Esporas
M¨¢s que impregnar las ciudades norteamericanas o europeas con esporas de ¨¢ntrax, el aut¨¦ntico objetivo del faquir millonario saud¨ª son los pa¨ªses de su entorno cultural. ?sta no era una guerra contra Occidente, ni tan siquiera contra los Estados Unidos, que se limitan a representar un papel que ha sido escrito por Bin Laden, sino contra todos los gobiernos ¨¢rabes o musulmanes que no basan su acci¨®n en el islamismo integrista. Toda la estrategia de Al Qaeda parece estar destinada a sublevar a las sociedades de los pa¨ªses en los que las esporas del fundamentalismo ya ha arraigado, para provocar as¨ª la ca¨ªda de sus administraciones e instaurar nuevos ¨®rdenes integristas. Si la primera dimensi¨®n de la yihad es un ejercicio interior de depuraci¨®n personal, de guerra con uno mismo hasta expulsar las impurezas, el ¨¢mbito de la siguiente fase es la naci¨®n, como pre¨¢mbulo de una culminaci¨®n interterritorial panislamista integral. Sobre ese fino hilo bailan, entre otros, Pakist¨¢n, Yemen, Jordania y Om¨¢n. Y puede que la misma Arabia Saud¨ª, que tanto dinero ha repartido en una mano para propagar el integrismo, mientras con la otra saludaba a Occidente, incluso le ced¨ªa el suelo sagrado para sus acciones de guerra en un ejercicio de cinismo muy espeso. Y por supuesto, Palestina, que es el pretexto movilizador m¨¢s socorrido de todos aquellos que la emprenden contra el mundo, como ya hiciera Sadam Husein. La campa?a dise?ada en las monta?as de Afganist¨¢n ha considerado todos esos detalles a conciencia. Desde que el r¨¦gimen talib¨¢n vol¨® los budas gigantes como una sugerente llamada al monote¨ªsmo (que puso en el mapa al pa¨ªs y a la causa, como estableciendo una referencia medi¨¢tica ante lo que suceder¨ªa en Nueva York y Washington), a las letan¨ªas y sorbos de t¨¦ de la colecci¨®n de v¨ªdeos pregrabados (?antes de los atentados y la huida a un pa¨ªs seguro?) de la cadena televisiva Al Yazira (el motor de propaganda de la revuelta), todos los pasos conducen al debilitamiento de esos gobiernos mediante los esperados, y a menudo estimulados, disturbios callejeros contra los no menos previsibles bombardeos con que ser¨ªan contestados los atentados que iban a provocar los pilotos suicidas.
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