Por qu¨¦ ser¨ªa buena idea cambiar de fiesta nacional
Entre algunos pueblos amerindios existe desde siempre una profec¨ªa que anuncia la transformaci¨®n del g¨¦nero humano en un arco iris, una fusi¨®n de todas las razas, conocimientos, religiones y filosof¨ªas del planeta.
Ello hizo que los conquistadores fueran recibidos con los brazos abiertos, aunque los amerindios comprendieron pronto que no era la hora del abrazo. En su lugar, una larga masacre comenz¨®: guerras de ocupaci¨®n; matanzas cruentas de 'indios sin alma' por los cat¨®licos invasores; contagio de enfermedades europeas; desintegraci¨®n del sistema social, pol¨ªtico, cultural y religioso de los indios, obligados a trabajos forzosos en las minas; separaci¨®n de las familias; exterminaci¨®n planificada de los m¨¦dicos, acusados de brujer¨ªa, enculturaci¨®n, y, m¨¢s tarde, introducci¨®n del alcohol para dormir el esp¨ªritu de resistencia de la poblaci¨®n.
Un genocidio en toda regla, una verdadera limpieza ¨¦tnica en nombre de Dios y del imperio. A?¨¢dase a ello la brutal pr¨¢ctica de la esclavitud de los negros arrancados de ?frica en la Am¨¦rica hispana y el cuadro es realmente desolador.
Las consecuencias de aquel 12 de octubre en que Col¨®n lleg¨® a Am¨¦rica pensando que abr¨ªa una nueva ruta de comercio han sido dram¨¢ticas para millones de americanos y africanos.
Y si el viaje de Col¨®n es s¨ªmbolo de apertura de esp¨ªritu, de aventura y de fe en la humanidad y en el futuro, lo que provoc¨® despu¨¦s constituye uno de los cap¨ªtulos m¨¢s vergonzosos de la historia de nuestro pa¨ªs, de nuestra raza blanca y de la Iglesia cat¨®lica.
?Tenemos que seguir celebr¨¢ndolo? ?Por qu¨¦ hemos elegido esta fecha como fiesta nacional, cu¨¢ndo y c¨®mo, por decisi¨®n de qui¨¦n?
La ONU parece comenzar a reconocer por fin la necesidad de una reparaci¨®n para cerrar las heridas de los genocidios, el colonialismo y la esclavitud. Y pruebas hay de cu¨¢n sangriento y duradero puede ser un conflicto hist¨®rico no resuelto.
Seguir celebrando el D¨ªa de la Hispanidad no s¨®lo va en contra de toda reparaci¨®n posible, sino que adem¨¢s es un insulto a millones de indios y negros masacrados o esclavizados y a sus descendientes de hoy. Pueblos que decidieron morir silenciosamente, adaptarse o vivir en la sombra en vez de convertir su resentimiento en terrorismo. No s¨®lo merecen el respeto que no les damos, sino mucho m¨¢s que eso.
Una reflexi¨®n profunda sobre posibles formas de reparaci¨®n se impone, para limpiar nuestra historia y para devolver la dignidad que robamos con el oro.
Quiz¨¢s podr¨ªamos iniciarla eligiendo otra fecha para nuestra fiesta nacional.
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