Amores que matan
El arzobispo de Madrid se lamentaba de la suerte de la Iglesia en el esc¨¢ndalo Gescartera y le contaba a Concha Garc¨ªa Campoy que su organizaci¨®n es una v¨ªctima moral y econ¨®mica de este esc¨¢ndalo. Cierto es que la inversi¨®n no les ha resultado bien y que puede decirse que el tiro les ha salido por la culata. Y menos mal que las ¨®rdenes, congregaciones y obispados concernidos pusieron sus huchas en manos amigas; de haberlas puesto en manos enemigas, a saber qu¨¦ ser¨ªa hoy de la imagen de esta Iglesia especuladora y cu¨¢ntas colectas especiales tendr¨ªa que haber organizado para reponer sus euros. El peor enemigo de la Iglesia no hubiera organizado mejor esta levantada de albas y casullas para poner al descubierto el tr¨¢fico de las colectas. De modo que si la Iglesia se hubiera cuidado m¨¢s, por ejemplo, del amor filial de Pilar Gim¨¦nez-Reyna, que mezcla en su dietario el nombre del Se?or con otros chanchullos y se preocupa de avisar a los filipenses, no se sentir¨ªa ahora tan acosada por lo que el arzobispo de Valencia ha descrito como intolerancia laica, ya que cuando no es laica tiene por denominaci¨®n de origen la de Inquisici¨®n. Pero no s¨®lo en estos asuntos de las finanzas la Iglesia vive en sus castas carnes, debido al exacerbado amor de algunos de sus fieles, eso de 'quien bien te quiere te har¨¢ llorar'.
Aqu¨ª, en Madrid, por ejemplo, uno de sus hijos m¨¢s preclaros es el alcalde, y a veces la Iglesia se ve obligada a sacarlo en procesi¨®n por su afici¨®n santurrona a hacerse acompa?ar de bast¨®n de mando y de rosario al mismo tiempo. Que acompa?e en ese trance devoto a san Isidro o a la Virgen de la Paloma, o se haga acompa?ar por ellos, no a?ade m¨¢s que el matiz de su rostro piadoso y sus saludos de reina de las fiestas al sobrio acompa?amiento de un agn¨®stico como Tierno Galv¨¢n, que tambi¨¦n se un¨ªa a la comitiva con la misma cara de descre¨ªdo y paciente que empleaba en todo. Pero no es lo mismo subirse a la carreta de la tradici¨®n popular y seguirle al pueblo la corriente de su costumbre, entre la jarana y la devoci¨®n, que recuperar tradiciones que no llegaron a tal o inventarse procesiones que los madrile?os han dado por liquidadas. Lo primero es lo que han hecho los alcaldes que en Madrid han sido y lo segundo es en lo que se empe?a el actual mandatario municipal. Pero el arzobispo, que va a menos procesiones que el alcalde, debe encontrarse m¨¢s c¨®modo, ya sea en Corpus o en la Almudena, en la compa?¨ªa de un fiel que de un infiel, aunque en compa?¨ªa de fieles se metieran en Gescartera con los resultados conocidos. Y en estas v¨ªsperas del Pilar me viene a la memoria el asunto procesional porque en sus fiestas patronales debe hallarse el barrio de Salamanca. Y fue por estas fechas, pero en el 95, cuando, viviendo yo all¨ª, quiso la alcald¨ªa recuperar la procesi¨®n del Pilar al cabo de 20 a?os de que la imagen no hubiera puesto un pie en la calle. De esto dio noticia el peri¨®dico del barrio y con la noticia trajo la opini¨®n del profesional en la cuesti¨®n, o sea, el cura, que cauto y sensato optaba por consultar a su feligres¨ªa si estaba por coger un cirio y acompa?ar a la Virgen o no se ve¨ªa en las c¨¦ntricas calles de esta metr¨®poli interrumpiendo el tr¨¢fico para recuperar costumbres de beatas y seguir as¨ª la iniciativa de su alcalde. Me olvid¨¦ del asunto, me cambi¨¦ de barrio y la verdad es que nunca supe si el cura hizo la consulta o no. Pero, llegado el 12 de octubre del 96, vi anunciada la procesi¨®n y mi curiosidad me llev¨® a comprobar personalmente el ¨¦xito de la encuesta. Por la mism¨ªsima calle del Pr¨ªncipe de Vergara avanzaba la cort¨ªsima comitiva, sin m¨¢s espectadores que los transe¨²ntes desprevenidos y este curioso observador. Abr¨ªa el cortejo la guardia municipal a caballo y en traje de gala. Lo integraban unos estandartes portados por anacr¨®nicos personajes sacados de un grupo de comparsas, un grupo de jaraneras vecinas maduras pintadas como puertas que desfilaban con peineta y una especie de carroza municipal con los faldones del Ayuntamiento. No recuerdo si hab¨ªa cura. Pero, al final, y m¨¢s reluciente que la Virgen, a duras penas empotrada en un pilar enano, resaltaba el alcalde con sus medallas, al que segu¨ªa su propia banda municipal. Como para pedirle cuentas a la Iglesia de si estamos o no en un Estado laico. En la capital del Reino vivimos en el siglo XXI el Estado de las beatas con peineta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.