Un empate psicol¨®gico
Alav¨¦s y Real Madrid sucumben en Mendizorroza al miedo a perder en un partido trabado y sin ocasiones
Cuando el f¨²tbol se desarrolla en los 40 metros del centro del campo o hay un pacto de no agresi¨®n (ejemplos hay en la historia del balompi¨¦) o un empate de impotencia. En Mendizorroza, se produjo el segundo caso.
Todos los futbolistas sab¨ªan a qu¨¦ jugar, pero no encontraban la manera de hacerlo salvo en las zonas pac¨ªficas del campo, es decir en los corrales intermedios. Cuando un jugador sal¨ªa de la zona diplom¨¢tica, su irreverencia estaba condenada al fracaso.
ALAV?S 0| REAL MADRID 0
Alav¨¦s: Mart¨ªn Herrera; Geli, Karmona, Coloccini, Llorens; Turiel, Pablo (Witschge, m. 70); Astudillo, Magno (Vucko, m. 68), Jordi Cruyff (Rub¨¦n Navarro, m. 81); e Iv¨¢n Alonso. Real Madrid: Casillas; Salgado, Hierro, Karanka (Pav¨®n, 38), Bravo; Makelele, Celades; Figo, Guti (Morientes, m. 77), Solari (Savio, m. 50); y Ra¨²l. ?rbitro: Daud¨¦n Ib¨¢?ez. Amonest¨® a Geli, Karmona, Iv¨¢n Alonso, Celades, Llorens, Coloccini. Cerca de 16.000 espectadores en el estadio de Mendizorroza.
Por eso los futbolistas se parec¨ªan en muchas fases del encuentro a los toreros pegapases, en argot taurino. Ahora para aqu¨ª, luego para all¨¢, un paso adelante, otro atr¨¢s. Yenkismo puro, o sea antig¨¹edad. Cada vez que alg¨²n intr¨¦pido, pleno de arrojo, (caso de Ra¨²l, caso de Magno) asomaba cierta voluntad en el intento, el bal¨®n acababa por los cerros de ?beda (es un decir geogr¨¢fico).
El partido ten¨ªa poca l¨ªrica. Man¨¦ lo anunci¨® al incluir a Turiel para frenar las incursiones de Guti y condenar a Astudillo a la banda derecha, donde trabaja como siempre, pero sufre con igual intensidad. Jordi Cruyff, por la izquierda, no encontr¨® nunca su sitio. Su primera noticia la transmiti¨®, pasada la media hora, cuando Celad¨¦s le derrib¨® en medio campo y el ¨¢rbitro par¨® el juego para mostrar cartulina amarilla al madridista.
Las se?ales del partido ven¨ªan por el centro, porque el Real Madrid tampoco exist¨ªa por los costados. Figo decidi¨® buscar lugares m¨¢s c¨®modos alejado de la cal de la l¨ªnea, y a Solari le conmov¨ªa la pasi¨®n defensiva en detrimento del ¨¢rea contraria.
El atasco estaba garantizado. Pero como son equipos aseados y gustosos del bal¨®n decidieron tirar por la calle de los pegapases. Esas sucesi¨®n de entregas que te quitan el problema de los pies, pero no resuelven el jerogl¨ªfico del equipo.
El primer tiempo fue un sieesnoes, un ir y venir, f¨ªsico, incotestablee de actitud, pero escaso de emoci¨®n. Nadie se impon¨ªa a nadie, todos conven¨ªan su particular dominio de la situaci¨®n. Se atisbaba en el Alav¨¦s mayor vehemencia y en el Madrid, mayor gusto por la combinaci¨®n. Todo sin ¨¦xito, bien es verdad, saldado por un tiro de Magno, que repeli¨® Casillas y tres disparos madridistas, desde lejos y sin peligro.
El asunto estaba en el centro del campo. No por inter¨¦s, sino por redundancia y conveniencia de intereses. Para colmo madridista se lesion¨® Karanka a la media hora y Del Bosque tir¨® del canterano Pav¨®n. Una adversidad que el equipo madridista tuvo que digerir en espera de las prestaciones del joven central. La amenaza de Iv¨¢n Alonso (buen cabeceador) era constante.
As¨ª que, restablecida la moral, todos decidieron irse de su sitio.Figo se fue al centro, harto de sufrir en tierra de nadie. Astudillo se march¨® a su sitio natural: en el centro. Jordi Cruyff explor¨® el campo buscando el bal¨®n como Di¨®genes, con la l¨¢mpara.
El atasco fue monumental. Topetazos, carreras, pelotazos... Una manifestaci¨®n. Un partido que nac¨ªa f¨ªsico y voluntarioso acab¨® pleno de m¨²sculo y sudor. Para la emoci¨®n, un primor. Lo f¨ªsico siempre conmueve el coraz¨®n aunque deje impert¨¦rrita la raz¨®n. Nadie le podr¨¢ reprochar al Alav¨¦s que no le plantase cara al Madrid, ni al Madrid que no aprendiera a sufrir como los de¨¦biles, cuando los blanquiazules tiraron la casa de los m¨²suculos por la ventana.
Nada que reprochar a los entrenadores en sus previsiones. Del Bosque tir¨® del doliente Savio para abrir el campo y buscar la habilidad, pero al brasile?o se le ha ido la fuerza por la boca. Man¨¦ apost¨® por Witschge, en busca de la zurda prodigiosa que zurciera el partido. Su presencia se dej¨® notar. Bien es verdad que llevado a lo f¨ªsico, el Alav¨¦s ten¨ªa m¨¢s fe y m¨¢s argumentos musculares. Pero lo cierto es que el partido se qued¨® sin ocasiones. La ¨²nica, la m¨¢s clara, la m¨¢s emotiva, fue un despeje defectuoso de Michel Salgado que se fue al poste de Casillas. En un partido atascado, la circunstancia era el ¨²nico argumento. No se di¨®, lo evit¨® la madera. Y el Madrid se fue apagando, y el Alav¨¦s creciendo. Ni cambios ni estrategias: voluntad y cabezoner¨ªa. Es decir: pegar pases y cero a cero. El miedo a perder, la impotencia de no saber ganar imper¨® en un partido denso pero pestoso, trabado. Un partido entre iguales, sin ocasiones, aquejados por el miedo piscol¨®gico, .
![Geli trata de escapar del marcaje de Celades y Sergi.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/Q4OZMYD3QGOEKPNRTLA7NFXMTI.jpg?auth=2992ce586a4f4e3c97bfdb1b3c4739b8aa8754dc430872b9d04fc3d837bf536e&width=414)
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