Tr¨¢fico
El tr¨¢fico, que deber¨ªa ser s¨®lo uno de los factores -y no el m¨¢s relevante- de la vida ciudadana, se ha convertido en el mayor problema que padece Madrid. En Madrid, a causa del tr¨¢fico, no hay quien se mueva. Sale uno en Madrid a hacer un par de gestiones utilizando el coche y, si consigue completar una, ya puede darse con un canto en los dientes, que se suele decir.
La respuesta de los modernos, de los ecologistas y del propio Ayuntamiento es que no utilice el coche; que emplee los transportes p¨²blicos o, mejor a¨²n, que vaya en bicicleta. Lo que le faltaba a uno por o¨ªr. Cuando un ciudadano se compra el coche paga un impuesto desmesurado que casi parece revolucionario, y luego otro anual al Ayuntamiento en concepto de circulaci¨®n; y, una vez cumplidas sus obligaciones fiscales, le salen con que guarde el coche y no lo vuelva a sacar.
En el menosprecio, quiz¨¢ desprecio, a la ciudadan¨ªa se est¨¢ llegando a la desfachatez. Cuando uno paga religiosamente el impuesto de circulaci¨®n, so pena de embargo, tiene derecho no a que le monten campa?as disuasorias para que no use el coche, sino a que le organicen la circulaci¨®n como es debido.
Los problemas del tr¨¢fico en Madrid son un esc¨¢ndalo. Todas las calles est¨¢n convertidas en paso angosto porque las flanquean los estacionamientos en doble fila y, si son anchas, en triple fila. Y no hay guardia nunca, casi nunca se podr¨ªa conceder, que aparezca por all¨ª, obligue a los conductores a llevarse el coche que estorba, mantener el orden, ponerles multas en su caso, llamar a la gr¨²a.
La desidia y la incompetencia municipal las desvel¨® este peri¨®dico en una bien documentada informaci¨®n que public¨® el pasado s¨¢bado: 'La polic¨ªa', dec¨ªa el titular, 'pone ahora la mitad de las multas por aparcar mal que en 1996'. De donde Madrid se ha convertido en el patio de Monipodio (vamos al decir) donde impera la ley de la selva. Desde 1996 el parque de veh¨ªculos ha crecido notablemente, mientras el espacio disponible en la ciudad se ha reducido un tercio, o probablemente a la mitad, porque el resto est¨¢ invadido fraudulentamente, lo tienen convertido en un ca¨®tico garaje, con la anuencia de las autoridades municipales.
Son precisamente las multas por aparcamiento en doble y triple fila las que han disminuido en mayor medida, pues han llegado a la tercera parte. Mientras en 1996 se impusieron 224.955 multas por dicho concepto, en este 2001 ser¨¢n unas 84.013. Y ese vergonzoso descenso en la sanci¨®n de las infracciones que m¨¢s inciden en la destrucci¨®n del tr¨¢fico en Madrid s¨®lo se puede entender por la incuria, no se sabe si intencionada y dolosa, del Ayuntamiento; que todo podr¨ªa ser.
Han disminuido asimismo a la mitad las multas por saltarse los sem¨¢foros en rojo; costumbre inveterada de muchos madrile?os, que ponen en peligro la vida de los peatones y crean continuamente situaciones propicias para el accidente.
Quiz¨¢ todo esto se debe a que la plantilla de polic¨ªas es insuficiente, o no mandan los necesarios a la calle. O los hay y no tienen ganas de trabajar o de meterse en complicaciones. O es el propio ayuntamiento el que se ha liado la manta a la cabeza y le traen sin cuidado los problemas del tr¨¢fico. O disimula para fingir que desconoce las situaciones chocantes (sobradamente conocidas del vecindario, por cierto) que se producen delante de los bares de copas o de ciertos restaurantes -principalmente, los de mayor precio- donde se apelotonan los coches de la clientela y un supuesto guarda los va moviendo y dejando en triple y cuarta fila, sin que aparezca nunca un polic¨ªa municipal por all¨ª para desbaratar la infracci¨®n y meter en vereda al guarda y al due?o del establecimiento.
La ciudadan¨ªa y el usuario del autom¨®vil son inocentes. A la ciudadan¨ªa que no la culpen del tr¨¢fico porque usa el coche; que no la atormenten con esos supuestos acontecimientos l¨²dicos o conmemorativos, que llevan cuatro fines de semana consecutivos colapsando el tr¨¢fico en Madrid; que no le den la vara y pretendan enga?arla mediante campa?as disuasorias. Salvo que la campa?a disuasoria consista en que Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano no vuelva a presentarse a alcalde de Madrid nunca jam¨¢s.
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