?Debemos socorrer a los que perdieron dinero en Gescartera?
De entre las muchas cuestiones y responsabilidades que emergen del caso Gescartera hay al menos una que no se ha planteado y que, sin embargo, tiene gran inter¨¦s. ?Por qu¨¦ la gente pone dinero en chiringuitos financieros o en manos de aventureros como Antonio Camacho? Esta cuesti¨®n es importante porque, m¨¢s all¨¢ de la curiosidad por conocer las motivaciones humanas, permite orientar la respuesta a otra cuesti¨®n que est¨¢ en el inter¨¦s de las autoridades y en el debate p¨²blico: ?se debe socorrer, como pretende el ministro Rodrigo Rato, a trav¨¦s del Fondo de Garant¨ªa de Inversiones, a las personas que han perdido su dinero en Gescartera?
Por lo le¨ªdo y o¨ªdo, mi impresi¨®n es que un gran n¨²mero de personas e instituciones que pusieron su dinero en manos de Antonio Camacho estaban animadas por el deseo de obtener unas rentabilidades por encima de lo que daba el mercado. En la conducta financiera de muchas personas hay un comportamiento similar a lo que ocurre cuando un amigo te comenta por lo bajo que conoce una tienda donde se puede comprar a precio de saldo ropa de marca. Los deseos de demostrar que eres m¨¢s listo que la mayor¨ªa y que tienes informaci¨®n que otros no tienen (las 'buenas referencias' que dec¨ªa tener el ec¨®nomo de Valladolid) son malos consejeros a la hora de tomar decisiones financieras. Otros, al parecer, han puesto dinero negro en Gescartera con la confianza de que estar¨ªa a resguardo de la Inspecci¨®n de la Hacienda y obteniendo buenas utilidades. Algunos otros, en fin, posiblemente prestaron dinero a Camacho sabiendo de las dificultades que atravesaba, pero atra¨ªdos por el dulce olor de elevadas rentabilidades a corto plazo y con la esperanza -o la promesa- de poder retirar el dinero antes de que llegase la quiebra.
Este tipo de conductas no pueden asociarse a las de inversores prudentes, sino a las de prestamistas de capital para que otro lo use, ya sea de forma productiva o bien pr¨®digamente como fondo para su propio consumo, como parece haber sido el caso. Hay en estas conductas una mezcla de avaricia y de usura, entendida como el pr¨¦stamo a tipos de inter¨¦s por encima de los de mercado.
Este tipo de comportamiento ya fue analizado de forma cr¨ªtica por Adam Smith al hablar del 'fondo o capital dado a inter¨¦s' (La riqueza de las naciones, 1776, Libro II, cap¨ªtulo IV). Curiosamente, esas actitudes llevaron a un liberal sin m¨¢cula como ¨¦l a defender la necesidad de poner alg¨²n l¨ªmite legal al inter¨¦s. Su razonamiento es que la mayor parte del dinero que se deja a tipos dos o tres puntos por encima del de mercado ser¨¢ a individuos 'pr¨®digos o sospechosos de quiebra, porque ¨¦sta es la ¨²nica clase de gentes que no reparar¨ªa en dar por el uso del dinero un inter¨¦s tan desorbitante con respecto a las circunstancias del pa¨ªs'. A Adam Smith le preocupaba esta conducta no porque los prestamistas llevados de la avaricia pudieran perder su capital, sino porque esas actitudes hacen que 'una gran parte del capital de la naci¨®n quede fuera del alcance de personas que har¨ªan de ¨¦l un uso rentable y provechoso, para ir a manos que a lo mejor lo despilfarrar¨ªan y lo destruir¨ªan'.
Es dif¨ªcil que los gobiernos pongan en pr¨¢ctica la recomendaci¨®n de Adam Smith de poner un tope al inter¨¦s legal. Pero, me pregunto, ?es equitativo socorrer a aquellos que, buscando mayores intereses, han puesto su dinero en manos de pr¨®digos y estafadores? Los que as¨ª act¨²an tienen gran responsabilidad en la existencia de estos personajes y han de asumir el riesgo en el que han incurrido. ?sta es una cuesti¨®n que tener en cuenta cuando ahora se discute si Gescartera puede beneficiarse del nuevo Fondo de Garant¨ªa de Inversiones, financiado con cargo a todos aquellos que invierten de forma prudente en sociedades financieras profesionales y transparentes. Desconozco si cuando la CNMV decidi¨® elevar el rango de Gescartera a sociedad de valores tuvo en cuenta esta posibilidad. De ser as¨ª, estar¨ªamos en un nuevo caso, como ocurri¨® en los ochenta, en que el Estado viene a cubrir el 'riesgo moral' en el que incurren las personas que, sabiendo que est¨¢n tomando un riesgo excesivo con su dinero, conf¨ªan en que, si las cosas van mal, tarde o temprano vendr¨¢n los poderes p¨²blicos a socorrerlas. Ser¨ªa un mal aprendizaje para un pa¨ªs y un Gobierno que se esfuerza por fomentar una verdadera cultura de mercado.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la UB.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.