Golpes a la globalizaci¨®n
La batalla de Afganist¨¢n, que finalmente se desat¨® ayer, viene a acentuar la crisis de la globalizaci¨®n. Este proceso ha recibido tres duros golpes en pocas semanas: los atentados del 11 de septiembre y el nuevo cap¨ªtulo que se abri¨® ayer, la ca¨ªda de la econom¨ªa y las manifestaciones antiglobalizaci¨®n que desembocaron, por ahora, en la violencia desatada en G¨¦nova con ocasi¨®n de la cumbre del G-8 en julio. Hay signos de que vamos a otro tipo de globalizaci¨®n, m¨¢s limitada, m¨¢s controlada y m¨¢s de pago. La cuesti¨®n es si ser¨¢ m¨¢s justa. Oportunidades hay. Tony Blair ha se?alado que 'de la sombra de este mal deber¨ªa emerger un bien duradero', para a?adir: 'Reordenemos el mundo en torno a nosotros'. Eso empez¨® ayer. Pero Blair no ha dicho c¨®mo, salvo para se?alar, como ya hiciera en un famoso discurso en 1999 sobre su 'doctrina de la comunidad internacional', que 'el poder de la comunidad se est¨¢ volviendo a afirmar'. Es verdad que la coalici¨®n contra el terrorismo ha unido a muchos rivales. Pero ?por cu¨¢nto tiempo y hasta d¨®nde?
El 11 de septiembre, adem¨¢s de muertes, produjo un trauma cultural, pues fue un ataque contra una metr¨®poli, la metr¨®poli, y el concepto de lo cosmopolita, que empez¨® tiempo atr¨¢s, pero sufri¨® un par¨®n durante la guerra fr¨ªa. Cuando se recuperaba lleg¨® este golpe, aunque un efecto parad¨®jico puede ser impulsar ese cosmopolitismo. Sin embargo, en contra de tal tendencia est¨¢ que los movimientos de personas se van a ver dificultados, con mayor control a¨²n sobre la inmigraci¨®n (aunque seguir¨¢ desbordando cualquier dique), nuevas reglas para los visados, un mayor control sobre los asilados y refugiados que propugna ahora el Consejo de Seguridad de la ONU, y otras trabas. Lo que era la primera industria mundial, el turismo y los viajes, est¨¢ perdiendo posiciones r¨¢pidamente, lo que a su vez ha provocado la crisis en cadena de diversas compa?¨ªas a¨¦reas que se supon¨ªan s¨®lidas, y tras la nueva etapa en que se entr¨® ayer, a¨²n m¨¢s. La lucha contra las redes criminales, del terrorismo, del narcotr¨¢fico (aunque est¨¢ por ver), de la prostituci¨®n y otras, tambi¨¦n deber¨ªan verse afectadas. La UE se ha lanzado de lleno a ello, incluso yendo m¨¢s all¨¢ de lo que ped¨ªa EE UU, pero los europeos no se han puesto a¨²n de acuerdo sobre su directiva para luchar contra el blanqueo de dinero.
Otro resultado, terrible, de esta ¨¦poca de la imagen y del icono ha sido la banalizaci¨®n de las im¨¢genes televisadas de los dos aviones estrell¨¢ndose contra las Torres Gemelas de Nueva York. Se han repetido tanto, que han perdido fuerza, pese al espanto que provocaron har¨¢ ma?ana tan s¨®lo cuatro semanas, a la vez que han empezado a cundir por Internet y de boca en boca chistes sobre el tema. En caliente, diversas gentes reaccionaron de diversa forma. Y no vale s¨®lo criticar a los que en Palestina, China o Arabia Saud¨ª se alegraron, sino que, para resolver los problemas y evitar que, como ocurri¨® en 1991 con la guerra del Golfo, la reacci¨®n antioccidental no se acent¨²e en las sociedades musulmanas, hay que entender por qu¨¦ lo hicieron y por qu¨¦ EE UU despierta animosidad. A la vez, en este mundo de la imagen, hemos entrado en un conflicto que puede ser de los menos medi¨¢ticos, con menos im¨¢genes, m¨¢s operaciones encubiertas y, en suma, menos controlables por los medios de comunicaci¨®n.
Empiezan a resurgir ahora movimientos pacifistas: la idea de que a las bombas no se puede responder con bombas, y que, en el fondo, lo que alimenta el odio es una creciente, insoportable desigualdad. Ah¨ª hay una oportunidad: que la denostada Organizaci¨®n Mundial de Comercio (OMC) no s¨®lo abra paso a China, sino que lance el mes pr¨®ximo en Qatar -pese a ser mal sitio para tal reuni¨®n, en las actuales circunstancias- una nueva ronda de liberalizaci¨®n comercial, en vez de tornarse a nuevas medidas proteccionistas, pues los pa¨ªses anclados en el subdesarrollo necesitan mercados e inversiones privadas, una condici¨®n necesaria, aunque no suficiente, para lograr entrar en la globalizaci¨®n de una forma m¨¢s equitativa. Es decir, para lograr otra globalizaci¨®n. Bush va a obtener nuevos poderes, los del llamado fast track, para esta ronda. De hecho, va a obtener todo lo que pida del Congreso.
El tercer golpe: la crisis de muchas empresas ha contribuido a acelerar el frenazo general de la econom¨ªa. La purga era esperable, pues pocos eran los que ganaban con Internet. Y veremos ahora lo que nace o renace, pues, tras pinchar la burbuja, llegan nuevos tiempos. Bertelsmann, con Napster, va a empezar a cobrar en unas semanas por m¨²sica de la Red con diversas f¨®rmulas. La prensa gratuita por Internet tiene sus d¨ªas contados. Tras esta crisis puede venir realmente el negocio del pago, tambi¨¦n con varias modalidades, con el peligro, de nuevo, de que aumente la separaci¨®n entre los que tienen acceso (y capacidad de pago) y los que no.
En este mal ambiente, acentuado por la crisis econ¨®mica, el patriotismo de nuevo cu?o, abiertamente proclamado por Bush y por otros pol¨ªticos en EE UU, consiste, adem¨¢s de en apoyar a sus soldados ahora en acci¨®n, en consumir m¨¢s y en que las familias se endeuden a¨²n m¨¢s en productos y servicios de consumo para sacar a la econom¨ªa de la recesi¨®n. Pero ya ni Greespan hace milagros. M¨¢s bien lo contrario: la rebaja de tipos de inter¨¦s -comprensible desde el punto de vista econ¨®mico- llega a la gente como una se?al de lo mal que van las cosas. Y por eso tantos reaccionan como los japoneses, poco patriotas en estos tiempos de tipos de inter¨¦s bajos: ahorrando. Salvo en tel¨¦fonos m¨®viles.
aortega@elpais.es
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