La minor¨ªa mayoritaria en Espa?a
Los acontecimientos del 11 de septiembre han despertado un inter¨¦s repentino por conocer c¨®mo viven los musulmanes en Espa?a, qui¨¦nes son, c¨®mo se organizan, un inter¨¦s un tanto hip¨®crita en el que se mezcla la mera curiosidad con la preocupaci¨®n. Ante la evidente sensaci¨®n de que el flujo migratorio conducir¨¢ a una convivencia con una comunidad isl¨¢mica m¨¢s o menos amplia, parece que ahora estamos interesados en saber si Espa?a se encuentra a salvo del fundamentalismo. La realidad es que los musulmanes tienen sobrados motivos de queja respecto de la actuaci¨®n de la Administraci¨®n. Un ¨²ltimo detalle refleja esta situaci¨®n y es motivo de cr¨ªtica por parte de este colectivo: todav¨ªa esperan que alguna alta autoridad del Estado visite una mezquita en estas fechas o se dirija a sus representantes, como han hecho otros l¨ªderes occidentales.
A pesar de ser la segunda religi¨®n, Educaci¨®n s¨®lo abon¨® el salario de un profesor de religi¨®n isl¨¢mica durante el curso pasado
La Administraci¨®n desconoce cu¨¢les son las corrientes mayoritarias entre las m¨¢s de cien asociaciones religiosas isl¨¢micas
Hay un desencuentro todav¨ªa no resuelto entre la comunidad musulmana en Espa?a y los sucesivos Gobiernos de la democracia. El islam es ya la segunda religi¨®n en Espa?a y tiene una capacidad de crecimiento indudable como consecuencia del flujo migratorio procedente del norte de ?frica. El n¨²mero de islamistas que residen en nuestro pa¨ªs supera con creces el medio mill¨®n de seguidores. Sus asociaciones legales superan ya el centenar, y las no legales se acercar¨¢n a esa cifra, seg¨²n algunas fuentes. Sin embargo, esta posici¨®n real dista mucho de tener el reflejo que le corresponde en la sociedad y ante las instituciones.
Un ejemplo: a pesar del acuerdo de cooperaci¨®n de 1992, que estipulaba la ense?anza de la religi¨®n isl¨¢mica en las escuelas p¨²blicas; a pesar del n¨²mero creciente de alumnos que demandan esta asignatura cada a?o, el Ministerio de Educaci¨®n s¨®lo ha abonado el salario de ?un profesor! el curso pasado, una cifra sensiblemente inferior al de otras religiones minoritarias, caso de la evang¨¦lica (37 profesores).
El cap¨ªtulo de desatenciones es muy amplio y parece haberse acentuado con el Gobierno de Aznar, a juicio de dirigentes de asociaciones isl¨¢micas. La situaci¨®n ha llegado a tal punto, que algunas organizaciones culpan a la cerraz¨®n del Gobierno de las consecuencias futuras que pueda tener la relaci¨®n entre ambas comunidades en Espa?a. En este punto, son los mismos musulmanes quienes explican que el Gobierno est¨¢ perdiendo una gran oportunidad para asegurarse que en Espa?a se extienda 'un islam razonable'. As¨ª lo dice Abdelmu'min Aya, un musulm¨¢n espa?ol, quejoso como muchos otros de que el Gobierno se haya inclinado desde tiempo atr¨¢s por dejar la extensi¨®n de esta religi¨®n en manos de la financiaci¨®n extranjera. 'Ya se acab¨® el mendigar m¨¢s al Estado profesores de instituto, legalidad para las comunidades isl¨¢micas nuevas, financiaci¨®n para el islam de esta tierra... Se acab¨® el mendigar. Nosotros no les necesitamos para hacer salat, ni para reunirnos en nuestras casas, ni para publicar nuestras revistas o p¨¢ginas web. No les necesitamos. Ellos nos necesitan para que no se desmande el islam que se d¨¦ en el futuro en esta tierra...'.
El argumento de la Administraci¨®n ha sido invariable para explicar que los acuerdos con la comunidad isl¨¢mica tarden tanto en desarrollarse: su falta de unidad. 'No es f¨¢cil entenderse con ellos, porque no dejan de vivir en pleno conflicto interno', argumentan fuentes del Ministerio de Justicia. 'No hemos podido dotar de profesores la ense?anza del islam porque no acaban de ponerse de acuerdo en una lista de candidatos', explican en el de Educaci¨®n. Es cierto que la actividad de las comunidades isl¨¢micas en Espa?a ha estado presidida por la desuni¨®n, pero algunas organizaciones se quejan de que el Estado espa?ol ha sacado provecho de sus disensiones, ha tratado de obligarles a un interlocutor ¨²nico y no ha tenido ning¨²n tipo de sensibilidad hacia esa comunidad. Espa?a ha tomado una actitud perezosa, tanto que ha sido Arabia Saud¨ª, y no el Estado espa?ol, quien ha construido las principales mezquitas en nuestro suelo.
A la hora de desentra?ar qu¨¦ tipo de islam se est¨¢ extendiendo en Espa?a, el desconocimiento de la Administraci¨®n es elevado.
?Puede hablarse de una doctrina mayoritaria, de una corriente hegem¨®nica entre las m¨¢s de cien asociaciones, si en Espa?a es mayoritario el sufismo, el shi¨ªsmo, el salafismo o los hermanos musulmanes? Algunas asociaciones hacen una reflexi¨®n: si la principal financiaci¨®n en t¨¦rminos de religi¨®n isl¨¢mica procede de terceros pa¨ªses, y fundamentalmente de Arabia Saud¨ª (hubo un tiempo en que se intent¨® canalizar ayuda econ¨®mica a trav¨¦s de Libia), es l¨®gico pensar que este pa¨ªs es quien impone sus imames, por lo cual destaca un predominio, al menos en los centros de culto, de wahabis, una interpretaci¨®n muy rigurosa del islam.
Otra cuesti¨®n es considerar que buena parte de los musulmanes que residen en Espa?a son de procedencia magreb¨ª, gente que viene a trabajar, que no tiene una preocupaci¨®n religiosa, pero que se encuentra ante unas condiciones de vida muy duras, con problemas de integraci¨®n, de legalidad en muchos casos, a la vista de que la sociedad espa?ola no est¨¢ preparada para el flujo migratorio. Esa precariedad provoca que el inmigrante encuentre acogida en lugares de culto o en asociaciones religiosas, 'que se convierten en redes de integraci¨®n, donde el inmigrante no s¨®lo recupera su lengua y su cultura: se siente fuerte', dice un dirigente de una asociaci¨®n. 'Hay que tener en cuenta que se trata de gente campesina, con escasos estudios, que se siente aislada, que necesita reforzar su identidad. Y en esas redes encuentran comprensi¨®n, ciertos servicios. Y buena parte de esas redes en Espa?a son organizaciones salafistas financiadas por capital extranjero. Como el Estado se ha retirado de esos menesteres, otro sector social los cubre'.
Un colectivo mal avenido
LA RECIENTE HISTORIA de la comunidad musulmana en Espa?a arranca desde el propio franquismo, que reconoc¨ªa el ejercicio privado de sus pr¨¢cticas religiosas. Entre 1968 y 1971 se crearon las primeras asociaciones musulmanas en Ceuta y Melilla y la Asociaci¨®n Musulmana de Espa?a, presidida desde entonces por Riay Tatary Bakry, m¨¦dico sirio nacionalizado espa?ol. Con la llegada de la democracia y la ley de libertad religiosa de 1980, numerosos musulmanes espa?oles, una suerte de conversos al islam, luchadores antifranquistas, propiciaron nuevas asociaciones. Algunas de ellas combinaban el islam con un incipiente nacionalismo andaluz. Estos conversos se proclamaban herederos de la tradici¨®n de Al Andalus y afincaron sus asociaciones, por motivos sentimentales, en lugares como C¨®rdoba y Granada. Ya por entonces pod¨ªa distinguirse una disparidad entre asociaciones propiciadas por los conversos y las que recib¨ªan financiaci¨®n exterior, fundamentalmente de Arabia Saud¨ª. En 1981 terminaba la construcci¨®n de la mezquita de Marbella, con capital saud¨ª. Fue en 1989 cuando se crea la Federaci¨®n Espa?ola de Entidades Religiosas Isl¨¢micas (FEERI), que agrupa a 15 asociaciones, como un primer paso para negociar acuerdos con el Gobierno. Sin embargo, meses despu¨¦s, una parte de FEERI se separa y crea la UCIDE (Uni¨®n de Comunidades Isl¨¢micas de Espa?a), presidida por Tatari. El Gobierno socialista obliga a un acuerdo entre ambas, que da lugar en 1992 a la Comisi¨®n Isl¨¢mica de Espa?a (CIS), que agrupa a representantes de ambas federaciones. La FEERI tacha de radical a la UCIDE, dicen que ligada a los Hermanos Musulmanes. Y viceversa, porque dicen que en su seno hay wahabis. En 1992 se inaugur¨® la mezquita de Madrid (la de la M-30), cuyo coste (2.000 millones) fue financiado con capital saud¨ª, y se suscribi¨® el acuerdo de cooperaci¨®n que deb¨ªa normalizar la religi¨®n isl¨¢mica en Espa?a. Desde entonces los isl¨¢micos no han dejado de acentuar sus divisiones. La FEERI est¨¢ en plena crisis tras haber expulsado de su seno a los representantes del Centro Isl¨¢mico de la M-30, los ulemas crean su propia comisi¨®n cient¨ªfica y la llegada de inmigrantes ha ido nutriendo desordenadamente las filas de las asociaciones musulmanas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.