Las perdidas ser¨¢n cuantiosas
Trasnochadores
Supongo que tiene m¨¢s de consigna que de creencia, pero lo cierto es que no hay ocasi¨®n en que cualquier cargo del partido en el Gobierno se refiera a la oposici¨®n sin tildar sus criterios, cuando los hay, de trasnochados. Dudo de que utilicen con propiedad el t¨¦rmino, y sospecho que lo usan para significar desfasados o anticuados. As¨ª y todo, se dir¨ªa que nada es m¨¢s antiguo en este mundo que la propensi¨®n de los poderosos a seguir enriqueci¨¦ndose y la de sus empleados pol¨ªticos a servir esos intereses buscando de paso su provecho, cosa que irrita profundamente a quienes tienen poco y encima financian con sus impuestos las correr¨ªas presupuestarias de sus gobernantes. Si trasnochado es algo 'estropeado por ser del d¨ªa anterior' (Mar¨ªa Moliner), nada cuadra mejor que ese adjetivo a una pol¨ªtica que es, con todo su lujo de detalles, la de la derecha de siempre.
Tan valencianos
Que la coentor es un penoso sentimiento m¨¢s anclado en la sociedad valenciana de lo que sugieren los sainetes de Escalante, es algo que parece fuera de toda duda. En lo que tiene de identificaci¨®n ilusoria con alguna instancia a la que se le otorga cierto prestigio, con lo que supone de reconocimiento impl¨ªcito de la propia inferioridad, esa pasi¨®n impostada se encuentra en la propensi¨®n grandilocuente del rid¨ªculo frenes¨ª expositivo que aqueja a la autopromoci¨®n de las artes pl¨¢sticas, pero tambi¨¦n en el hecho de forzar a Irene Papas a expresarse en un terrible castellano esc¨¦nico y en la mayor¨ªa de intervenciones p¨²blicas de Antonio Lis, el pinturero, por no mencionar a algunos poetas, ciertos escritores, alg¨²n que otro presentador televisivo. Por eso asombra m¨¢s que esa pandemia se extienda tambi¨¦n a barceloneses como Josep Piqu¨¦ o a vallisoletanos de toda la vida como Francisco Umbral. A ver si, corro¨ªdos por la envidia que nos tienen, van a copiarnos tambi¨¦n en eso.
Una calle para Fuster
Es posible que el Fuster variante esc¨¦ptica hubiera detestado la posibilidad de rotular una calle con su nombre, como lo es que el Fuster mitinero de plaza de toros lo anhelara, al Fuster pensador le diera exactamente lo mismo y el Fuster m¨¢s hedonista se carcajeara de esa ocurrencia hasta caerse de culo. A la vista de la nomenclatura de los nombres que titulan muchas de nuestras calles, queda claro que esa determinaci¨®n corresponde m¨¢s bien a la carambola pol¨ªtica de una situaci¨®n con fecha de caducidad. Hasta Eliseu Climent o Garc¨ªa Sentandreu ser¨¢n merecedores de adornar alguna calle con su nombre cuando les llegue el d¨ªa, que cabe esperar remoto para seguir disfrutando de las alegr¨ªas que ahora nos deparan. Pero, mientras tanto, no se entiende bien a santo de qu¨¦ los socialistas se empe?an en una especie de reparaci¨®n hist¨®rica que desde?aron en su momento ni, menos todav¨ªa, la terquedad de sus oponentes al negarles ese servicio.
El concepto esquivo
Habr¨¢ que trasnochar de nuevo para sugerir que cuando la izquierda anda a la busca del concepto que la defina es que pintan bastos para la mayor¨ªa de ciudadanos. No es que la derecha no teorice, y ah¨ª tenemos a mentecatos de la plaza C¨¢novas con su mixtura de Popper y Giddens a modo de pistola sobaquera en el manual de chaleco. En realidad, la izquierda rara vez ha pose¨ªdo el concepto, aunque durante muchos a?os crey¨® tener la exclusiva de las mejores intenciones. El marxismo doctrinario, y sus m¨¢s torpes secuelas, era demasiado como ideolog¨ªa y demasiado poco como ciencia, as¨ª que todav¨ªa estamos lejos de conseguir que la aspiraci¨®n a la igualdad de partida, si de eso se trata, se funde en algo distinto a una cierta -y muchas veces tan negligente como inconstante- conmiseraci¨®n humana ante la desgracia ajena.
El antiamericano impasible
Estupendo el art¨ªculo de Rossana Rossanda publicado hace unos d¨ªas en la edici¨®n nacional de este diario. L¨¢stima que resulte tan dif¨ªcil estar de acuerdo. Primero, por el tufillo de comunista que sabe que ha perdido y todav¨ªa no lo entiende del todo, un tanto a la manera del divorciado contrariado que se enreda en la pregunta del ?pero, en qu¨¦ me equivoqu¨¦? Despu¨¦s por el confortable desd¨¦n de intelectual de izquierdas hacia la figura de un zafio George Bush, aunque s¨®lo sea porque, a estas alturas, deber¨ªa saber que ese tejano militante gobierna lo que le dicen, si bien gobierna bastante m¨¢s que la autora del art¨ªculo, y luego porque de ese largo lamento se deduce a partes iguales poco m¨¢s que la impotencia y la indefensi¨®n an¨ªmicas. Elegir a Bush como enemigo es una migaja de reposter¨ªa en relaci¨®n con la indigesta yihad occidentalista que va a caer.Tan valencianos
Que la coentor es un penoso sentimiento m¨¢s anclado en la sociedad valenciana de lo que sugieren los sainetes de Escalante, es algo que parece fuera de toda duda. En lo que tiene de identificaci¨®n ilusoria con alguna instancia a la que se le otorga cierto prestigio, con lo que supone de reconocimiento impl¨ªcito de la propia inferioridad, esa pasi¨®n impostada se encuentra en la propensi¨®n grandilocuente del rid¨ªculo frenes¨ª expositivo que aqueja a la autopromoci¨®n de las artes pl¨¢sticas, pero tambi¨¦n en el hecho de forzar a Irene Papas a expresarse en un terrible castellano esc¨¦nico y en la mayor¨ªa de intervenciones p¨²blicas de Antonio Lis, el pinturero, por no mencionar a algunos poetas, ciertos escritores, alg¨²n que otro presentador televisivo. Por eso asombra m¨¢s que esa pandemia se extienda tambi¨¦n a barceloneses como Josep Piqu¨¦ o a vallisoletanos de toda la vida como Francisco Umbral. A ver si, corro¨ªdos por la envidia que nos tienen, van a copiarnos tambi¨¦n en eso.Una calle para Fuster
Es posible que el Fuster variante esc¨¦ptica hubiera detestado la posibilidad de rotular una calle con su nombre, como lo es que el Fuster mitinero de plaza de toros lo anhelara, al Fuster pensador le diera exactamente lo mismo y el Fuster m¨¢s hedonista se carcajeara de esa ocurrencia hasta caerse de culo. A la vista de la nomenclatura de los nombres que titulan muchas de nuestras calles, queda claro que esa determinaci¨®n corresponde m¨¢s bien a la carambola pol¨ªtica de una situaci¨®n con fecha de caducidad. Hasta Eliseu Climent o Garc¨ªa Sentandreu ser¨¢n merecedores de adornar alguna calle con su nombre cuando les llegue el d¨ªa, que cabe esperar remoto para seguir disfrutando de las alegr¨ªas que ahora nos deparan. Pero, mientras tanto, no se entiende bien a santo de qu¨¦ los socialistas se empe?an en una especie de reparaci¨®n hist¨®rica que desde?aron en su momento ni, menos todav¨ªa, la terquedad de sus oponentes al negarles ese servicio.El concepto esquivo
Habr¨¢ que trasnochar de nuevo para sugerir que cuando la izquierda anda a la busca del concepto que la defina es que pintan bastos para la mayor¨ªa de ciudadanos. No es que la derecha no teorice, y ah¨ª tenemos a mentecatos de la plaza C¨¢novas con su mixtura de Popper y Giddens a modo de pistola sobaquera en el manual de chaleco. En realidad, la izquierda rara vez ha pose¨ªdo el concepto, aunque durante muchos a?os crey¨® tener la exclusiva de las mejores intenciones. El marxismo doctrinario, y sus m¨¢s torpes secuelas, era demasiado como ideolog¨ªa y demasiado poco como ciencia, as¨ª que todav¨ªa estamos lejos de conseguir que la aspiraci¨®n a la igualdad de partida, si de eso se trata, se funde en algo distinto a una cierta -y muchas veces tan negligente como inconstante- conmiseraci¨®n humana ante la desgracia ajena.
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