Recuerdos profundos
Hondas hoces, viejas sabinas y ruinas de molinos rodean este pueblecito del extremo nororiental de Guadalajara
Anchuela del Campo es un p¨¦treo pueblecito del antiguo se?or¨ªo de Molina, y m¨¢s concretamente del sexmo de Campo-Mesa, en el que s¨®lo una docena de valientes vive de continuo. En cuanto acaba el verano, y como aqu¨ª el oto?o es un suspiro, el que puede sale escopetado de este p¨¢ramo glacial que, situado a 1.160 metros de altura y rodeado por todas partes de hondos barrancos y ancianas sabinas, ofrece uno de los cuadros m¨¢s rom¨¢nticos y m¨¢s evocadores de la peque?ez humana que quepa imaginar, s¨®lo superado por la famosa foto de la Tierra asomando sobre el horizonte lunar.
En Anchuela no hay mucha gente, pero hay una preciosa fuente-lavadero de 1913, un olmo m¨¢s o menos de la misma ¨¦poca, una casa blasonada, una iglesia con planta de cruz latina sufragada por un indiano en el siglo XVII y, al lado de la vieja era, la afiladera, una misteriosa pella met¨¢lica que dicen que cay¨® hace mucho de una diligencia -un ovni soltando lastre parecer¨ªa menos extra?o que una diligencia surcando estas soledades- y que, acarreada en pala mec¨¢nica a la b¨¢scula de camiones, dio m¨¢s de 300 kilos de peso.
En esta b¨¢scula, precisamente, vamos a iniciar un paseo por las espectaculares gargantas calizas que rodean Anchuela, y lo hacemos siguiendo la excelente pista de tierra que baja por el barranco de la Hoz o de Concha en busca del r¨ªo Mesa, un r¨ªo que, caso ins¨®lito en Guadalajara, env¨ªa sus aguas al Mediterr¨¢neo pasando por el Piedra, el Jal¨®n y el Ebro. Las ¨²nicas se?ales de civilizaci¨®n que vamos a ver en adelante, fuera de los muchos buitres que comparten educadamente estos riscos, son las marcas de pintura blanca y azul que jalonan el camino y las ruinas de tres molinos.
Despu¨¦s de tres cuartos de hora de andar, entre paredes cada vez m¨¢s altas y m¨¢s espeso sabinar, desembocamos en el r¨ªo Mesa, el cual vadeamos de inmediato para arrimarnos a los restos del molino del Barranco, el ¨²ltimo que moli¨® la cebada de Anchuela, casi hasta 1960, siendo Miguel Navarro el postrer molinero, datos ¨¦stos que hemos obtenido de Adri¨¢n Guti¨¦rrez, uno de los osados que, a sus 69 a?os, permanece firme como un clavo en el pueblo. El lugar, entre ¨¢lamos, herbazales y juncos churreros, es un oasis.
Caminando r¨ªo abajo, viejos nogales y muretes ca¨ªdos nos hablan de cuando estas jugosas tierras ribere?as eran huertos productivos. Luego, la garganta se angosta y la senda, muy entretenida, nos obliga a pasar en fila india por estrechos ribazos de roca desnuda, a culebrear por entre tortuosas sabinas y a saltar el r¨ªo cada dos por tres. As¨ª, hasta llegar en una hora m¨¢s frente a la ruina del molino del Bartolo, que fue propiedad de Emeterio Guti¨¦rrez, el t¨ªo de Adri¨¢n.
El hombre que Adri¨¢n recuerda no cuadra con el estereotipo del molinero que medra abusando en la maquila, antes era un pobre que cenaba setas de chopo a falta de otra cosa, que casi ten¨ªa que mendigar el grano para moler recorriendo en burro los pueblos de la comarca y que encima estaba a expensas de un r¨ªo sometido a fort¨ªsimos estiajes. Resume Adri¨¢n: 'Cuando el r¨ªo lleva agua, bebe el molinero vino, y Cuando no lleva agua, ni bebe agua ni vino'.
Poco m¨¢s adelante, afluye al Mesa el barranco Hondo -tambi¨¦n llamado de la Toba, pues tob¨¢cea es la roca amarillenta que forma su lecho, casi siempre seco-. Por ¨¦l sube una vereda, ya sin se?alizar, que nos va a permitir conectar en diez minutos con una amplia pista y, avanzando por ella a mano derecha, estar de regreso en Anchuela a unas tres horas del inicio. Pero antes de ello, podemos seguir otro trechito Mesa abajo y, tras salvar por arriba un contrafuerte que impide progresar por la misma orilla del r¨ªo, descender a las ruinas del molino de Amayas. ?ste debe de ser muy antiguo, porque Adri¨¢n no lo recuerda en activo. S¨®1o recuerda el vecino saltaero, escal¨®n donde el Mesa cae a plomo, y, como las truchas no pueden remontarlo, se pescan all¨ª a capazos. Memoria selectiva.
Por sendero se?alizado
- D¨®nde. Anchuela del Campo (Guadalajara) dista 175 kil¨®metros de Madrid yendo por la carretera de Barcelona (N-II) hasta Alcolea del Pinar y luego por la N-211 (direcci¨®n Molina de Arag¨®n) hasta Anquela del Ducado, para doblar aqu¨ª a la izquierda hacia Turmiel y Anchuela. La pista que debemos seguir al principio de la excursi¨®n es la que, justo antes de entrar en el pueblo, sale de la carretera a mano izquierda en direcci¨®n a la b¨¢scula de camiones. - Cu¨¢ndo. Paseo circular de tres horas de duraci¨®n -unos nueve kil¨®metros-, con un desnivel acumulado de 140 metros y una dificultad baja, que coincide en buena parte -hasta el barranco Hondo- con el sendero GR-66, se?alizado en blanco y azul. Principios de oto?o y finales de primavera son las mejores ¨¦pocas, pues la temperatura es agradable y el r¨ªo Mesa puede vadearse con comodidad. - Qui¨¦n. La empresa Haciendo Huella (Jos¨¦ Abascal, 24, tel¨¦fono: 91 593 04 41) ha programado para el pr¨®ximo d¨ªa 21 de octubre una excursi¨®n guiada por el r¨ªo Mesa desde Anchuela hasta Mochales. Cuesta 3.200 pesetas, incluido el viaje de ida y vuelta en autob¨²s. - Y qu¨¦ m¨¢s. Cartograf¨ªa: hoja 24-18 (Milmarcos) del Servicio Geogr¨¢fico del Ej¨¦rcito, o la 463 del Instituto Geogr¨¢fico Nacional.
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