Sombrero en mano
Un rejoneador saluda sombrero en mano y ya lo tiene todo ganado. Al p¨²blico de las mal llamadas corridas de rejones, un rejoneador sombrero en mano le pone a cien. As¨ª que ah¨ª est¨¢ el busilis: sale el rejoneador sombrero en mano y lo dem¨¢s se dar¨¢ por a?adidura.
El mejor complemento del rejoneador sombrero en mano (de los que ayer hubo varios en Las Ventas) es un presidente cuchufleta, que tambi¨¦n. Presidentes cuchufletas crecen y se multiplican como hongos, y su gracia consiste en apresurarse a dar orejas aunque no las pida casi nadie, con la condici¨®n de que le armen la bronca.
Puerta / Moura, Hern¨¢ndez, Cartagena
Toros despuntados para rejoneo de Julio de la Puerta, que dieron juego. Jo?o Moura: rej¨®n trasero y rueda insistente de peones (oreja con escasa petici¨®n); rej¨®n ladeado y, pie a tierra, dos descabellos (oreja con minoritaria petici¨®n). Leonardo Hern¨¢ndez: rej¨®n ladeado, rueda insistente de peones, pinchazo, rej¨®n atravesado, rueda de peones, rej¨®n trasero, nueva rueda de peones y, pie a tierra, tres descabellos (silencio); rej¨®n ladeado, rueda insistente de peones y, pie a tierra, descabello (oreja con escasa petici¨®n). Andy Cartagena: rej¨®n ca¨ªdo, rueda de peones, el puntillero levanta varias veces al toro ca¨ªdo y, pie a tierra, descabello (oreja con escasa petici¨®n); pinchazo, rej¨®n ca¨ªdo y rueda de peones (oreja). Moura y Cartagena salieron a hombros por la puerta grande. Plaza de Las Ventas, 13 de octubre. 5? corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
La corrida de la Feria de Oto?o, echada a rejoneo, cont¨® con estas prescripciones: una minor¨ªa se pon¨ªa a pedir la oreja porque s¨ª, viendo que el presidente se demoraba le armaba un esc¨¢ndalo, de los gritos pasaba a los insultos -val¨ªa llamarlo imb¨¦cil o mentarle a la madre, sin ir m¨¢s lejos- y entonces se apresuraba a conceder la oreja.
Pasan estos incidentes en cualquier parte, lo mismo si son pueblos o modernas metr¨®polis. Y lo ocurrido en Madrid con semejantes gracias fue que, trat¨¢ndose de un espect¨¢culo de rejoneo amable, aderezado de contados detalles aunque sin apenas nada digno de menci¨®n, el presidente lo convirti¨® en un acontecimiento de ¨¦poca concediendo seis orejas que valieron para que dos de los rejoneadores salieran a hombros por la puerta grande y el otro se quedara fuera por lo pelos.
En el cartel de rejoneadores falt¨® el veterano Javier Buend¨ªa, quien se iba a despedir del toreo precisamente esta tarde de sol y orejas. El d¨ªa del Pilar estaba previsto que lo hiciera en Sevilla, pero se supendi¨® la funci¨®n por lluvia, y ante su cita en Madrid present¨® un parte facultativo justificativo de su ausencia.
No pareci¨® echarle de menos nadie. Seguramente no por desinter¨¦s o desatenci¨®n, sino porque, siendo tres en lugar de cuatro los rejoneadores, sal¨ªamos ganando. Principalmente sal¨ªa ganando el sentido com¨²n (y la decencia), pues quedaban excluidas las colleras, que son una aut¨¦ntica manifestaci¨®n de la crueldad, la prepotencia y la estupidez humana.
Cada uno de los tres lidi¨® su toro con sus caballos, sus rejones, sus banderillas y sus rosas de los vientos. Jo?o Moura, en el primero, se lo pas¨® encel¨¢ndole, reuni¨¦ndole, corri¨¦ndole a dos pistas hasta acabar dando un poco la lata con las dos pistas. La modalidad instaurada por Pablo Hermoso de Mendoza con su artes y sus cabalgaduras ha prendido entre los colegas y parece que los trae un poco loquitos. Mejor toreo pareci¨® desarrollar Moura con el cuarto, aplic¨¢ndole t¨¦cnica segura y ejemplar torer¨ªa, si bien los palos le ca¨ªan bajos.
Le dieron orejas a Moura, ya se sabe, sin necesidad de pegar sombrerazos por la sencilla raz¨®n de que no usa sombrero, sino tricornio, y como se lo quita despu¨¦s del pase¨ªllo sale descubierto. La merecida fama de maestro se la gan¨® a?os ha Jo?o Moura sin ir por el mundo sombrero en mano: cuanto hac¨ªa (y cabalgaba) era de una irreprochable pureza. Ahora, ya veterano, recurre a saludar con la manita y a gritarle al p¨²blico eso de '?Venga ya!' (literalmente, ?Venga cha!) y ?Amon¨®!, que son exclamaciones de seguro efecto para los rejoneadores.
Virtuoso del sombrerazo es Leonardo Hern¨¢ndez. No para. A poco que vuele una mosca ya est¨¢ saludando sombrero en mano. Tiene gracia porque la respuesta del p¨²blico es por franjas. Para esto vale igual el ?Venga cha! Saluda Hern¨¢ndez sombrero en mano mirando al tendido ocho, y le pega una ovaci¨®n cerrada el tendido ocho entero. Los otros, no.Le dice Moura al tendido nueve ?Venga cha!, y le pega una ovaci¨®n cerrada el tendido nueve entero (los otros no), desde la barrera hasta la andanada, sin dejar ciudadano. Luego le preguntas al ciudadano por qu¨¦ aplaudi¨® y lo m¨¢s probable es que no lo tenga claro.
Posee excelente t¨¦cnica Leonardo Hern¨¢ndez, de manera que clav¨® rejones, banderillas a una y dos manos, ensay¨® quiebros que acababan en cuarteos, y mereci¨® salir a hombros por la puerta grande con sus colegas.
El que m¨¢s lo mereci¨®, no obstante, fue Andy Cartagena, que dio giros espectaculares en la cara de las reses, plante¨® de frente las suertes, quebr¨® bien, banderille¨® de viol¨ªn y se llev¨® tres orejas como tres soles.
Les falt¨® a los tres rejoneadores subir al palco a darle un abrazo al presidente y las m¨¢s efusivas gracias por los dones recibidos. Am¨¦n.
Babelia
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