Por alegr¨ªas
Cuando se abre el tel¨®n tras el que se esconde el escenario del C¨ªrcol Mald¨¤, se hace el silencio. Durante la brev¨ªsima pausa que precede al espect¨¢culo Turruquena, dirigido e interpretado por Andreu Carandell Gottschewsky, me da tiempo a recordar unos versos del poema que, hace muchos a?os, le dedic¨® su padre, Josep Maria: 'Eres a la vez la vasta esfera / y su inestable centro'. Luego, la esfera y el centro se ponen en movimiento y el auditorio asiste a una caudalosa reflexi¨®n sobre el flamenco y sus palos en la que tambi¨¦n participan el guitarrista Bernat J. de Cisneros, la actriz Iolanda Bou, la cantaora Paloma Povedano y los 15 t¨ªteres protagonistas de una historia en la que, sin complejos ni derrames trascendentales, se mezclan g¨¦neros (m¨²sica, baile, palabra, t¨ªteres, humor) oficialmente antag¨®nicos.
Andreu Carandell presenta en el C¨ªrcol Mald¨¤ 'Turruquena', peculiar historia de marionetas y cante en la que los t¨ªteres son m¨¢s sabios que los humanos
Carandell naci¨® en 1965 y los que tuvimos la suerte de conocerlo cuando era ni?o (y nosotros tambi¨¦n) podemos certificar que su precoz vocaci¨®n para el espect¨¢culo y otras formas de alegr¨ªa dom¨¦stica es aut¨¦ntica. Adoptando el torbellino como m¨¦todo de vida, Andreu est¨¢ construyendo, sin darse cuenta, una biograf¨ªa muy coherente con su sensibilidad, a la que su espect¨¢culo, que ya hab¨ªa presentado en Barcelona hace unos a?os, no es ajeno. Una vez fuera del escenario, su descaro, seguridad y vitalidad se transforman en un encomiable deseo de discreci¨®n. No le gusta hablar de s¨ª mismo y hay que arrancarle los recuerdos con f¨®rceps o recurrir a la informaci¨®n privilegiada que circula por su entorno. Contra su voluntad, pues, repasemos algunas estaciones de un viaje que, durante unos d¨ªas, se detendr¨¢ en el escenario del C¨ªrcol Mald¨¤ (d¨ªas 11, 12, 25 y 26 de este mes).
Tras los estudios m¨¢s o menos primarios de rigor, Carandell quiso descubrir el mundo del circo y absorbi¨® las ense?anzas de profesores tan diferentes como Rogelio Rivel, recientemente fallecido, y Piti Espa?ol, maestro de trapecistas (exterior/d¨ªa) y de guionistas (interior/noche). A los 19 a?os, oficializ¨® su amor por el baile flamenco y empez¨® a tomar clases con La Singla, una bailaora disc¨ªpula de Carmen Amaya, que le convocaba en un garaje de Santa Coloma de Gramanet, donde Andreu se dejaba conmover por los martinetes de la sobrina de su profesora. Hizo sus pinitos en el teatro, concretamente en una obra de Benet i Jornet en la que, en su condici¨®n de funambulista, ten¨ªa que cruzar el escenario sobre una cuerda tan floja como los nervios de sus familiares que, desde el patio de butacas, sufr¨ªan en silencio y rezaban a todos los dioses para que el chico no se pegara una santa hostia. Tres a?os m¨¢s tarde, viaj¨® a Madrid para ingresar en la Compa?¨ªa de Paco Romero, un disc¨ªpulo del bailar¨ªn Antonio. Al cabo de un a?o de giras y actuaciones, decidi¨® completar su formaci¨®n con estudios de Germ¨¢nicas, carrera que termin¨® para alegr¨ªa de su yo materno-alem¨¢n. Con la compa?¨ªa Respectacle, practic¨® el teatro infantil durante un tiempo, compagin¨¢ndolo con traducciones de textos de Pina Bausch, participaciones en La Fanfarra del Teatre Malic, la redacci¨®n de una biograf¨ªa de Emma Maleras, creadora de un m¨¦todo de aprendizaje de casta?uelas, y paralelamente el inicio de sus estudios de interpretaci¨®n: cuatro a?os en el Institut del Teatre. 'All¨ª tuve la suerte de contar con un maestro extraordinario: Konrad Zschiedrich', me cuenta. Su admiraci¨®n por Zschiedrich suena a sincera, y tampoco repara en elogios a la hora de opinar de Ricard Salvat o, sobre todo, al hablar de Albert Boadella. 'Es uno de los pocos que trabajan todos los aspectos del teatro y que tienen en cuenta que el actor, la escena y el texto forman parte de un todo'.
Pero Carandell sigui¨® haciendo cosas. Dirigi¨® una ¨®pera de Albert Mestres, goz¨® de una beca en un castillo de Stuttgart para j¨®venes creadores, escribi¨® la primera versi¨®n de Turruquena, otra obra titulada Pe?a per persones y, con el patrocinio de una beca del TNC, acaba de terminar un nuevo texto titulado Addicci¨®, que certifica su voluntad de ir sumando distintos caminos para llegar a una ¨²nica verdad: la del teatro. Y basta verlo actuar en ese Turruquena que ha engendrado y parido para intuir que est¨¢ en el buen camino, ya que s¨®lo as¨ª se consigue hacer veros¨ªmil que un licenciado en Germ¨¢nicas medio alem¨¢n y medio catal¨¢n pueda parecer gitano y sandunguero. Y basta escucharlo imitar las voces de los t¨ªteres, ver c¨®mo los maneja y c¨®mo, junto con sus compa?eros, les da una personalidad que, con sus imperfecciones, reivindica el lado popular, alegre y na?f del cante jondo para intuir que, adem¨¢s de todo lo anterior, Andreu tambi¨¦n tuvo tiempo para viajar con o sin br¨²jula, con o sin habitaci¨®n reservada, pasarlo bien casi siempre y, en consecuencia, tambi¨¦n mal a veces, consiguiendo, a base de aciertos y de errores, perfeccionarse, mejorar y compartirlo con quien est¨¦ dispuesto a dejarse sorprender por esta peculiar historia en la que los t¨ªteres son m¨¢s sabios que los humanos y el amor y la muerte una moneda lanzada al aire que todos contemplan esperando a ver si caer¨¢ cara o cruz, luz o sombra, fandango o seguidilla.
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