Valer¨®n y Trist¨¢n tiran del Depor
El juego del canario y los goles del ariete le dan el triunfo a los de Irureta frente al Zaragoza
Valer¨®n salt¨® al c¨¦sped de La Romareda con ganas de divertirse. Palabras mayores. El canario dio una lecci¨®n magistral de c¨®mo manejar un centro del campo. Dando un trato exquisito al bal¨®n, oxigenando el juego cuando las bandas estaban colapsadas y caracoleando con el bal¨®n en los pies hasta sacar de quicio a los defensas zaragozanos, pronto se vio que Valer¨®n ser¨ªa el encargado de sacar del tedio un partido que hab¨ªa comenzado muy accidentado. Muchas interrupciones, juego lento e incertidumbre. Incertidumbre que Valer¨®n se encarg¨® de disipar.
Al Zaragoza le sorprendi¨® el juego del deportivista pero ya antes sus planes se hab¨ªan trastocado con la lesi¨®n de Paco. Su sustituto, Sundgren, entr¨® en el partido con la vaga impresi¨®n de que iba a ser un d¨ªa de mucho trabajo. Y no se equivocaba. A los trece minutos, la en¨¦sima jugada iniciada por Valer¨®n lleg¨® a los pies de Diego Trist¨¢n, que se intern¨® en el ¨¢rea y tras romper al central sueco con un par de fintas adelant¨® a su equipo. Al conjunto ma?o s¨®lo le quedaba unirse a la ovaci¨®n. Jos¨¦ Ignacio y Arag¨®n corr¨ªan detr¨¢s del bal¨®n, que era propiedad exclusiva de Valer¨®n y Sergio.
La pelota circulaba r¨¢pido y con precisi¨®n, una f¨®rmula tan efectiva como dif¨ªcil de defender. V¨ªctor tuvo la oportunidad de sentenciar el partido porque el Zaragoza estaba noqueado. Pero el ex madridista, cuando ya hab¨ªa superado al portero, vio como su disparo era rechazado por un defensor en la misma l¨ªnea de gol. Un fallo a lo Carde?osa que hizo saltar del banquillo a un sorprendido Irureta. Sin embargo, viendo la lecci¨®n de f¨²tbol que estaba dando su equipo, el t¨¦cnico vasco se sent¨® paciente, sabiendo que, de seguir as¨ª, el gol tendr¨ªa que llegar tarde o temprano. Y lo cierto es que el f¨²tbol de su equipo a eso animaba. La diversi¨®n que inspiraba Valer¨®n contagiaba a sus compa?eros.
Fran, Sergio y V¨ªctor ten¨ªan en el canario una referencia constante y, ante tantas facilidades, dejaron claro que en sus botas no escasea el buen f¨²tbol. Pasada la media hora, Sergio, que adem¨¢s de estar muy entonado defensivamente se incorporaba a la perfecci¨®n al ataque, sac¨® a relucir su gran disparo e hizo lucirse a Lainez, cuyo rechace no fue capaz de aprovechar Diego Trist¨¢n cuando ten¨ªa todo a su favor. Un fallo cerca del descanso que lament¨® el sevillano porque hubiese sido una losa demasiado pesada de superar para un dormido Zaragoza, que sali¨® en el segundo tiempo acelerado, quiz¨¢ por los presumibles gritos de Txetxu Rojo en el vestuario. Pero fue un efecto efervescente. El centro del campo del Deportivo, con Valer¨®n todav¨ªa como estilete, fue parando el ritmo fren¨¦tico que propon¨ªa el Zaragoza. Y nuevamente entreteji¨® una telara?a tan efectiva como dif¨ªcil de superar. Al cuarto de hora del segundo tiempo, V¨ªctor, que se encontr¨® con un pasillo por su banda durante todo el partido, mand¨® un milim¨¦trico centro a la cabeza de Trist¨¢n, que hizo el segundo.
El resultado y lo que se estaba viendo sobre el c¨¦sped hac¨ªan presagiar que el encuentro estaba sentenciado pero, cosas del Depor, no fue as¨ª. Regal¨® un gol en un centro al ¨¢rea en el que permiti¨® rematar s¨®lo a un cabeceador nato como Yordi, regal¨® una expulsi¨®n y lo que es m¨¢s grave, regal¨® el centro del campo, al sustituir Jabo Irureta a Valer¨®n por Helder. Dos jugadores totalmente distintos.
El Zaragoza, que ya no se esperaba los regalos a esas alturas de partido, simplemente con pundonor se meti¨® en el partido. El Deportivo, con un equipo lleno de defensas, ya hab¨ªa renunciado a jugar al f¨²tbol. Se atrincher¨® atr¨¢s y se transform¨® en un equipo cuya ¨²nica misi¨®n era achicar balones. El pitido de P¨¦rez P¨¦rez alivi¨® a m¨¢s de un seguidor deportivista pero la sensaci¨®n de ¨¦stos fue la de haber sufrido en exceso en un partido que control¨® en todo momento y en el que hubiesen preferido ver a Djalminha que a los Helder y compa?¨ªa.
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