En un museo
En la gr¨¢vida bruma de las salas,
con su luz disecada y blanquecina,
el esplendor exacto del ingenio,
el talento radiante: el pincel minucioso
que traz¨® la espiral de los brocados,
la textura
de la capa de armi?o de una reina muy p¨¢lida,
el guantelete en escorzo del rudo condotiero,
el sutil esfumado que ahonda el laberinto
de un jard¨ªn con arroyos y dragones,
y el tibio azul en jaspes de un r¨ªo funerario,
la pincelada breve que da brillo a una gema,
y el vibrante caballo de crines de arabesco,
cuajado de atalajes,
el esmalte almelado de un la¨²d
ta?ido por un ¨¢ngel sonriente,
la perspectiva que finge
lejan¨ªas herm¨¦ticas,
la viveza veraz
del horror en los ojos de los m¨¢rtires...
Muy bien. Enhorabuena a todos los artistas.
Buen trabajo.
Pero la vida ocurre tan s¨®lo en el presente,
en el fluido veloz
de la insignificancia,
aferrada al anhelo fugitivo:
la adolescente de la mochila ca¨®tica
que se sienta en un banco y se descalza
delante del retrato del monarca severo
que se apoya arrogante sobre un globo terr¨¢queo,
y el sudado marfil de los pies breves,
y la lenta rocalla de su pelo barroco
entre el oro barroco de cetros y coronas.
Dos sandalias gastadas sobre el m¨¢rmol
de la galer¨ªa adusta en que se exhibe
la hermosura terrible y detenida,
cautiva en la inmortalidad m¨¢s heladora:
lo que vive en el tiempo sin el tiempo.
Felipe Ben¨ªtez Reyes (Rota, C¨¢diz, 1960) es autor de libros como Vidas improbables (Visor) y Escaparate de venenos (Tusquets).
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