a?adi¨® ante miles de nacionalistas (convocados tras la consigna 'De las palabras a los hechos') que si las cosas no cambiaban se propon¨ªa consultar directamente a la poblaci¨®n, se supone que sobre la posibilidad de la independencia. El mismo d¨ªa Arzalluz dijo que antes se cortar¨ªa la mano que aprobar una constituci¨®n espa?ola, y el martes completaba el mensaje amenazando con abandonar el Parlamento.
Parecen s¨®lo palabras (tigres de papel), pero si PP y PSOE hubieran aceptado la declaraci¨®n del lehendakari sobre la existencia de un 'problema pol¨ªtico m¨¢s all¨¢ de la violencia' el acuerdo habr¨ªa sido interpretado para siempre como el reconocimiento por parte de la oposici¨®n de que no hay soluci¨®n posible en el marco institucional, y que hay por tanto que modificarlo para llegar al coraz¨®n del conflicto. La l¨®gica de la consulta de Ibarretxe es la de contraponer dos legitimidades o, como ha insinuado Egibar, plantear un conflicto a quienes niegan que exista.
Negar la existencia de un 'contencioso entre el pueblo vasco y el Estado espa?ol' supone, seg¨²n Ibarretxe y Egibar, retroceder a posiciones anteriores al Pacto de Ajuria Enea. Esa formulaci¨®n no aparece en el texto del Pacto, de 1988, sino en una declaraci¨®n a?adida en 1991, por insistencia de EA. Su alcance ven¨ªa matizado por consideraciones como la que precisaba que la existencia de ese contencioso 'no puede ocultar la aut¨¦ntica naturaleza del problema, que consiste en que una minor¨ªa de vascos se niega a aceptar la voluntad de la gran mayor¨ªa' (...) a la que pretende 'doblegar mediante la fuerza y el terror'.
Entre las 'realidades' que probar¨ªan la existencia de ese problema tan especial, Ibarretxe volvi¨® a invocar (abusivamente) los resultados del refer¨¦ndum constitucional, la pervivencia del nacionalismo a los 106 a?os de su fundaci¨®n (?no ser¨¢ que la voluntad de continuidad del nacionalismo alimenta la del conflicto?) y la aprobaci¨®n en 1990 por el Parlamento vasco de una declaraci¨®n a favor de la autodeterminaci¨®n. En esa declaraci¨®n, auspiciada por Euskadiko Ezkerra, la autodeterminaci¨®n se plantea como un proceso 'gradual' integrado por el 'conjunto de decisiones que el pueblo vasco adopte', siempre partiendo del Estatuto como 'punto de encuentro' y 'marco v¨¢lido' para resolver los problemas de la sociedad vasca. Poco que ver con el rupturismo de Lizarra, aunque sea invocada ahora como aval democr¨¢tico de la pretensi¨®n de pasar de las palabras a los hechos.
Entre el viernes y el martes, PP y PSOE pactaron una renovaci¨®n de los vocales del Consejo General del Poder Judicial que exclu¨ªa por primera vez al PNV. Excluir a las minor¨ªas nacionalistas de los organismos comunes supone una invitaci¨®n a limitar su participaci¨®n en la propia comunidad, en la que son mayoritarios. Es decir, lo contrario a lo que se persegu¨ªa con la creaci¨®n del Estado auton¨®mico. El buen sentido pol¨ªtico deber¨ªa sustituir mediante acuerdos la ausencia de normas que garanticen esa presencia. La sospecha de que el PNV ha preferido explotar el victimismo a buscar un acuerdo no exculpa, sino agrava, el error. Sobre todo porque refuerza la l¨ªnea rupturista dentro del nacionalismo. Pero tiene fuerza el argumento del PP de que no era conveniente una candidata tan marcada pol¨ªticamente (la diputada Margarita Ur¨ªa). La reforma en el sistema de elecci¨®n aspira justamente a combatir la imagen de parcialidad que proyecta el reparto entre partidos. Como m¨ªnimo, ser¨ªa deseable evitar un tr¨¢nsito directo del esca?o al Consejo.
Tambi¨¦n era diputado, cuando fue nombrado, el anterior vocal propuesto por el PNV, Emilio Olabarr¨ªa. Sus pronunciamientos p¨²blicos en un tema tan delicado como el de los presos, sosteniendo p¨²blicamente, de acuerdo con la posici¨®n de su partido, que la dispersi¨®n es ilegal -no un error pol¨ªtico, sino contraria a la ley-, fue un caso extremo de lo que habr¨ªa que evitar en un organismo como el CGPJ. Pero socialistas y populares estaban mal situados para hacer reproches al PNV porque el acuerdo entre ellos no hab¨ªa sido de consenso sino de consentimiento mutuo: yo no cuestiono tus candidatos si tu aceptas los m¨ªos.
Hab¨ªa motivos para un debate sobre estas cuestiones, pero Arzalluz ha conseguido (otra vez) que de lo que se hable sea de sus tigres de papel.
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