Los gozos del francotirador
Aunque el padre era republicano y ateo, al cumplir los ocho a?os la madre meti¨® al chaval en un colegio de curas, en el que no le cobraban siempre y cuando oficiase de monaguillo. Antes, el peque?o Albert hab¨ªa protagonizado con una banda de su edad el asalto a un almac¨¦n, atacado la recepci¨®n de un burdel y acuchillado hasta la muerte al feroz perro guardi¨¢n de unos vecinos ricos. Pero pocas veces disfrut¨® tanto como durante las carreras de misas que, en los altares laterales de la iglesia de los josepets, organizaban dos equipos eucar¨ªsticos: sobre todo cuando el suyo se pon¨ªa por delante, con el padre Torner 'ametrallando el lat¨ªn' y el futuro joglar respondiendo aleatoriamente 'am¨¦n' o 'deo gratias'.
MEMORIAS DE UN BUF?N
Albert Boadella Espasa. Madrid, 2001 448 p¨¢ginas. 2.755 pesetas
Albert Boadella (1943), director, provocador y agitador teatral donde los haya, tiene algo de ni?o obstinado en evitar que la llegada del adulto lo borre del mapa. La cuarta parte de sus memorias evocan una infancia endiabladamente divertida, repartida entre Barcelona y Par¨ªs, a donde lo llev¨® su hermano mayor para evitar que se descarriara del todo: sus correr¨ªas de entonces prefiguran la personalidad inc¨®moda y contradictoria que luego caracteriz¨® al personaje p¨²blico. Els Joglars, la compa?¨ªa teatral que fundara en 1962, aparece en estas p¨¢ginas como una r¨¦plica madura y decantada de su pandilla infantil.
Sabidas son las desavenencias de Boadella con lo que ¨¦l denomina 'el cotarro cultural catal¨¢n', su fobia al arte abstracto, los perdigonazos que ha propinado al pujolismo, su desmarque de la pol¨ªtica del PSOE, partido al que lleg¨® a apoyar. Tales asuntos afloran en diferentes cap¨ªtulos. Pero lo m¨¢s interesante de su libro no es lo que abunda en pol¨¦micas, sino el relato que su autor hace de una experiencia vital singular, muy ligada al mundo rural y a un modo artesanal de entender el teatro. A partir de 1972, los espect¨¢culos de Els Joglars se montan en una mas¨ªa en la que, durante alg¨²n tiempo, no hab¨ªa ni tel¨¦fono. La Casa Nova fue tambi¨¦n el refugio que el director teatral encontr¨® para s¨ª y para 'la mujer que acababa de raptar', Dolors Caminal: 'Ambos intu¨ªamos que en aquellos parajes solitarios el amor no se desgastar¨ªa, pues el tiempo pasaba a nuestra medida. Todo lo que ten¨ªamos alrededor nos induc¨ªa a la conservaci¨®n'.
Cada episodio de la vida de
Boadella est¨¢ entrelazado con las vicisitudes por las que ha pasado su compa?¨ªa: las giras, las rupturas, la creaci¨®n de espect¨¢culos que hoy son historia, y no s¨®lo del teatro. Los sucesos que rodearon la prohibici¨®n de La torna, la detenci¨®n del director, su ingreso en la c¨¢rcel Modelo y su fuga del hospital Cl¨ªnico forman parte de la cr¨®nica de la transici¨®n democr¨¢tica: 'A las cinco menos cuarto ped¨ª permiso a los polic¨ªas para darme una ducha y afeitarme. Justo antes les hab¨ªa repartido unas revistas de destape muy apreciadas en la ¨¦poca. Ya en el aseo, abr¨ª la ducha mientras me disfrazaba de m¨¦dico; pasado un rato, dej¨¦ la m¨¢quina de afeitar en marcha encima de una toalla y sal¨ª por la ventana'. Despu¨¦s, narra su huida a Francia, escoltado por Fabi¨¤ Puigserver, Llu¨ªs Pasqual y Carlota Soldevila; la detenci¨®n de varios joglars, y las peripecias relacionadas con el consejo de guerra que se abri¨® contra ellos.
Hay momentos en los que asoma un Boadella muy diferente al burl¨®n, ir¨®nico y echador de le?a al fuego que todos conocemos: cuando evoca a los int¨¦rpretes Gl¨°ria Rognoni y Jaume Sorribas o a sus ex compa?eros de prisi¨®n lo hace con ternura, nostalgia y gratitud. El relato cuidadoso de los acontecimientos finaliza hacia 1983, a?o en el que cambia de joglars y de residencia. Lo que sucede despu¨¦s est¨¢ apenas esbozado. Quiz¨¢ para dejar las puertas abiertas a otro libro.
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