El cortesano
El Hombre y la Mujer de Antonio L¨®pez hab¨ªan llegado al Reina Sof¨ªa y la primera pregunta, a la vista de los resultados, fue por qu¨¦ el artista hab¨ªa pasado m¨¢s de 30 a?os trabajando sobre aquellas figuras supuestamente realistas. Por cierto que no hallamos respuesta. 'Ha llegado el momento de decir basta, y si le falta algo, que le falte', dijo L¨®pez. Despu¨¦s cont¨® que a la mujer la dej¨® en el 73. Nos pregunt¨¢bamos por qu¨¦, y si es que ella, la pobre, hab¨ªa muerto. Porque, de estar muerta desde entonces, su figuraci¨®n no ser¨ªa, por as¨ª decirlo, propiamente arte, sino una suerte de paleontolog¨ªa o necrofilia. Tambi¨¦n nos pregunt¨¢bamos en qu¨¦ material hab¨ªan sido esculpidos los realistas, y nos parec¨ªa arcilla, lo que nos acercaba a la moralizante idea de Dios, pero tambi¨¦n al desmoralizador concepto de artesan¨ªa. Dicen que es madera policromada. Tambi¨¦n nos pregunt¨¢bamos por qu¨¦ ese evento, ese artista, hab¨ªa ocupado la primera p¨¢gina de la prensa nacional. Y, precisamente, la mayor¨ªa de las respuestas las encontramos en la foto de Miguel Gener, buen¨ªsima, que public¨® en portada este peri¨®dico.
Nos hab¨ªa quedado la impresi¨®n de que la escultura Hombre estaba situada un paso por delante de la escultura Mujer, pero, observando la foto despu¨¦s, comprobamos que no era as¨ª: ambas esculturas est¨¢n ubicadas en una misma l¨ªnea imaginaria de salida, o de llegada, o m¨¢s bien de permanencia ya, s¨®lo que ¨¦l est¨¢ dotado de movimiento, una pierna adelantada y la otra a punto de avanzar, mientras que ella ofrece la enga?osa impresi¨®n de estar haciendo frente a algo cuando, en realidad, est¨¢ detenida, los brazos ca¨ªdos y formando los pies un ¨¢ngulo de postura b¨¢sica de clase de ballet. Nos pregunt¨¢bamos por qu¨¦ ella est¨¢ detenida. Antonio L¨®pez dej¨® a la mujer en 1973 y quiso traerse al hombre hasta el 2001: permitir¨ªa as¨ª que el hombre evolucionara y envejeciera, mientras que ella quedar¨ªa abandonada al mito de la hembra joven, ¨²nico objeto posible de un deseo reaccionario. En nuestra opini¨®n, sin embargo, el hombre se le qued¨® tambi¨¦n en el 73; pon que en el 74. Un anacronismo, en cualquier caso. Porque en el hombre y la mujer realistas s¨®lo funciona el depilado de pubis: total en ¨¦l (?la modernidad en Antonio L¨®pez?); recortadito a la italiana en ella (?la tradici¨®n revisada?). No funciona, sin embargo, el peinado: calvo ¨¦l, que no rapado; imposible ella, que no existe, la pobre.
La foto de Miguel Gener es lo m¨¢s realista, con diferencia, de estas esculturas de Antonio L¨®pez, porque su inmediatez velazquiana aporta elementos indispensables para la comprensi¨®n de una cierta sociolog¨ªa del arte, y en ella comprobamos la evidente contradicci¨®n entre este artista y su obra: la Reina Sof¨ªa, que es la mujer real y lleva pantalones, avanza un paso por delante del hombre real, que es el artista y va rezagado tras ella, con los brazos ca¨ªdos y los pies formando un t¨ªmido y decadente ¨¢ngulo de postura b¨¢sica de clase de ballet; el hombre realista de madera policromada mide 1,95 metros de altura, y la mujer realista, 1,69: casi a la inversa del hombre y la mujer reales. La foto de Miguel Gener se vuelve as¨ª instant¨¢nea de Corte, en la que el arte sigue los pasos al poder, el artista populista deviene en ejercicio de cortesano, y, al fondo, semioculto, aparece el servicio, unas personas sin identificar, pero en obediente disposici¨®n.
La gran pregunta es: ?qui¨¦nes son, pues, esos Hombre y Mujer? Porque el talento de Antonio L¨®pez pudiera ser aqu¨¦l que recoge el vestigio, de modo que en el futuro, cuando el membrillo no exista, la Humanidad pueda saber lo que era un membrillo observando, como quien mira una l¨¢mina de enciclopedia bot¨¢nica, su representaci¨®n en un lienzo; pero cuando en el futuro la Humanidad observe a este Hombre y a esta Mujer no sabr¨¢ qui¨¦nes eran, por la sencilla raz¨®n de que ni siquiera hoy sabemos a qui¨¦nes representan. Se nos ocurri¨® que el t¨ªtulo de la obra tendr¨ªa que ser No somos nadie. Pero eso ya lo sab¨ªamos. Y la ¨²ltima pregunta fue: ?por qu¨¦ se invierte tan poco en arte y se gasta tanto (?190 millones!) en artesan¨ªa cara? ?Cosas propias del 'entendimiento entre entidades p¨²blicas y privadas sobre el patrimonio art¨ªstico'? Leopoldo Alas dio la respuesta: 'Es que se han equivocado de museo: esa pareja tendr¨ªa que estar en el Museo de Cera'. Acab¨¢ramos.
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