Hacia una paz insegura
Los seres humanos masculinos blancos de la parte occidental y rica del norte del mundo hemos inventado una noci¨®n de seguridad que, simb¨®licamente, se ha derrumbado. La ca¨ªda de las Torres Gemelas erguidas como ense?a de la seguridad econ¨®mica basada en las finanzas (la l¨®gica del dinero), los destrozos al Pent¨¢gono, coraz¨®n mismo de la seguridad basada en los ej¨¦rcitos y las armas por el ataque terrorista (la l¨®gica de la guerra), son se?ales de la quiebra de ese modelo de seguridad. Sentimos como propio el dolor de las v¨ªctimas.
No afrontar con justicia el tema de la inmigraci¨®n, de los pueblos ind¨ªgenas con culturas ahogadas, del derecho a sus propios saberes, a sus formas de desarrollo y a sus creencias, la violencia dom¨¦stica y contra las mujeres, el hecho de llevar a los ni?os a la guerra, piedras contra tanques en las diferentes intifadas, el terror de los da?os colaterales por los bombardeos indiscriminados, el terrorismo que mata civiles muchas veces v¨ªctimas del mismo sistema que se quiere cambiar, produce miedo y provoca el sistema de seguridad que ahora mismo nos ha fallado.
La misma palabra seguridad puede ser una trampa: significa sine cura, sin preocupaci¨®n, sin cuidado de unos y unas por otras y otros. Fruto del miedo a la otra y el otro, los seres humanos masculinos blancos de la parte rica del mundo hemos dise?ado un sistema de seguridad a la defensiva del propio mal que ayudamos a crear. Es una seguridad despreocupada de las otras y los otros: 'Ande yo caliente y r¨ªase la gente'; masculina y f¨¢lica: en griego la palabra es a-sph¨¢leia, pariente de falo, sphalein es perder firmeza, rigidez, caerse; seguridad cierta y verdadera contra otros saberes y culturas que ya no son verdaderos y cient¨ªficos como el nuestro: del mismo verbo griego sphalein viene fallar, falso, por lo que seguridad significar¨¢ no decir falsedad, tener la verdad, una verdad erigida, er¨¦ctil, f¨¢lica, como los monumentos que erigimos para la paz; seguridad guerrera: si vis pacem para bellum, si quieres la paz prepara la guerra, hagamos la guerra contra el terrorismo.
Necesitamos, pues, una paz insegura. Hemos de asumir que somos m¨¢s vulnerables y fr¨¢giles de lo que nos cre¨ªamos. Es cierto: tenemos miedo a la diferencia: las otras y los otros nos producen extra?eza, nos resultan extra?os. Reaccionar con seguridad despreocupada, masculina, verdadera y guerrera nos ha rebotado y ha incrementado nuestra inseguridad. Quiz¨¢ la condici¨®n humana pasa por aceptar nuestra inseguridad, fragilidad y vulnerabilidad y dejar de 'querer ser como dioses'. El de ellos les hace suicidarse con terror para ir al Para¨ªso. Al nuestro le pedimos que bendiga nuestras v¨ªctimas y nuestras guerras justas.
Hacer las paces de manera insegura pasa por tomar conciencia de nuestra fragilidad y vulnerabilidad, preocuparnos los unos y unas por las otras y los otros, feminizar nuestras relaciones con una nueva masculinidad m¨¢s tierna y abrir espacios p¨²blicos de justicia para mujeres y hombres, poner a prueba la verdad de nuestros saberes con los saberes de las otras y los otros, devolver la palabra y los recursos a quienes se los arrebatamos y les construimos armas que nos aterrorizan, compartir el sufrimiento de las v¨ªctimas, dar m¨¢s protagonismo a una ONU reformada, potenciar un Tribunal Penal Internacional que no nos deje impunes cuando nos pasemos, un organismo mundial para afrontar el hambre, la pobreza, la marginaci¨®n y la exclusi¨®n y el control de nuestras finanzas, un organismo mundial de preocupaci¨®n por el medio ambiente, m¨²ltiples di¨¢logos de civilizaciones, redes globales y locales de movimientos sociales, hermanamientos de municipios. Pong¨¢mosle imaginaci¨®n si nos fallan las l¨®gicas econ¨®mica y de la guerra y hagamos las paces de manera insegura. Seamos conscientes de nuestra fragilidad.
Vicent Mart¨ªnez Guzm¨¢n es director de la C¨¢tedra Unesco Filosof¨ªa Paz de la Universidad Jaume I.
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