Una deuda con la historia
Argelia se enfrenta a Francia por primera vez desde su independencia en 1962 con Zidane con el coraz¨®n dividido por su origen bereber
Francia y Argelia se enfrentan ma?ana en Par¨ªs por primera vez en la historia. Casi 40 a?os despu¨¦s de que lograra su independencia en 1962, tras ocho a?os de guerra, Argelia podr¨¢ jugar en territorio de quien durante siglos fue su metr¨®poli. El partido amistoso tiene un progatonista especial: el internacional franc¨¦s del Real Madrid Zinedine Zidane, hijo de emigrantes argelinos.
Zidane, tras recordar su orgullo por su su origen argelino, asegur¨® ayer: 'Deseo que los franceses ganemos', pero luego a?adi¨® que tambi¨¦n estar¨ªa contento si 'somos los argelinos los vencedores'. ?Esquizofrenia?. No, sencillamente la sensaci¨®n de pertenecer a los dos pa¨ªses, como tantos otros millones de franco-argelinos que no han deseado identificarse con regimen pol¨ªtico alguno pero que tampoco han querido renunciar al paisaje o a los sonidos de su infancia.
El pasado invierno el general Aussaresses, en su libro de memorias, admiti¨® que el ej¨¦rcito franc¨¦s practic¨® la tortura y el asesinato con los sospechosos de pertenecer al independentista FLN argelino. Algunos colegas de armas le reprocharon esa sinceridad tard¨ªa, el presidente Chirac le priv¨® de condecoraciones honor¨ªficas, pero la opini¨®n p¨²blica no se sinti¨® sorprendida. Era un secreto a voces. En Argelia se levantaron otras que intentaron reanimar la llama del odio antifranc¨¦s. En vano. Los problemas de la Argelia de hoy no son responsabilidad de la IV Rep¨²blica, ni de De Gaulle o Mitterrand sino de sus Boumediene, Ben Bella o Bouteflika, de 40 a?os de gesti¨®n catastr¨®fica del pa¨ªs africano que m¨¢s posibilidades ten¨ªa, en 1962, de subirse al tren del progreso y la modernidad. Cuando hace unos pocos meses Abdelaziz Bouteflika insisti¨® en el viejo discurso anticolonialista sus palabras no tuvieron m¨¢s eficacia que su extravagante peinado intentando camuflar la calva.
El partido, querido por la ministra comunista de Deportes, Marie-Georges Bouffet, llega en un contexto dif¨ªcil. Si las soflamas antisl¨¢micas de Le Pen no obtienen eco, el retumbar de las Twin Towers derrumb¨¢ndose resuena cada vez que el muec¨ªn llama a la oraci¨®n. En Francia viven unos 5 millones de musulmanes y un 36% de ellos se declara creyente y practicante, un porcentaje de 'militancia' religiosa muy superior al que confiesan los cat¨®licos. La poblaci¨®n de origen magreb¨ª es mayoritaria entre esos cinco millones pero, dentro de esa mayor¨ªa, existe otra, que no es ¨¢rabe, sino bereber. Y los bereberes viven en Francia por muy diversas razones, entre ellas el estar en contra de la arabizaci¨®n forzada impuesta en Argelia desde 1962 y que s¨®lo ayer, a trav¨¦s de una ley que otorga al tamazight el car¨¢cter de lengua nacional, parece querer repararse.
Argelia ha procurado cimentar la unidad nacional identificando sucesivos enemigos: Francia, Marruecos, el sabotaje, el separatismo, el integrismo, etc. El partido de ma?ana deber¨ªa servir para que el primero de ellos pierda la condici¨®n de enemigo y gane la de rival. Cuando Francia gan¨® el Mundial de f¨²tbol muchos franco-argelinos salieron a la calle con la bandera de sus dos patrias, como si Zidane tambi¨¦n hubiera hecho ganar un poco a los de la otra orilla del Mediterr¨¢neo. Hoy mismo, en la liga francesa de Primera Divisi¨®n, juegan 10 jugadores argelinos -dejo de lado los de 'origen' argelino y me refiero solo a los que conservan la nacionalidad- y ocho de ellos formar¨¢n parte del equipo que se opondr¨¢ a los actuales campeones del Mundo y de Europa. El seleccionador argelino, Rabah Madjer, que jug¨® en el Valencia, fue la estrella del Matra Racing de Par¨ªs entre 1983 y 1985. Par¨ªs y Argel no s¨®lo hablan el idioma del f¨²tbol sino tambi¨¦n el franc¨¦s, aunque las autoridades argelinas hayan hecho lo posible para que la poblaci¨®n pierda la memoria de dicha lengua.
Hace apenas un mes el presidente Chirac rindi¨® homenaje a los harkis, los soldados argelinos que se equivocaron de bando y, entre 1954 y 1962, se creyeron franceses. Algunos, los m¨¢s prudentes, se exilaron el 18 de marzo de 1962, al saber de la firma de los acuerdos de Evian. Otros, menos desconfiados, imaginaron que era cierto lo firmado por los representantes del FLN, que se compromet¨ªan a no tomar represalias contra ellos. 100.000 fueron ejecutados de forma ignominiosa sin que los distintos gobiernos argelinos hayan reconocido el crimen.
Todo ese pasado, el de la potencia colonial y el de la antigua colonia, el de un Estado democr¨¢tico que, aunque sea con retraso, llega a mirarse en el espejo del pasado y el de un Estado que a¨²n no puede, sabe o quiere admitir sus errores, saltar¨¢ al campo. Y los futbolistas, con s¨®lo darle patadas al bal¨®n, con el mero escuchar el himno del rival, har¨¢n que los dos pa¨ªses normalicen un poco m¨¢s sus relaciones, que la pelota vaya de un lado a otro del mismo mar.
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