Inseguridad
La inseguridad ciudadana vuelve a ser tema habitual de conversaci¨®n. Quien m¨¢s quien menos tiene un amigo o familiar que recientemente ha sido v¨ªctima de alg¨²n delito. Hay mucha preocupaci¨®n. El aumento de los delitos desborda a la polic¨ªa y agobia a los ciudadanos. Este verano se dispararon las cifras de robos en viviendas. En el primer semestre del a?o las denuncias por robos con violencia en las personas han aumentado en un 13,5% y los hurtos, en un 24%. Y las cifras son s¨®lo de lo que se denuncia. La encuesta de junio del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS) confirmaba que la inseguridad hab¨ªa pasado de ocupar el d¨¦cimo al quinto lugar en las preocupaciones de los ciudadanos.
Esta situaci¨®n se produce en una ¨¦poca de hegemon¨ªa pol¨ªtica de la derecha, cuando tradicionalmente han sido los partidos conservadores los que han apelado a la necesidad de 'm¨¢s mano dura' frente a una supuesta tibieza con la delincuencia de los gobiernos progresistas. As¨ª se expresaba en la oposici¨®n el PP de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar frente a los gobiernos socialistas de Felipe Gonz¨¢lez, o la Alianza Popular de Manuel Fraga frente los centristas de Adolfo Su¨¢rez. La dureza de ese tipo de discursos va en aumento mientras m¨¢s extrema sea la derecha que lo emita. Al punto de que fue uno de los argumentos favoritos que se utilizaron para intentar justificar la necesidad de un golpe de Estado como el del 23-F. Fue precisamente Manuel Fraga cuando era todav¨ªa Fraga Iribarne, ministro de Interior con el siniestro Arias Navarro, quien resolviera el viejo dilema entre libertad y seguridad tirando por la calle del medio. 'Donde hay orden hay libertad', dijo y se qued¨® tan tranquilo, porque previamente no se hab¨ªa recatado en afirmar que la calle era suya. Algo que demostr¨® con creces.
Ahora este Fraga es otro Fraga y el Gobierno por boca de su ministro del Interior, Mariano Rajoy, se limita a decir que el 45% de los detenidos en Madrid es extranjero y que 'eso no quiere decir nada', aunque al diputado socialista Joaqu¨ªn Leguina y al Sindicato Unificado de la Polic¨ªa (SUP) les parezca una invitaci¨®n a la xenofobia. El SUP, mayoritario en el cuerpo, culpa de la situaci¨®n a los 'a?os de nefasta gesti¨®n' del director general de la polic¨ªa, Juan Cotino. A pesar del importante aumento de la poblaci¨®n (esto s¨ª, claramente, debido a los inmigrantes) los efectivos policiales han ido en retroceso, especialmente los agentes que patrullan por las calles, debido al envejecimiento de la plantilla y sobre todo al destino de miles de agentes de la guardia civil, polic¨ªa nacional y polic¨ªas locales a tareas de guardaespaldas de los pol¨ªticos, ante el temor a los atentados de ETA. Y esta situaci¨®n puede verse agravada al ampliarse a las redes islamistas las labores de vigilancia y cooperaci¨®n en materia terrorista. Lo que hoy es evidente es que la polic¨ªa de barrio ha desaparecido de las calles y que hablar de polic¨ªa de proximidad en el mejor de los casos no es m¨¢s que un piadoso eufemismo.
Si cuando el Estado no cumple una funci¨®n la sociedad intenta suplirla por otro lado, ?hay que pensar que se pretende fomentar la seguridad privada? ?la autodefensa como en el modelo americano?
Y sin embargo Cotino, tiene raz¨®n en una cosa: 'No todos los factores de inseguridad son policiales'. En efecto, hay una relaci¨®n directa entre pobreza y delito, entre quiebra social y violencia. Pero actuar en esa l¨ªnea supone algo m¨¢s que intentar desviar la atenci¨®n hacia los extranjeros. Supone otras pol¨ªticas.
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