Oke, 'lehendakari'
Aunque el siglo XXI nos ha nacido entre sobresaltos, en pol¨ªtica local es dif¨ªcil imaginar algo m¨¢s previsible y aburrido que la formaci¨®n de un nuevo Gobierno vasco. En esas andaba el l¨ªder de la izquierda diocesana, buscando quien quisiera mecerse con ¨¦l en las responsabilidades del gobierno. La tarea no resultaba f¨¢cil, ya que la gente de izquierda-izquierda no llega a apreciar el glamour de cambiar la bicicleta urbana por el coche oficial con conductor. Ya estaba el l¨ªder pensando seriamente en clonarse y cubrir de madrazos en cochazos los puestos de libre designaci¨®n, cuando un compa?ero avispado tuvo la idea que habr¨ªa de cambiar la historia. La clave se llamaba Oke. Un inmigrante joven aunque suficientemente preparado, alto, guapo, simp¨¢tico y universitario. Adem¨¢s conoc¨ªa de primera mano la situaci¨®n del sector en el que ven¨ªa trabajando como experto desde una ONG de la Iglesia. As¨ª que, dicho y hecho, le propusieron como director general de Inmigraci¨®n.
La mayor¨ªa de los vascos hab¨ªamos descubierto que todos ¨¦ramos o pod¨ªamos llegar a ser emigrantes
La noticia produjo un buen revuelo en el batzoki. Porque una cosa es tener un guardia municipal de origen africano y otra, probablemente distinta, que un experto de origen africano participe de la foto de familia en las escaleras de Ajuria Enea. Una anciana exclam¨® '?Ay en¨¦! ?Qu¨¦ va a ser de nosotros?' Otra pregunt¨® anhelante: 'Y Xabier, ?qu¨¦ dice'? Todos se volvieron buscando la respuesta del l¨ªder espiritual. ?ste empez¨® torciendo la boca con su habitual gesto desde?oso: 'Con tal de que no sea espa?ol...', dijo. Y luego, con m¨¢s preocupaci¨®n: 'En Madrid har¨¢n mofa de nosotros; dir¨¢n que le hemos puesto por ser vasco de pata negra'. Pero de pronto sus ojos chispearon: '?No dicen que somos racistas? Pues ah¨ª tienen'. Y todos se fueron a sus casas tranquilizados con esas palabras. Ciertamente, sab¨ªa c¨®mo jugar al mus con Madrid.
En la Lehendakaritza, la propuesta se tom¨® al principio como una excentricidad de Madrazo. Hasta que un elegante joven de sienes plateadas explic¨® que se trataba de una genialidad que dar¨ªa una imagen de modernidad pol¨ªtica: 'O sea, como el Guggenheim'. Y su argumento definitivo fue: 'Hasta los norteamericanos han puesto un africano en la m¨¢s importante Secretar¨ªa de Estado'. Sin embargo, objet¨® un letrado, la comunidad aut¨®noma no tiene competencias sobre inmigraci¨®n. Pues tanto mejor, replic¨® el asesor; puesto que la pol¨ªtica de inmigraci¨®n s¨®lo es una fuente de problemas, que sus efectos recaigan sobre Madrid.
Quedaba s¨®lo la cuesti¨®n legal. El letrado record¨® que ser director general no se encuentra entre los derechos de los extranjeros. Aunque argument¨® que nadie se atrever¨ªa a oponer la ley de extranjer¨ªa a una elecci¨®n tan fundada en el sentido com¨²n... del consejero Madrazo. Otro propuso darle un carn¨¦ de identidad vasco, pero el anterior, metido a aguafiestas, dijo que eso ser¨ªa 'alegal'. Y que la mejor soluci¨®n era que el Gobierno central le otorgase la nacionalidad espa?ola. No gust¨® nada a los miembros del Gabinete eso de que para llegar a ser vasco hubiera que hacerse primero espa?ol. Aunque Ibarretxe, recordando su condici¨®n de estadista, sentenci¨®: 'Si en Madrid se hacen ciegos y sordos a nuestra demanda, convocar¨¦ a la sociedad vasca a una consulta'. Pero todos replicaron a una: 'No, por favor; otra vez no'.
As¨ª que un alto cargo llam¨® por tel¨¦fono al Ministerio de Justicia y, sin mucha convicci¨®n, pregunt¨® si ser¨ªa posible conceder la nacionalidad a un inmigrante con el fin de facilitar un nombramiento oficial. Para sorpresa de todos, la petici¨®n no encontr¨® el menor obst¨¢culo. En Madrid ya empezaban a hacerse a la idea de que estaban en el siglo XXI y hasta aprovecharon el mismo modelo de impreso para otorgar la carta de naturaleza a otra aspirante. Donde pon¨ªa 'puesto de trabajo que va a desempe?ar' escribieron en un caso 'director general de Inmigraci¨®n de Euskadi' y en el otro 'Princesa de Asturias'.
Pero lo de m¨¢s trascendencia estaba por llegar. Por primera vez un miembro del Gobierno vasco jur¨® la Constituci¨®n Espa?ola. Sin saberlo, hab¨ªan puesto en marcha un proceso imparable. A?os despu¨¦s de estos sucesos, se convocaron unas elecciones que cambiaron la historia de Euskadi. Ese d¨ªa por la noche los vecinos de ?ibar subieron al balc¨®n del Ayuntamiento y proclamaron a Oke lehendakari de todos los vascos. ?Qu¨¦ hab¨ªa sucedido? Pues que la mayor¨ªa de los ciudadanos hab¨ªamos descubierto que todos ¨¦ramos o pod¨ªamos llegar a ser emigrantes. Y ?qui¨¦n mejor que Oke para comprender nuestro problema y representarnos?
Ahora Espa?a tiene una reina noruega y un lehendakari centroafricano. Y todos nos entendemos la mar de bien. Agur, Excelencia.
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